C¨®mo acab¨® la bici de Roglic en la baca del Movistar
Sciandri, director del equipo espa?ol, auxili¨® al holand¨¦s del Jumbo Tolhoek, que le hab¨ªa dejado su montura al esloveno
¡°Nibali ser¨¢ nuestro buld¨®cer. Iremos a su rueda. ?l matar¨¢ a Roglic y nosotros remataremos a los dos¡±. As¨ª imagina la carrera Max Sciandri, el director toscano que ha fichado el Movistar. As¨ª har¨¢ Carapaz para ganar el Giro, fabula.
Sciandri es un observador y un estratega que acab¨® la etapa del domingo quit¨¢ndole los pedales a la bicicleta del esloveno, averiada, y carg¨¢ndola en la baca de su coche. Ocurri¨® justo antes del ataque de Nibali en el Civiglio y su descenso veloz hacia el lago de Como con Carapaz controlando que provoc¨® la primera crisis del Roglic imbatible. El esloveno, que perdi¨® 40s, cruz¨® la meta montando la bici con el n¨²mero 177, la de su compa?ero en el Jumbo Tolhoek, mientras la suya, la 171 viajaba en el coche rival, buen samaritano. Fue un gesto no inhabitual en el pelot¨®n, donde prima la solidaridad siempre que no ponga en riesgo el resultado.
A apenas 20 kil¨®metros de la meta, camino del Civiglio, Roglic sufri¨® una aver¨ªa. Su bici de repuesto estaba unos kil¨®metros antes porque el director que la transportaba se hab¨ªa detenido a orinar, as¨ª que no tuvo m¨¢s remedio el esloveno que pedirle a su compa?ero Tolhoek que le prestara su bici, la 177, para terminar la etapa. En cuanto se enter¨® por la radio, Boven, que acababa de volver al volante, aceler¨® su coche como si corriera un rally y, acompa?ado del molesto tintineo que le avisaba de que no llevaba puesto el cintur¨®n de seguridad, adelant¨® a 16 coches de equipo que le anteced¨ªan, pas¨® de largo a Tolhoek sin verlo siquiera, y lleg¨® a Roglic, que pedaleaba inc¨®modo en bici ajena. Al verlo, sac¨® un bid¨®n de agua por la ventanilla y le dijo que se agarrara. Le arrastr¨® 6s. ¡°Cambiamos de bici m¨¢s tarde¡±, le avis¨®. El cambio nunca se produjo.
Tolhoek se qued¨® en la cuneta esperando que llegara su repuesto, que nunca lleg¨®, y as¨ª se lo encontr¨® Sciandri, con la bici rota de Roglic a sus pies. El director del Movistar se par¨® y le ofreci¨® una de las Canyon de su equipo. Tolhoek acept¨® pero comprob¨® que las calas de su Bianchi, Shimano, no entraban en los pedales Campagnolo del Movistar. Pacientemente, Sciandri, desenrosc¨® los pedales de ambas bicis y los intercambi¨®. Tolhoek, sus males reparados, sigui¨® hasta meta, y la bici de Roglic, con los pedales cambiados, en la baca tambi¨¦n.
¡°Cuando conduzco entre coches de equipo me gusta ver c¨®mo los conducen los rivales porque me dice mucho de qu¨¦ planes tienen para la etapa, del estado de sus l¨ªderes, de muchas cosas¡±, explica Sciandri. ¡°E, incluso antes de la aver¨ªa de Roglic, el del Jumbo estaba muy nervioso. Conduc¨ªa con mucha brusquedad, frenazos, bandazos¡ Era una se?al de que algo no marchaba. Yo he hecho muchas veces la Lombard¨ªa, que tiene el mismo final que la etapa del domingo, y llegado a ese punto siempre he tenido ganas de orinar, porque es un m¨ªnimo momento de relajo despu¨¦s del estr¨¦s sufrido subiendo y bajando el Ghisallo y Sormano¡ Pero nunca me he parado, claro. Siempre hay que estar pegado al l¨ªder, no dejarle solo ni un segundo¡¡±
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