Tony Parker, el talento esculpido
Jam¨¢s intu¨ª que en el base franc¨¦s, reci¨¦n retirado, se acabar¨ªan dando las condiciones para dominar a los mejores jugadores del mundo
Ahora que anuncias la retirada, puedo por fin contarte que mi agente te salv¨® la carrera deportiva. Estaba jugando en la Liga francesa hace 20 a?os, no me renovaron el contrato, y cuando me pregunt¨® por mis apetencias, mi respuesta fue indudable: "Si me dejan entrenar con el equipo de Par¨ªs, me veo arrebatando el puesto al base suplente de Laurent Sciarra. Lo he visto jugar contra nosotros, y claramente me necesitan". Me dijo que lo iba a mirar... y todav¨ªa estoy esperando su respuesta.
Lo que entonces quise ver, haciendo l¨®gicamente de mi necesidad virtud, era un potente y privilegiado f¨ªsico lleno de una juventud sin demasiado control. Lo que jam¨¢s intu¨ª, es que en ti se acabar¨ªan dando las condiciones para dominar a los mejores jugadores del mundo, desde la altura del base de toda la vida, y encima en un idioma diferente de partida.
La tradici¨®n francesa de buenos jugadores es tan antigua como la vida de Europa en el baloncesto de ¨¦lite. Pero durante mucho tiempo, vuestro baloncesto fue mucho menos competitivo, eso es cierto. Italia ten¨ªa a Marzorati, que llevaba el partido a una mesa de arquitecto, con plazos de entrega estipulados y se?al de prohibido correr. Espa?a contaba con Juanito Corbal¨¢n, paqueter¨ªa expr¨¦s al servicio de sus aleros y pivots bajos. Dos tipos, ambos, a los que encargar la custodia de cualquier partido de la m¨¢xima. En Francia lleg¨® algo despu¨¦s Fred Hufnagel, al que solo le faltaba la camisa hawaiana enmarcando sus pelos y sus reversos con tiros de nueve metros (hubo genios antes que Curry), con esa necesidad de pasarse el bal¨®n entre las piernas.
Italia y Espa?a os ganaban. Pero Francia nos molaba. Y ni te cuento cuando apareci¨® Richard Dacoury. C¨®mo no etiquetar cualquier partido con uno de sus saltos.
Te perdiste por poco aquella rareza que signific¨® vuestra medalla de plata en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney 2000. All¨ª empez¨¢bais a combinar la exhuberancia f¨ªsica con la disciplina t¨¢ctica del alt¨ªsimo rendimiento. Bilba, Bonato; Risacher, Rigaudeau; Mousse Sonko, Sciarra, Fred Weiss, Laurent Foirest¡ Admite bastante bien la comparaci¨®n con equipo con el que por fin os llevasteis el oro en 2013. Boris Diaw, Nando de Colo, Nico Batum, Joff Lauvergne y t¨²; vaya quinteto. Un grupo que hubiera logrado todav¨ªa mucho m¨¢s de no haber tenido enfrente tantas veces a la mejor Espa?a de la Historia.
Pese a mis mejorables intuiciones, tu elecci¨®n en el draft auguraba asuntos serios a tener en cuenta. Y llegaron pronto. Dicen que, en la NBA, no cuenta tanto d¨®nde sino c¨®mo aterrizas. San Antonio era un equipo s¨®lido, con un entrenador ya muy respetado, y que encima necesitaba a un jugador como t¨². O, mejor dicho, al jugador que una franquicia tan s¨®lida es capaz de esculpir. El talento lo ten¨ªas, tambi¨¦n esa cierta potencia sin control; te faltaba un buen maestro. Y quien mejor que Popovich para sacar de tu molde a uno de los mejores manejadores de juego en lo que llevamos de siglo.
Uno intuye que el ecosistema Spurs tiene mucho que ver en la disposici¨®n del jugador. Pero sin los mimbres no hay obra. Y t¨² los ten¨ªas. Un f¨ªsico privilegiado; brazos largos, patas fuertes y capaces de ir hacia arriba delante de los gigantes. Y algo siempre diferencial; la fuerza natural en frasco peque?o. Lo que asegura un tipo de juego que permite el choque. Contigo y con Manu Ginobili, no ten¨ªa Tim Duncan solamente dos compa?eros que se entend¨ªan con una mirada, tambi¨¦n contaba con un tipo de jugador exterior que pod¨ªa poner el list¨®n de la exigencia f¨ªsica muy alto.
Tu retirada marca el final del ¨²ltimo gran tr¨ªo del baloncesto NBA. Algunas voces ya lo encumbran al lugar de honor m¨¢ximo. Y no van mal encaminados. Al menos podr¨ªa pelear con todos los dem¨¢s. Duncan, Parker y Ginobili, por este orden. Un p¨ªvot, un base y un alero de ¨¦poca. Y, quitando este ¨²ltimo a?o tuyo de poca monta en Charlotte, tres hombres fieles a un solo proyecto NBA.
Cuando le dije a mi agente que pod¨ªa ocupar tu lugar hace 20 a?os, creo que en realidad no le estaba mintiendo; sin duda pod¨ªa haberlo hecho al modo de los malos en Space Jam. Meti¨¦ndome en tu cuerpo y en tu mente, y pasando, botando, dirigiendo, y¨¦ndome hacia el aro, chocando con los grandes. En realidad no debe ser nada del otro mundo. Es jugar al baloncesto de base como dicen en tu tierra: comme il faut (como es debido). Pocos lo han hecho a lo largo de este siglo como t¨².
TONY PARKER ha sido durante dos d¨¦cadas jugador de San Antonio, y es el mejor jugador de la historia del baloncesto franc¨¦s.
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