Antonio Pe?alver: ¡°No fui capaz de defenderme¡±
El subcampe¨®n ol¨ªmpico en Barcelona 92 testifica, junto a varios compa?eros, en el juicio por presuntos abusos sexuales del que fue su entrenador
El decatl¨®n es una competici¨®n de 10 pruebas para todos los atletas, salvo para el subcampe¨®n ol¨ªmpico de Barcelona 92, Antonio Pe?alver, a quien la vida le a?adi¨® el jueves una und¨¦cima: declarar c¨®mo le hab¨ªan robado la ni?ez, la edad de la felicidad ingenua cuya memoria nos salva en la madurez, y hab¨ªan convertido su existir en un tormento ante la persona misma que se la hab¨ªa robado, que le hab¨ªa machacado con sus abusos sexuales, su entrenador, Miguel ?ngel Mill¨¢n, que 35 a?os despu¨¦s de todo le mira con desd¨¦n y cierta expresi¨®n de fastidio, qu¨¦ molestia que me hagan escuchar esto, y bufa y rebufa desde el banquillo de los acusados, y Pe?alver le observa.
Pe?alver, testigo de cargo y v¨ªctima en el juicio en el que la acusaci¨®n particular le pide 21 a?os de prisi¨®n a Mill¨¢n por abusos continuados a dos j¨®venes de Tenerife, declara durante 30 minutos a puerta cerrada. Sale de la sala y en la puerta sonr¨ªe aliviado como quien ha sufrido para llegar hasta all¨ª pero ha visto que el sacrificio merec¨ªa la pena, y describe la und¨¦cima prueba, que cree que ha superado con holgura. ¡°Ha sido¡±, compara, ¡°como en la competici¨®n de p¨¦rtiga cuando, con el estadio vac¨ªo porque es a la hora de comer y no hay m¨¢s pruebas en el mundo, te enfrentas a la primera altura, con dolor de piernas porque es la tercera prueba del d¨ªa y llegas cansado, y con el miedo a no poder superarla¡±.
Despu¨¦s, reflexiona, lejos de ¨¦l el deseo de seguir comparando la vida con una carrera atl¨¦tica cuyo momento de m¨¢s gloria, su medalla de Barcelona 92, lo celebr¨® abrazando como loco a su entrenador-torturador y pensando al mismo tiempo, ¡°?qu¨¦ mierda estoy haciendo abrazando a este individuo!¡±. ¡°Verlo ahora, sabiendo que ha vuelto a enga?ar a todo el mundo y ha hecho todo lo que le ha dado la gana, me ha dado un poco de rabia, un poco de ganas de que de verdad todo esto acabe y ya no haya posibilidad de que toque a nadie m¨¢s¡±, dice. ¡°Espero que se haga justicia. Este esfuerzo tiene que tener su recompensa. De la forma que sea, como sea, que jam¨¢s, jam¨¢s, tenga la oportunidad de hacer nada a ning¨²n ni?o m¨¢s. Eso es el objetivo¡±.
Antes que Pe?alver, el m¨¢s conocido y admirado, el considerado Superman del atletismo espa?ol, el chico 10 que todos los j¨®venes so?aban con ser, hab¨ªan declarado como testigos-v¨ªctimas-acusaci¨®n media docena m¨¢s de atletas que denuncian tambi¨¦n los abusos por parte de Mill¨¢n y la indiferencia de todos los que les rodeaban y sab¨ªan.Despu¨¦s de Pe?alver declar¨® media docena m¨¢s, ya no tan chavales c¨®mo los j¨®venes de Tenerife que lograron que finalmente se enjuiciara a Mill¨¢n. Son sus compa?eros de Alhama. ¡°Que un tipo como yo y que se?ores de 50 tacos de pronto se metan en este fregado no es por gusto, no es por un capricho: tenemos dentro mucha mierda que tenemos que sacar y tenemos que ayudar a que a nadie m¨¢s le pase. Ya sienta bien hablar, la verdad¡±, dice a la puerta de los juzgados, en una improvisada zona de mixta ante c¨¢maras que retratan inclemente las arrugas de su rostro, la marca de la vida, el cansancio. ¡°Despu¨¦s de declarar, al cabo de un rato sientes que has eliminado un poco de veneno. Afortunadamente no estamos hablando de los a?os 80 ¨® 90, cuando todo el tratamiento de estos asuntos era un poco como que se pensaba que call¨¢ndolo se proteg¨ªa a la v¨ªctima. Es todo lo contrario. La experiencia personal me dice es que lo mejor desde el primer d¨ªa es airearlo lo m¨¢s posible. Cada vez que cuentas esto, cada vez que hablas, es un poco que te quitas del da?o que va a permanecer contigo toda tu vida. La forja de esa forma de sentir y de someterse es algo que sigue ah¨ª, El miedo no se puede evitar, lo que pasa que ya tengo 50 a?os y al segundo siguiente me doy cuenta de que es irracional, pero sigue existiendo ese impulso de miedo¡±.
Sensaci¨®n de culpa
Como todos sus compa?eros que volaron desde Murcia el mi¨¦rcoles para declarar, como todas las v¨ªctimas canarias, Pe?alver sufre de una sensaci¨®n de culpa permanente, un creer que si alguien le machaca no es responsabilidad de quien le golpea sino suya porque seguro que algo malo ha hecho para merecerlo, explica, que hace que le cueste much¨ªsimo defenderse de los ataques de nadie. ¡°Llevo toda mi vida acudiendo a terapia porque a partir de un momento de mi vida, a los veintitantos a?os, me di cuenta de que algo no funcionaba bien. Con la terapia intento simplemente ser persona para poder vivir y para poder gestionar sentimientos que no sab¨ªa de d¨®nde ven¨ªan, aislamiento, soledad, indefensi¨®n...¡±, explica. ¡°Cuando me llaman en 2016 para pedirme ayuda, se me cay¨® el alma a los pies. A pesar de los esfuerzos que hicimos desde all¨ª para intentar advertir a todo el mundo de que el peligro estaba ah¨ª, pese a que parec¨ªa que hab¨ªa una voluntad de redenci¨®n, darte cuenta de que hab¨ªa seguido, el sentimiento de culpa, no fui capaz de defenderme, no fui capaz de hacer nada, pues vuelve, y es de las cosas que m¨¢s da?o hacen¡±.
Durante su testimonio, que precedi¨® al del presidente de la federaci¨®n espa?ola entre 1989 y 2016, Jos¨¦ Mar¨ªa Odriozola, quien neg¨® cualquier conocimiento y cualquier responsabilidad, las preguntas que Pe?alver sinti¨® m¨¢s agresivas fueron las del abogado de la federaci¨®n, quien lleg¨® a recriminarle haber formado parte de la junta directiva de Odriozola de enero a noviembre de 2016. ¡°Y yo no supe qu¨¦ decirle, ya digo que soy incapaz de responder a los ataques de los dem¨¢s¡±, confiesa Pe?alver, quien, pese a sus miedos, pese a su culpa, tuvo el valor de dar un testimonio hace dos a?os clave para que Mill¨¢n fuera procesado.
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