El Liverpool deja pasar la ocasi¨®n de dispararse hacia el t¨ªtulo
El l¨ªder de la Premier no pasa del empate en casa ante el Leicester y apenas gana un punto respecto al derrotado Manchester City, que se queda a cinco de distancia
La cuenta final muestra que el Liverpool ha aumentado su distancia respecto al Manchester City al frente de la Premier. Pero cerr¨® la jornada con un regusto amargo porque pod¨ªa haberse disparado siete puntos arriba y se queda cinco por delante tras empatar (1-1) en Anfield con el Leicester. Era el momento de dar el golpe, tras el tropiezo del equipo de Guardiola en Newcastle 24 horas antes, pero hubo fiasco y donde menos parec¨ªa que pod¨ªa haberlo porque el Liverpool es solvente en su campo, donde est¨¢ a punto de cumplir casi dos a?os sin caer en partido de liga.
LIVERPOOL, 1 - LEICESTER, 1
Liverpool: Alisson; Henderson, Matip, Van Dijk, Robertson; Wijnaldum, Keita (Lallana, m. 66), Shaqiri (Fabinho, m. 66); Salah, Firmino (Sturridge, m. 81), Man¨¦. No utilizados: Mignolet, Lovren, Camacho y Origi.
Leicester: Schmeichel; Ricardo, Evans, Maguire, Chilwell; Albrighton, Mendy, Ndidi, Gray (Okazaki, m. 84); Maddison (Choudhury, m. 75); Vardy (Iheanacho, m. 89). No utilizados: Ward, Morgan, Simpson y Barnes.
?rbitro: Martin Atkinson. Amonest¨® a Matip y Maguire
Goles: 1-0, min. 2. Man¨¦; 1-1, min. 45, Maguire
Anfield. 54.000 espectadores.
Al Liverpool le empuja la codicia por la gloria, el sentimiento individual y colectivo de que la tocan con las yemas de los dedos. Porque al margen de la fecunda historia de un club que ha ganado cinco copas de Europa y 18 Ligas, si este equipo alza esta primavera la Premier League quedar¨¢ marcado para siempre: ser¨¢ el que devolvi¨® el liderazgo del f¨²tbol ingl¨¦s al club tras nada menos que 29 a?os de abstinencia. Algo impensable cuando en 1990 lo logr¨® con Kenny Dalglish como jugador-entrenador.
Con el combustible de esa expectativa los obst¨¢culos parecen m¨¢s accesibles. Pero, aunque de inicio pareci¨® una peque?a valla, el Leicester acab¨® por convertirse en un muro. El equipo que prepara J¨¹rgen Klopp salt¨® al c¨¦sped de Anfield con la inquietud del estado del tepe, nada adecuado para quien se supone que sabe exponer y m¨¢s si su idea pasa por buscar r¨¢pidas transiciones. Hac¨ªa fr¨ªo y ca¨ªa sobre Liverpool una nevada. Al empezar a rodar la pelota se pudo apreciar que en algunas zonas, especialmente hacia la meta que empezaban a atacar los reds, no rodaba con facilidad. No hubo caso. Antes de que unos y otros se acomodasen marc¨® Sadio Man¨¦ tras revolverse con inaudita facilidad en el ¨¢rea.
Se presum¨ªa un partido, pero el gol abri¨® otro. El Liverpool rebaj¨® el ritmo respecto al desenfreno con el que se suele manejar. Busc¨® la posesi¨®n en sectores donde no pod¨ªa trascender, quiz¨¢s lo hizo para animar al Leicester a abandonar el repliegue y encontrar espacios para da?arle. Y el rival se le anim¨®, poco a poco, con tiento. Lo hizo hasta que lleg¨® al gol en la ¨²ltima jugada de la primera parte y se dispar¨® a por el triunfo en los diez primeros minutos de la segunda. Debi¨® marcar ah¨ª el Leicester ante un rival irreconocible, golpeado. Pareci¨® como si el Liverpool hubiese metido el partido en el congelador. De hecho eso era Anfield, una gigantesca nevera por m¨¢s que con el paso de los minutos la nevada remitiese. Y tanto lo enfri¨® que se qued¨® congelado hasta que el arre¨®n rival les meti¨® en el microondas.
Se peg¨® un calent¨®n final el Liverpool, atorado en el rombo que tantas veces le da vida, con Wijnaldum en el pico trasero y Firmino en el delantero, como mediapunta liberado. Apenas cre¨® ocasiones de gol, algo inaudito en un equipo tan prol¨ªfico en ataque, as¨ª que Klopp tom¨® el bistur¨ª con algo menos de media hora por jugar. Retir¨® del campo a los dos interiores, Shaqiri y Keita, llam¨® a Fabinho para conformar un doble pivote con Wijnaldum y abri¨® a Lallana a la izquierda para llevar a Man¨¦ a la derecha en un tr¨ªo de mediapuntas. Salah era el delantero, tan m¨®vil como en esta ocasi¨®n sin colmillo. Todo fue en vano.
Y eso que, bien fuera por el cambio, bien porque el anuncio del final invitaba a tomar los roles establecidos, el campo se inclin¨® hacia Schmeichel. Claude Puel, el t¨¦cnico visitante, quit¨® talento del campo, retir¨® a Maddison y se aprest¨® a salvaguardar el empate. Lo hizo sin mayores apuros. El Liverpool apenas se activ¨®, renunci¨® a correr y cuando quiso hacerlo no tuvo camino en el que galopar. Su ¨²ltimo plan consisti¨® en colocar centros al ¨¢rea, hu¨¦rfano de Firmino, al que renunci¨® Klopp en el ep¨ªlogo. Pudo ganar si el arbitro interpreta un penalti, que lo pareci¨®, en un encontronazo de Ricardo con Keita. Pero no lo mereci¨®.
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