A vueltas con Messi y Maradona
Solo pueden ser abreviados desde un punto de vista sentimental: se puede querer m¨¢s a uno que al otro, se puede incluso odiar a uno por encima del otro, pero nada m¨¢s
Cada cierto tiempo surge una chispa que reaviva el debate sobre qui¨¦n es el mejor futbolista de la historia: Maradona o Messi. Y est¨¢ bien que as¨ª sea, porque la comparaci¨®n interminable entre ambos no hace m¨¢s que ahondar en su grandeza indiscutible, como un cuento sobre dos gigantes a los que nunca oculta del todo la sombra del otro. El f¨²tbol se ha convertido en nuestro pasaporte m¨¢s directo a la infancia, no hay placer adulto en este deporte que nos iguala a todos por insensatez, al que acudimos con la ilusi¨®n alimenticia de un lactante, y que de manera inevitable nos empuja a preguntarnos una y otra vez si queremos m¨¢s a pap¨¢ o a mam¨¢, a Messi o a Maradona.
Uno puede tratar de hilar argumentos para defender la hegemon¨ªa del uno o del otro pero la respuesta final nunca ser¨¢ del todo concluyente. Nadie puede medir y clasificar de manera definitiva los espacios infinitos y el talento de ambos se encuentra, precisamente, en ese limbo ut¨®pico, inalcanzable para la industria del etiquetado que confiere cierto orden a nuestra confusa naturaleza humana. Si alguien no merece ser clasificado por un simple mecanismo esos son Maradona y Messi, tan inaccesibles al entendimiento que solo pueden ser abreviados desde un punto de vista sentimental: se puede querer m¨¢s a uno que al otro, se puede incluso odiar a uno por encima del otro, pero nada m¨¢s.
El ¨²ltimo en intentarlo ha sido Zico, que no es un cualquiera en este negocio del deporte sentimental. ¡°Detr¨¢s de Di St¨¦fano, Pel¨¦, Cruyff y Maradona va Zico¡±, sol¨ªa decir mi padre antes de la irrupci¨®n de Messi. Y Zico dice que Maradona era mejor que Messi, que jugaba peor acompa?ado, que soportaba marcajes y entradas inconcebibles en el f¨²tbol moderno y, sobre todo, que pose¨ªa un mayor instinto competitivo que el azulgrana. Es su opini¨®n y merece ser tenida muy en cuenta porque Zico tambi¨¦n era un gigante --menor pero gigante, al fin y al cabo-- y su an¨¢lisis nada tiene que ver con el espect¨¢culo callejero de algunas tertulias o los intereses de una marca de ropa, un club determinado o un lobby de intermediaci¨®n. Mi padre, sin embargo, hace tiempo que no admite debate alguno y ha proclamado a Messi como el mejor futbolista que nadie haya visto nunca, diga su adorado Zico lo que diga. Incluso mi opini¨®n, que soy su ¨²nico hijo y luzco sus mismos ojos, lo trae ya sin cuidado.
Existe un elemento, sin embargo, que s¨ª parece diferenciador entre ambos: la cronolog¨ªa. En cualquiera de las artes est¨¦ticas --y el f¨²tbol lo es-- la innovaci¨®n aporta siempre un valor a?adido a la t¨¦cnica y parece dif¨ªcil entender a Messi sin la influencia determinante de Maradona. Esto tampoco quiere decir gran cosa ni deber¨ªa ser utilizado para decantar la balanza en favor del Pelusa, pero conviene recordarlo para no traicionar ese esp¨ªritu tan particular del f¨²tbol que nos devuelve a los once a?os en cuanto comienza a rodar un bal¨®n. Porque si lo mejor que se puede decir de Messi es que sigue jugando como si fuera un ni?o, parece de justicia admitir que ese ni?o sigue queriendo jugar como si fuera Maradona.
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