Las fiebres de Guardiola y Simeone
No imitar a nadie y elegir las ideas en funci¨®n de la propia sensibilidad ayuda a transmitir no solo lo que se piensa, sino lo que se siente
Fan¨¢ticos
Un buen entrenador tiene ideas y competencia did¨¢ctica para transmitirlas. Pero hay entrenadores que refuerzan los dos rasgos por una fiebre obsesiva que no deja entrar ni la m¨¢s m¨ªnima duda. Como la pasi¨®n no tiene estilo, hablamos de gente como Simeone, Guardiola, Quique Seti¨¦n o Abelardo, todos diferentes pero con una caracter¨ªstica com¨²n: no negocian sus principios futbol¨ªsticos ni a palos. Cuenta Guardiola que Simeone estuvo viendo los entrenamientos de su Barcelona durante una semana y, cuando se reunieron para comentarlo, el Cholo le confes¨® que eso no era para ¨¦l. Guardiola lo homenajea diciendo: ¡°Ah¨ª entend¨ª que era un gran entrenador¡±. La apuesta fan¨¢tica por un tipo de f¨²tbol clarifica los mensajes, estabiliza un proyecto y desaf¨ªa los vaivenes de opini¨®n con los que los medios de comunicaci¨®n bombardean a los entrenadores hasta confundirlos. No imitar a nadie y elegir las ideas en funci¨®n de la propia sensibilidad ayuda a transmitir no solo lo que se piensa, sino lo que se siente.
Mentirosos
El talento futbol¨ªstico vive del enga?o: cuanto m¨¢s grande es el jugador, mejor enga?a. Va una prueba. Cruyff ven¨ªa trastabillado de su ¨²ltimo regate y yo sal¨ª a enfrentarlo pero, sorprendentemente, Johan baj¨® los brazos y le reclam¨® falta al ¨¢rbitro en un tono agresivo. Yo mir¨¦ al ¨¢rbitro para ver c¨®mo segu¨ªa la discusi¨®n, pero ni hubo respuesta ni volv¨ª a ver a Cruyff, que aprovech¨® mi distracci¨®n para cambiar de ritmo y perderme de vista. A¨²n hoy me r¨ªo de aquel amague estrafalario. Me r¨ªo de m¨ª, claro. Otra prueba: vi, desde m¨¢s cerca que nadie (tampoco esto es para tomarme muy en serio), c¨®mo Maradona le vendi¨® gato por liebre a cinco ingleses en el Mundial del 86 y supe al instante que eso era f¨²tbol de verdad. Para terminar, una contraprueba: es un signo de mediocridad ver a un jugador hacer aquello que parece que va a hacer.
Caraduras
El f¨²tbol de gran nivel es para los atrevidos. Hay jugadores a los que se les ve en la cara una relaci¨®n casi tr¨¢gica con el juego, por una timidez que no les deja expresarse con naturalidad. Coutinho, por ejemplo, no acaba de cubrir las expectativas y, por un car¨¢cter retra¨ªdo, suele caer en una languidez que le quita expresividad a su juego. En muchos balones que toca, se percibe una indecisi¨®n que termina derritiendo la jugada. El uruguayo Valverde tambi¨¦n es un chico t¨ªmido y eso, que trabaja positivamente sobre su humildad, est¨¢ demorando su evoluci¨®n. Todo lo contrario ocurre con Vinicius, que tiene la energ¨ªa que da la audacia y pis¨® fuerte desde el primer d¨ªa. Puede ser porque a¨²n no sabe d¨®nde se ha metido. O porque tiene interiorizada una superioridad que le permite disfrutar donde los dem¨¢s sufren.
Vanidosos
Muchas de las decisiones que toman los entrenadores y son tachadas de ¡°incomprensibles¡±, tienen que ver con conclusiones que sacan en el sitio equivocado. Se les llama ¡°jugadores de entrenamiento¡± a aquellos que hacen en privado lo que no se animan a hacer en p¨²blico. Y al rev¨¦s, hay jugadores que en los entrenamientos no existen y en los partidos son unas fieras. Se trata, en general, de la diferencia entre disfrutar o padecer el miedo esc¨¦nico. Jugar al f¨²tbol es una cosa; desafiar al p¨²blico, otra diferente. El crack tiene sentido del tiempo y del espacio, pero tambi¨¦n debe tener sentido del espect¨¢culo: una vanidad puesta al servicio del p¨²blico para alcanzar un v¨ªnculo tan estrecho como el del actor en el teatro o el cantante en un concierto. Ser vanidoso en un campo de f¨²tbol es tan ¨²til como para un goleador ser ego¨ªsta dentro del ¨¢rea. Hablamos de defectos productivos.
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