Los 61 minutos de gloria de Howard Gayle
El primer jugador negro del Liverpool se convirti¨®, en su ¨²nico partido europeo, en uno de los h¨¦roes que elimin¨® al Bayern de M¨²nich en las semifinales de 1981
Hay h¨¦roes venerados por una trayectoria gloriosa o un puntual gol de videoteca. Pero pocos surgen del m¨¢s completo anonimato durante apenas una hora de su vida para instalarse en la memoria colectiva de los hinchas. Cuando este martes el Liverpool y el Bayern de M¨²nich salten al c¨¦sped de Anfield (21.00, Movistar+ Liga de Campeones), los aficionados ingleses recordar¨¢n que entre ambos equipos suman 10 Copas de Europa y que s¨®lo se han cruzado en una eliminatoria del m¨¢ximo torneo continental. Y entonces evocar¨¢n el nombre de Howard Gayle y el enorme peso que tuvo para que el Liverpool eliminara a los alemanes en la semifinal de 1981, en una campa?a que los brit¨¢nicos rubricar¨ªan en Par¨ªs levantado el trofeo al vencer al Real Madrid.
Tras un empate a cero en Anfield, el Bayern asum¨ªa su condici¨®n de favorito para el choque de vuelta. El Liverpool de Bob Paisley, heredero del legendario Bill Shankly, llegaba con muchas bajas y jugadores tocados. El club teut¨®n presum¨ªa de la pegada de Rummenigge, el cerebro de Breitner y de blindados como Dieter Hoeness o Augenthaler. El gen competitivo del Liverpool se activ¨® cuando sus jugadores vieron c¨®mo se repart¨ªan gu¨ªas de viaje a Par¨ªs por el estadio Ol¨ªmpico de M¨²nich.
Joe Fagan, el asistente de Paisley, azuz¨® el orgullo colectivo pegando en la pared del vestuario la traducci¨®n de una entrevista con Breitner en la que afirmaba que el Liverpool no ten¨ªa imaginaci¨®n. A?os despu¨¦s, el capit¨¢n Ray Kennedy admitir¨ªa no estar muy seguro de la fiabilidad de aquella traducci¨®n. El partido comenz¨® con los locales cargando con furia sobre la porter¨ªa de Clemence. Y a los nueve minutos el Liverpool perdi¨® a su mejor referencia atacante, Kenny Dalglish, lesionado en un tobillo. Ian Rush era su sustituto natural. Pero Paisley introdujo otra imaginativa opci¨®n que marcar¨ªa el rumbo del partido. Howard Gayle, un punta de 22 a?os del equipo reserva que tan solo hab¨ªa jugado un rato con el primer equipo en la campa?a anterior, fue el elegido. Paisley explicar¨ªa despu¨¦s que un observador de la UEFA le hab¨ªa preguntado horas antes qui¨¦n era Gayle. ¡°Si este no lo sabe, los alemanes menos todav¨ªa¡±, pens¨®.
La velocidad de Gayle puso al Bayern al borde de la ansiedad. Sus carreras a campo abierto fueron el mejor argumento ofensivo del Liverpool para mitigar el acoso rival. Le hicieron un penalti de libro que no fue se?alado. El canterano estir¨® de maravilla al Liverpool y cada falta que recib¨ªa era una botella de ox¨ªgeno para un equipo con la condici¨®n f¨ªsica bajo m¨ªnimos. Hijo de emigrantes de Sierra Leona, hab¨ªa nacido en Toxteth, un c¨¦ntrico barrio a orillas del Mersey azotado por el desempleo, los conflictos raciales, el hostigamiento policial y los implacables recortes sociales de Margaret Thatcher. Gayle era el primer jugador negro que hab¨ªa debutado con la camiseta del Liverpool, en una ¨¦poca en la que los abusos racistas eran un trance com¨²n tanto en las gradas como en el c¨¦sped. Apenas tres a?os antes, Viv Anderson, lateral del Nothingham Forest, se hab¨ªa convertido en el primer futbolista negro en vestir la camiseta nacional. Eran las primeras grietas en un muro cimentado con prejuicios at¨¢vicos que en casi todos los estadios ingleses sol¨ªan transformarse en atm¨®sferas violentas plagadas de insultos, sonidos simiescos, pl¨¢tanos volando y un terrible clima de hostilidad.
En M¨²nich, Howard Gayle afirma haber visto aficionados alemanes dedic¨¢ndole el saludo nazi cuando fue sustituido en el minuto 70. Acababa de ser amonestado y Paisley no quer¨ªa afrontar una pr¨®rroga en inferioridad. Desde el banquillo, Gayle vio c¨®mo su compa?ero David Johnson, en el minuto 83 y casi cojo, asist¨ªa a Ray Keneddy para adelantar al Liverpool en el marcador en pleno acoso germano. Poco despu¨¦s Rummenigge firm¨® el empate. El Liverpool resisti¨® el aluvi¨®n de pelotazos sobre su ¨¢rea hasta el pitido final. Los chicos de Paisley estaban en la final.
Gayle apenas volvi¨® a vestir la camiseta del Liverpool en alg¨²n partido liguero para continuar su carrera en clubes de menor post¨ªn. En su autobiograf¨ªa, 61 minutos en M¨²nich, dedica mucha tinta a la denuncia social. Trabaja desde hace a?os para la organizaci¨®n Kick It Out, que lucha en varios frentes contra el racismo y los delitos de odio en el f¨²tbol. Por ese comprometido activismo fue nombrado Miembro de la Orden del Imperio Brit¨¢nico. Pero declin¨® pertenecer a ese egregio club: ¡°Mis antepasados se revolver¨ªan en sus tumbas por c¨®mo el imperio y el colonialismo les esclaviz¨®¡±. Hoy el vestuario del Liverpool es un crisol de razas y religiones. Aquella intensa hora en M¨²nich le hab¨ªa otorgado a Howard Gayle una medalla de campe¨®n de Europa y la posibilidad de convertirse en un potente altavoz de dignidad para seguir luchando contra un ponzo?oso virus que sigue latente.
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