Y despu¨¦s de la victoria, ?qu¨¦?
Jos¨¦ Lobo cartograf¨ªa en 'Yonkis y gitanos' su pasi¨®n por el Sevilla
Lo reconozcan o no, todos los seguidores de equipos que nunca han ganado un t¨ªtulo sue?an con lograrlo alg¨²n d¨ªa. Tambi¨¦n aquellos que animan a una entidad con alg¨²n trofeo en sus vitrinas pero que, por cuestiones de cronolog¨ªa, no lo vieron con sus propios ojos y ni tan siquiera pueden buscarlos en blanco y negro en Internet. Cuanto m¨¢s tiempo pasa, m¨¢s se perfecciona ese anhelo en la mente del hincha. Luego, la realidad es que tras una victoria hist¨®rica la vida sigue. Tambi¨¦n despu¨¦s de una derrota. Hay que tener cuidado con las expectativas.
¡°Tan normal como otro partido cualquiera. Pensabas que el d¨ªa que el Sevilla ganase un t¨ªtulo se abrir¨ªan los cielos, aparecer¨ªa un t¨ªo con barba y un tri¨¢ngulo encima de la cabeza y, mientras un coro angelical entona el Sederunt Principes, te dijera: '?Lo ves, cacho mam¨®n? ?Ves c¨®mo todos estos a?os iban a tener recompensa? ?Ves c¨®mo hab¨ªa que perseverar despreciando la raz¨®n, el sentido com¨²n y hasta el m¨¢s elemental decoro? Anda, ve y vive. Tu fe te ha salvado'. Algo, co?o; alguna se?al. Pues no. No pas¨® nada¡±. Este es solo uno de los muchos y singulares pensamientos que se encuentran en Yonkis y gitanos (Libros del K.O.), en el que Jos¨¦ Lobo cartograf¨ªa su pasi¨®n por el Sevilla. ¡°A?os pensando en lo jodido que es perder siempre cuando lo que de verdad es terrible es ganar y ver que la victoria est¨¢ vac¨ªa¡±, dice.
A Lobo la afici¨®n le lleg¨® por la v¨ªa paterna en un partido del filial sevillista. Y le sucedi¨® lo que a tantos otros ni?os que debutan en un estadio: que comenz¨® a hacerse preguntas que quedar¨ªan ah¨ª, por los siglos de los siglos, sin resolver. Porque en aquel partido el filial ganaba por nueve goles a cero, y a aquel joven espectador lo que m¨¢s le intrigaba era saber qu¨¦ soluci¨®n le dar¨ªan si hubiera un d¨¦cimo gol, ya que el marcador era de tablillas y solo admit¨ªa una por equipo. Aquel tanto nunca lleg¨®, pero supuso el inicio de una peculiar historia de amor por un club. Merece (mucho) la pena conocerla.
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