El Cambados no es el Fari?a
El modesto equipo gallego de f¨²tbol lucha por romper el estereotipo de su relaci¨®n con el narco y Sito Mi?anco
Esta es una historia de f¨²tbol, de valores que tienen que ver con la constancia, el trabajo, la entrega y los malabares para gestionar un club de pueblo que integra a casi 300 deportistas desde categor¨ªa s¨¦nior a la llamada biberones, orgulloso de estrenar un equipo femenino. Es una historia com¨²n por repetida, pero extraordinaria porque arrastra el t¨®pico y el estereotipo. ¡°Cuando vamos bien, todo el mundo piensa mal¡±, lamentan en el Juventud Cambados, equipo pontevedr¨¦s de Preferente Auton¨®mica con uno de los presupuestos m¨¢s bajos (unos 100.000 euros), pero con la ilusi¨®n de lograr el ascenso al grupo gallego de Tercera Divisi¨®n. Ahora tampoco necesitan el triunfo para estar vecinos a la sospecha y la maledicencia. La eclosi¨®n de las historias sobre el narcotr¨¢fico en la zona y su pasado con Sito Mi?anco en una breve presidencia animan a convertir al Cambados en una bandera de Fari?a.
¡°?Ya hace 30 a?os! Llega un momento en el que hay que decir basta¡±, se rebela Mat¨ªas Font¨¢n, el presidente. ?l no llega ni a esa edad. Naci¨® justo cuando el pueblo festejaba el ascenso a Segunda B, cota en la que pas¨® tres campa?as. En la temporada 1989-90, a lomos de Mi?anco, el equipo era el tercero de Galicia, despu¨¦s de Celta y Deportivo. Edu Charl¨ªn, el entrenador actual, ten¨ªa ocho a?os y era sobrino de un futbolista de aquel plantel. ¡°Mi recuerdo es el de un tiempo de ilusi¨®n, como si vi¨¦semos a Messi o Cristiano. Ganaban en el campo y no les regalaban nada. Era curioso porque en la grada hab¨ªa m¨¢s mujeres que hombres, pero no la paname?a como se ve¨ªa en la serie de televisi¨®n, ni tampoco mafiosos. La gente estaba al margen de todo eso¡±, detalla.
¡°Sito iba en un Ferrari, lo vimos todos, pero la inmensa mayor¨ªa se dedicaba a otra cosa para llevar un sueldo a casa. Puedo entender que la gente vea una serie o lea un libro que adem¨¢s se basa en hechos reales, pero es injusto concluir que eso era el cien por cien del pueblo¡±, explica Font¨¢n, que cuando ten¨ªa nueve a?os y jugaba en la base del club acudi¨® a Vigo a uno de sus primeros partidos y escuch¨® un grito desde la grada que todav¨ªa le resuena: ¡°?Fari?entos!¡±. Tuvo que preguntar a su padre por un significado que el tiempo le ayud¨® a entender y que ahora rebrota. ¡°Quiero pensar que la sociedad ha madurado y ya no se le dice algo as¨ª a unos ni?os, pero tengo el temor de que se repita. Por eso duelen algunos titulares. Que eso sea lo que queda de la manera de ser o hacer en un pueblo, que sea nuestra vitola, es injusto¡±, explica.
El Cambados acarrea un lastre, pero tambi¨¦n una historia amable que defender, un orgullo de un pueblo de 14.000 habitantes y una camiseta por honrar que hunde su origen en unas equipaciones tra¨ªdas por un marinero retornado desde Las Palmas y que llevan un velero a la altura del coraz¨®n. Hace poco m¨¢s de tres a?os todo ese bagaje apuntaba hacia la tumba. El equipo acababa de descender a Segunda Auton¨®mica tras haber distinguido como su imagen a una conocida actriz porno. Apenas ten¨ªa una categor¨ªa m¨¢s por debajo. Empezar en ella no supon¨ªa mucho m¨¢s que inscribir otro nombre y borrar varias deudas, y no solo la de 30.000 euros. Lo impidi¨® la dignidad y el respeto a los maestros. ¡°No era justo que desapareciese. Muchos chicos recibimos una educaci¨®n deportiva en el club¡±, reivindica Font¨¢n. Entr¨® una directiva con una media de edad de 24 a?os, el equipo sali¨® de su fondo hist¨®rico y escal¨® dos categor¨ªas. Hoy tiene unos 500 socios y ha firmado un v¨ªnculo con el Celta como escuela de asesoramiento y tecnificaci¨®n.
Cambados es un pueblo dedicado sobre todo a la pesca, la agricultura y el sector vitivin¨ªcola; una tierra de gente que sale a trabajar de madrugada y vuelve a casa de noche y con empresas poderosas que no acaban de entrar en el patrocinio local. ¡°No tenemos nada que ver con la imagen sensacionalista que se traslada¡±, reivindica Edu Charl¨ªn, a quien tambi¨¦n le persigue la fama de su apellido, la sombra de una ¨¦poca.
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