Mala sangre
La primera vez que hubo v¨ªctimas en un Chicago-Albo fue en 1928: desde el primer gol, ambas aficiones se agredieron con pu?os, palos y piedras; el partido pas¨® a ser considerado un ¡°cl¨¢sico¡± argentino
El jueves se sortearon las primeras eliminatorias de la Copa Argentina de f¨²tbol. Lo que se llama treintaydosavos de final. Poca emoci¨®n, ?no? Pero result¨® que tras la bola del Club Atl¨¦tico Nueva Chicago, de Primera B Nacional, o sea, Segunda, sali¨® la del Club Atl¨¦tico All Boys, de Primera B Metropolitana, o sea, Tercera. Uy, dijo todo el mundo. Y se hizo algo que en otros lugares habr¨ªa quiz¨¢ escandalizado un poco, pero aqu¨ª apenas levant¨® alguna ceja: se volvi¨® a meter en sorteo a All Boys. Finalmente, a Chicago le toc¨® Central de C¨®rdoba y a All Boys, Sarmiento.
?La explicaci¨®n? Corre mala sangre entre ambos clubes. ¡°Cuesti¨®n de seguridad¡±, dijo la organizaci¨®n para justificar el arreglo. Se trata de una larga historia.
A principios del siglo XX, se instal¨® un gran matadero con frigor¨ªficos en los confines suroccidentales de la ciudad de Buenos Aires. La zona empez¨® a ser denominada Nueva Chicago, porque se comparaba con el gran centro estadounidense de sacrificio y despiece vacuno. Hoy el barrio, plenamente urbanizado, se llama Mataderos. Pero en 1911, cuando un grupo de chavales decidi¨® formar un equipo de f¨²tbol, el nombre elegido fue Los Unidos de Nueva Chicago. Se vistieron de verde y negro.
En esa misma ¨¦poca, a poca distancia del matadero, hab¨ªa una estaci¨®n que durante a?os hab¨ªa constituido el t¨¦rmino del Ferrocarril Oeste, la primera l¨ªnea ferroviaria de Buenos Aires. La estaci¨®n se llamaba La Floresta porque lo ¨²nico que exist¨ªa all¨ª era un bar de gran (dicen que grand¨ªsima) animaci¨®n nocturna con ese nombre. Poco a poco, la zona se urbaniz¨®. En 1913, varios vecinos de Floresta fundaron un club local con el nombre de Club Atl¨¦tico All Boys. Se vistieron de blanco con ribetes negros.
Chicago y Albo, como se conoce a All Boys, se enfrentaron por primera vez el 31 de agosto de 1919. Se disputaban el liderazgo de la Zona Oeste de la Divisi¨®n Intermedia. No hubo v¨ªctimas. Eso lleg¨® en 1928, durante un encuentro amistoso en un campo neutral, el de Estudiantil Porte?o. Albo gan¨® 3-2. Desde el primer gol, ambas aficiones se agredieron con pu?os, palos y piedras. Seg¨²n las cr¨®nicas, fue algo muy, muy violento. Por razones idiosincr¨¢ticas, el Chicago-Albo pas¨® a ser considerado desde ese d¨ªa un ¡°cl¨¢sico¡± del f¨²tbol argentino.
Chicago y Albo han pasado largas ¨¦pocas sin verse las caras, por militar en categor¨ªas distintas. Pero cada vez que se enfrentan la tensi¨®n es alt¨ªsima. El 16 de noviembre de 1996 tuvo que cargar la polic¨ªa a caballo, hubo ocho heridos de consideraci¨®n (dos de ellos polic¨ªas) y m¨¢s de veinte detenidos. El 21 de octubre de 1997 los detenidos fueron 60, con grandes destrozos tanto en el Estadio Islas Malvinas (de All Boys) como en la v¨ªa p¨²blica.
Hay quien dice que la violencia en el f¨²tbol argentino podr¨ªa arreglarse si se cortaran los lazos entre directivos, barrabravas, mafias, tribunales y organizaciones pol¨ªticas. Desde luego, esas conexiones subterr¨¢neas contribuyen a agravar el problema. Pero hay quien opina, como el profesor Julio Frydenberg, autor de una notable Historia social del f¨²tbol, que el mal es end¨¦mico. ¡°Siempre hubo violencia y barras¡±, dice. En su libro explica que los aficionados se formaron en un entorno de conciencia barrial y enemistad con los barrios vecinos, y que desde el principio quisieron ¡°incidir activamente en el juego mediante la expresi¨®n de sus sentimientos, ya fuera arrojando naranjazos o botellas o invadiendo el campo de juego como una forma de reclamar justicia y poner las cosas en su sitio¡±.
En fin. Quiso la fortuna que el sorteo de la Copa Argentina, pese al arreglo, le hiciera una mala jugada a los organizadores: si tanto Chicago como Albo ganan la primera eliminatoria, quedar¨¢n emparejados en dieciseisavos. Veremos.
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