K¨¢rpov, ojo de halc¨®n
Pocas partidas muestran tan claramente como esta la enorme profundidad estrat¨¦gica del ¡®g¨¦lido Tolia¡¯
Blancas: Ta1, Re1, Af1, Th1, Cc3, Dd3, Ae3; peones en a2, b2, c2, e4, f2, g4 y h4.
Negras: Ta8, Re8, Th8, Ae7, Ac6, Cf6, Da5; peones en a7, b7, d6, e5, f7, g7 y h6.
No eran pocos los rivales de K¨¢rpov (algo parecido ocurre 37 a?os despu¨¦s con Magnus Carlsen) que tras perder una partida ante ¨¦l se preguntaban en qu¨¦ momento se hab¨ªan equivocado, porque no eran conscientes de haber cometido error alguno. Y no ser¨ªa extra?o que Gyula Sax, una de las grandes estrellas de la generaci¨®n de oro de Hungr¨ªa, tuviera esa misma sensaci¨®n en 1983 en el torneo de Linares, el?Wimbledon del ajedrez.
Tal era la profundidad y la visi¨®n de ojo de halc¨®n de K¨¢rpov, capaz de sacrificar una torre activa en la columna abierta a cambio de un alfil para quedarse con el control de las casillas blancas y dar a continuaci¨®n una clase magistral en esa mitad del tablero. Las ideas de esta partida, como otras muchas suyas, parecen cristalinas cuando uno ya ha visto el desenlace. Pero implican una comprensi¨®n del ajedrez exclusiva de los m¨¢s grandes de la historia.
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