Cazorla brilla en el erial de Anoeta
El Villarreal se aleja del peligro despu¨¦s de ganar a la Real en el minuto 85 con un gol de Gerard Moreno
Dos futbolistas, veinte acompa?antes y un ¨¢rbitro. Con eso se monta un partido de f¨²tbol en Anoeta. O un simulacro de partido como el que perpetraron la Real, a la que hace semanas parece que le pesa la temporada, y el Villarreal, que tiene la clasificaci¨®n encima como una losa.
Los dos futbolistas fueron Oyarzabal y Cazorla, jugadores muy diferentes entre ellos, pero los ¨²nicos capaces de ofrecer algo fuera de lo habitual. Pero al delantero de la Real nadie le acompa?aba en su entusiasmo, ni le escoltaba en sus intentonas contra la porter¨ªa de Andr¨¦s Fern¨¢ndez. A Cazorla, sus compa?eros se le resbalaban como si el c¨¦sped fuera una pista de hielo, fruto de su inconsistencia. Brillaban ambos en el erial de Anoeta, donde el f¨²tbol parece estar en barbecho desde hace semanas.
Probablemente, a los jugadores del Villarreal, a quienes se les supone una capacidad notable para construir un edificio s¨®lido en cada partido, les asusta la situaci¨®n en la que se encuentran, les agarrota las piernas, les nubla la mente. A todos menos a Cazorla, clarividente y fundamental para su equipo en las alegr¨ªas y en las penas. Fue el faro que brill¨® durante todo el partido en el submarino amarillo, el que calibraba todos los pases, el que manten¨ªa la calma en medio de la tempestad, cuando el rival amagaba con achuchar.
La Real es otra cosa. Promete mucho y cumple poco, y su afici¨®n ya no se cree nada. El escepticismo es su estado de ¨¢nimo desde hace ya alg¨²n tiempo, acude al campo por inercia, casi por obligaci¨®n y respeto al escudo, m¨¢s que a los jugadores, que empiezan a escuchar m¨²sica de viento desde las gradas. No ven crecer a su equipo, que mengua a cada partido. S¨®lo Oyarzabal brilla, pero el delantero es una isla en medio de la mediocridad.
Nada pas¨® en la primera parte, porque ni la Real ni el Villarreal aportaron nada a la peque?a historia del partido; nada ocurri¨® en la segunda durante muchos minutos. Oyarzabal lo intent¨® en un disparo que detuvo Andr¨¦s Fern¨¢ndez, pero poco m¨¢s para la Real.
Cualquier observador del partido sab¨ªa que si, al final, pasaba algo diferente, saldr¨ªa de las botas de uno de los dos jugadores que estaban dejando destellos. Para fortuna del Villarreal y desgracia de la Real, fue Cazorla el que marc¨® la diferencia.
En el minuto 85, el centrocampista asturiano lanz¨® un c¨®rner con la derecha. El rechace le lleg¨® de nuevo, se deshizo de un defensa y centr¨® con la izquierda, en una par¨¢bola perfecta que Gerard Moreno agradeci¨® con un cabezazo que Rulli s¨®lo pudo tocar antes de que se colara en la porter¨ªa.
La alegr¨ªa en el banquillo del Villarreal fue indescriptible; la decepci¨®n en la grada de Anoeta, tambi¨¦n. La Real pena en las ¨²ltimas jornadas, pase¨¢ndose como una sombra por el c¨¦sped, mientras su rival, aunque sabe que deber¨¢ sufrir hasta el final, se va de San Sebasti¨¢n con una gran parte del trabajo adelantado. Gracias a Cazorla, su salvavidas. Oyarzabal se ahog¨® en el naufragio de su equipo.
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