El Madrid consuma el estr¨¦pito ante el Betis
El conjunto de Quique Seti¨¦n derrota con enorme superioridad al cuadro de Zidane, que volvi¨® a mostrarse como un equipo menor
No hay mal que 100 a?os dure. O s¨ª. Desde luego, 11 partidos bien pueden llegar a parecerse a un siglo, sobre todo cuando todo sale peor que mal. Es lo que tiene caer a lo grande, que se recuerda m¨¢s que ganar, porque las gestas tienen mala memoria. No olvidar¨¢ el Madrid una temporada terrible, redondeada con una derrota ante el Betis tan merecida como descriptiva. La postura final de los jugadores, de cuclillas, dibuja una realidad a medio plano. Viven m¨¢s cerca del suelo que del cielo. Termina el suplicio para un Zinedine Zidane que acab¨® tambi¨¦n con las manos en los bolsillos, buscando trucos que no aparecen. Pero que deben manifestarse para cambiarle el paso de un equipo en ruinas. Ese es el reto para el t¨¦cnico franc¨¦s, may¨²sculo para cualquier profesional del f¨²tbol. Estimulante para cualquier amante del riesgo.
La vara de medir al Madrid en los ¨²ltimos partidos de la temporada ha sido un elemento casi m¨ªstico. Ha fluctuado alrededor de tantas variables que ninguno de los resultados ofrecidos bareman lo ocurrido en una temporada ajena a la l¨®gica. Zidane volvi¨® de nuevo a encomendarse a la alternancia como herramienta de cambio, de ah¨ª que haya presentado todo tipo de alineaciones en los 11 partidos intrascendentes que le ha tocado dirigir desde el banquillo.
Asegur¨® antes del cierre de la Liga que no habr¨ªa homenajes porque no aseguraba que hubiera salidas acordadas, pero ante el Betis coloc¨® a Keylor Navas en la porter¨ªa para regocijo de una afici¨®n que lo observaba con ojos melanc¨®licos. Como cuando acaba el verano. O parece que la primavera se esconde entre las nubes, como este domingo en Madrid.
El costarricense, de car¨¢cter introvertido, aplicado hasta la extenuaci¨®n en su oficio, se erigi¨® en gur¨² del grupo antes de empezar el encuentro. Lider¨® la pi?a previa al comienzo de un partido que destilaba m¨¢s sentimiento que f¨²tbol. Porque el Madrid navega por aguas desconocidas, gigantescas, con patr¨®n pero sin barco. Con la tierra prometida a lo lejos, muy lejos.
La inseguridad es un s¨ªntoma f¨¢cilmente reconocible en un futbolista. Modifica la anatom¨ªa del sujeto. Las piernas se descoordinan, las rodillas bailan a destiempo, y el pie se convierte en un elemento s¨®lido, sin flexibilidad. El problema mayor de este cuadro es que resulta contagioso. Nacho, Varane y Valverde fueron ante el Betis los primeros afectados. A Llorente le cost¨® algo m¨¢s agarrar la bicha. Pero cay¨®. Son escasos los anticuerpos de un Madrid que solo piensa en revisarse de arriba abajo. Tiene mucho donde mirar.
El Betis se aprovech¨® por muchos momentos de esa nader¨ªa. Tampoco es que el conjunto andaluz ande sobrado de recursos, pero al menos los tiene ordenados. Por momentos excesivamente dirigidos, pero el dise?o est¨¢ presente. Domin¨® el bal¨®n pero no las mejores ocasiones, lo que viene a ser como pasear pero perderse por el camino. Vinicius y Brahim transmitieron algo m¨¢s de miedo que media docena de posesiones del Betis. Hasta varios disparos desde lejos inquietaron a Pau L¨®pez. Keylor Navas solo tuvo trabajo directo en una vaselina que le tir¨® Lo Celso. El equipo de Seti¨¦n manej¨® los tiempos de la historia, pero nunca pareci¨® llegar a implantar del todo su argumento.
Perdido en la creaci¨®n, con Modric oscurecido y sin ninguna luz alrededor, el juego del Madrid se limit¨® a que alguna de las bicicletas de Vinicius engranara la marcha. Ni siquiera Benzema encontr¨® alg¨²n interruptor. El Betis se aliment¨® de esa incertidumbre para poco a poco generar m¨¢s ocasiones claras. Carvajal derrib¨® a Junior cuando este cabalgaba a dos zancadas de plantarse solo ante Navas y Undiano Mallenco le perdon¨® la expulsi¨®n. Quiz¨¢s porque se trataba de su ¨²ltimo partido tras 19 temporadas en el mundo del arbitraje, y queda feo eso de aguarse la fiesta propia.
Encontr¨® su premio el Betis en una de sus creaciones por la banda izquierda. Guardado, poco fino hasta el momento, centr¨® con calidad a ras de c¨¦sped para que Loren rematase a bocajarro ante Navas. El gol es un premio escaso en las composiciones b¨¦ticas, pero cuando asoma lo hace con elegancia. Le gust¨® el sabor al equipo de Seti¨¦n, que tuvo por dos veces en las botas de Lo Celso la oportunidad de agrandar una herida que no iba a quedarse as¨ª. Jes¨¦ culmin¨® una nueva internada por el costado izquierdo, esta vez de Junior, para superar sin oposici¨®n a Navas.
No lo ten¨ªa planificado Zidane antes del segundo gol, ni a tenor de los calentamientos realizados durante el encuentro tampoco era algo que ocupase su mente antes. Asensio, Isco y Lucas V¨¢zquez fueron los cambios que realiz¨® el franc¨¦s en la segunda mitad, y aunque no arreglaron nada, evidenciaron una realidad casi t¨¦rmica. Bale, en el banquillo tras dos partidos fuera de la convocatoria, sigue sin quemarse en un asiento al que su entrenador le sube permanentemente la temperatura buscando una explosi¨®n que no llega. Y ese solo es uno de los m¨²ltiples incendios que no consigue apagar.
La vara de medida para Zidane no estaba calibrada a tan bajo nivel, pero desde ma?ana se erigir¨¢ unos cuantos metros m¨¢s por encima de lo que jam¨¢s hubiera imaginado. Otra cosa ser¨¢ ver c¨®mo la salta.
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