Brahim y las esdr¨²julas
El Bernab¨¦u le exigir¨¢ que se comporte como un hombre, un reto may¨²sculo para el futbolista espa?ol m¨¢s prometedor desde Iniesta
Proteger a las j¨®venes promesas es una virtud que no todos los clubes se pueden permitir, a menudo obligados por las carencias propias de su modestia y otras por un apego casi vital a la inmediatez. Es el caso del Real Madrid, el equipo con m¨¢s urgencias del planeta pese a lo abultado de su palmar¨¦s, lo que podr¨ªa resultar una contradicci¨®n evidente en cualquier otro lugar del mundo pero no en un club acostumbrado a construir su leyenda sin ir m¨¢s all¨¢ del aqu¨ª y ahora.
Esta es la elecci¨®n de Brahim D¨ªaz, su m¨¢s reciente fichaje: vestir una camiseta que no piensa en el ayer ni espera hasta ma?ana, rodeado por un entorno en el que hasta los ni?os que acuden al Bernab¨¦u por primera vez le exigir¨¢n que se comporte como un hombre. Parece, en definitiva, un reto may¨²sculo para un futbolista al que se lleva tiempo esperando, quiz¨¢s el m¨¢s prometedor que haya surgido de la cantera espa?ola desde que Andr¨¦s Iniesta mostrara sus credenciales en aquel popular torneo para alevines.
Hay algo en ¨¦l que recuerda al Messi m¨¢s primario, al zurdo canijo que bajaba la cabeza al recibir el bal¨®n y solo la levantaba para decidir con qu¨¦ compa?ero festejaba. Las comparaciones de este tipo son siempre un indicativo fiable del talento pero no garantizan mucho m¨¢s que cierto ruido medi¨¢tico, alg¨²n dinero f¨¢cil y un escrutinio constante. Le sucedi¨® a infinidad de promesas argentinas, todas bautizadas como el nuevo Maradona a edades tan tempranas que al pegar el estir¨®n -o cortarse el pelo a la moda- ya no sab¨ªan ni quienes eran. Y le puede pasar a Brahim, al que la vitola de futuro Messi no lo salvar¨¢ de la quema si desde el minuto uno no oferta un rendimiento acorde a las expectativas.
¡°Le estamos protegiendo¡±, repet¨ªa Pep Guardiola como un mantra cada vez que la prensa inglesa preguntaba por su salto definitivo al primer equipo. Porque Guardiola, que se ha ganado a pulso su fama de ascensorista, de entrenador id¨®neo para derribar la gran puerta, conoce mejor que nadie las dificultades que acechan a los talentos como Brahim, tan impactantes que terminan convertidos en la diana predilecta de todo el mundo: de las defensas rivales, del aficionado enfadado, del periodista engre¨ªdo, del empresario sin escr¨²pulos¡ A todo esto se enfrentar¨¢ Brahim desde ya mismo, empujado por una sed de triunfo que solo parece comparable a su talento y amparado en la mayor de sus virtudes: la facilidad para el regate.
Porque el f¨²tbol de ¨¦lite ¨Cy no existe club m¨¢s elitista que el Madrid- le exigir¨¢ sentar rivales pero tambi¨¦n dominar la ansiedad, tejer alianzas dentro y fuera del campo, esquivar lesiones y comentarios, esperar que la buena fortuna le sea propicia y un mont¨®n de cosas m¨¢s. De todo se necesita una pizca para lucir un escudo capaz de diluir hasta la parodia el talento m¨¢s puro, como le sucedi¨® a Nicolas Anelka, mientras consagraba a Ra¨²l, un genio en el que solo reparamos cuando se plant¨® solo en la meta. No le faltar¨¢n a Brahim espejos en la Castellana, tan solo debe decidir en cuales mirarse y tener muy presente aquel consejo que lanzaba Paolo Futre al otrora reci¨¦n aterrizado Cristiano. ¡°Madrid no es Manchester¡±, le advirti¨® su compatriota acentuando la segunda s¨ªlaba, buen sabedor de que no es el Real un club para andarse con esdr¨²julas.
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