Un Madrid mundial
El equipo blanco logra su cuarto trofeo intercontinental, el tercero de forma consecutiva, tras derrotar al Al Ain, y oxigena una temporada llena de curvas
Con algo m¨¢s de br¨ªo coral y una asunci¨®n de la obligatoriedad del cargo muy ejecutiva, el Madrid se proclam¨® campe¨®n del Mundial de Clubes por tercera edici¨®n consecutiva tras derrotar a un adversario sin galones. En los 18 a?os de historia de la competici¨®n, una suerte de banco de pruebas en la que la m¨¢xima de enfrentarse a los mejores equipos del globo no resulta tan rom¨¢ntica como parece, los blancos suman cuatro t¨ªtulos (tres seguidos), m¨¢s que ning¨²n otro equipo. A pesar de los vaivenes del d¨ªa a d¨ªa, pocos vestuarios han demostrado una facilidad tan manifiesta para soportar el ejercicio de la presi¨®n a contracorriente que el Madrid. Con mucho m¨¢s desdoro por perder que gloria por conquistar, el equipo de Solari suma en Abu Dabi una muesca m¨¢s a un cintur¨®n que cuelga ahora m¨¢s holgado a la espera de apreturas venideras.
Confi¨® el t¨¦cnico argentino en el mismo once que derrot¨® al Kashima Antlers en las semifinales, y, sin embargo, a pesar de la presencia de los mismos elementos la mezcla no pudo resultar m¨¢s diferente. El juego se olvid¨® de las bandas para quedarse en el centro, donde la figura de Modric emergi¨® de manera especial. El croata se convirti¨® en el aut¨¦ntico faro de transmisi¨®n de un tipo de f¨²tbol, de los muchos que pr¨¢ctica el Madrid, en el que intervienen m¨¢s (y mejor) la mayor¨ªa de sus piezas.
A pesar de la presencia de Lucas V¨¢zquez y Bale en los costados, el bal¨®n recorr¨ªa el campo a partir de trayectos verticales, simples en apariencia, lo que evitaba la necesidad de abarcar m¨¢s campo del necesario. Esa modificaci¨®n, si bien aisl¨® en ocasiones del juego al gal¨¦s, que no logr¨® igualar la marca de Cristiano en el Mundialito y se mantiene a un gol del portugu¨¦s (nueve a ocho), permiti¨® que las combinaciones a partir de Benzema y Kroos establecieran posiciones m¨¢s claras de juego.
El Al Ain no result¨® un enigma t¨¢ctico demasiado complicado de descifrar. La consigna del equipo emirat¨ª no iba m¨¢s all¨¢ de la solidaridad extrema, y en ocasiones mal entendida. Hay momentos en los que tapar el espacio resulta m¨¢s ¨²til que ayudar al compa?ero. Pero el blanco se convirti¨® en un color demasiado absorbente para el equipo de Zoran Mamic.
No es que el Madrid dibujase un partido sin borrones. Los tuvo, y grandes, especialmente cuando crey¨®, como le suele ocurrir esta temporada, que de los errores groseros no llegan goles groseros. Un pase atr¨¢s de cabeza de Marcelo reci¨¦n inaugurado el partido pudo situar a su equipo ante un puerto de monta?a en medio del desierto. Especialmente porque ElShahat supo qu¨¦ hacer con el bal¨®n, tirando un recorte dentro del ¨¢rea que derrib¨® a Courtois y le situ¨® con toda la porter¨ªa de cara. Pero su disparo choc¨® con la rodilla de Sergio Ramos, que envi¨® la pelota a c¨®rner para desesperaci¨®n del Zayed Sports City Stadium, que abuche¨® permanentemente al madridista por la lesi¨®n que le caus¨® al delantero del Liverpool Salah en la ¨²ltima final de la Champions.
Llorente recoge el premio
Lo bueno para el equipo de Solari es que el pellizco no dej¨® marca, y agitado por el contratiempo decidi¨® solucionarlo a las primeras de cambio. Lo hizo Modric con un disparo con la zurda desde fuera del ¨¢rea que se peg¨® al palo de manera extremadamente elegante. El croata vivi¨® tan a gusto que cuando eso sucede lo normal es que lo impensable ocurra. Todo lo contrario les suced¨ªa a varios de sus compa?eros. Lo aparente resultaba esquivo. A veces por m¨¦rito del rival, como cuando Eissa despej¨® a c¨®rner un cabezazo de Bale. O cuando de nuevo el portero emirat¨ª desbarat¨® con m¨¦rito un remate de volea de Modric en ese mismo saque de esquina. Aun as¨ª, ning¨²n jugador sum¨® m¨¢s ocasiones claras marradas que Benzema.
El franc¨¦s es un experto en el virguerismo a medio metro, pero la porter¨ªa le resulta un espacio con demasiados puntos ciegos. Recogi¨® ocasiones de media y corta distancia con la suficiente simpleza como para que acabaran en gol, pero no hubo manera. La incapacidad de la defensa del Al Ain para armarse ante tanto acoso facilitaba la aparici¨®n de situaciones de peligro evidentes. A la fabricadas por el Madrid se le sumaban las derivadas de la mala organizaci¨®n.
No contaba el Al Ain con un jugador similar a Marcos Llorente. El canterano despleg¨® todo su cat¨¢logo de virtudes y desesper¨® a m¨¢s de un rival. A ese primer pase de iniciaci¨®n se sumaron toda una suerte de carreras hacia atr¨¢s para cubrir ¨¢reas vulnerables. Incrustado en la defensa o llegando en carrera pareci¨® el jugador mejor sincronizado con el movimiento de la pelota. Recogi¨® el premio a su esfuerzo con un gol producto de un buen disparo que ornament¨® una tarea que rara vez asoma por los highlights de los partidos.
En ese territorio hay mejores especialistas que Sergio Ramos, que a la salida de un c¨®rner cabece¨® sin oposici¨®n un saque de esquina. Tan bonito como el suyo fue el que logr¨® despu¨¦s Shiotani, que se adelant¨® a Benzema, y dio algo que celebrar a una grada hambrienta. Un centro de Vinicius que introdujo en su porter¨ªa Nader finiquit¨® la final.
De un torneo de dos partidos en Abu Dabi el Madrid sac¨® un t¨ªtulo m¨¢s y la sensaci¨®n de que a pesar de los contratiempos sigue siendo un valor seguro. Algo a lo que agarrarse cuando la carretera muestre alguna curva m¨¢s complicada en el camino.
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