No diga patria, diga decencia
El caso de Rapinoe tiene un apreciable valor pedag¨®gico, porque remite al viejo debate sobre la posici¨®n que deben ocupar los deportistas en el ¨¢mbito pol¨ªtico
Megan Rapinoe es californiana, futbolista y m¨¢xima goleadora de la selecci¨®n de Estados Unidos, que este martes (21.00, Gol) se enfrenta a Inglaterra en las semifinales de la Copa del Mundo. Desde hace a?os destaca por su activismo pol¨ªtico y social. Es una de las principales representantes en la lucha por los derechos de las deportistas norteamericanas. Rapinoe figura entre las impulsoras de la demanda de las internacionales estadounidenses contra su federaci¨®n, a la que acusan de discriminaci¨®n favorable al equipo masculino, en un pa¨ªs donde la selecci¨®n femenina tiene el mejor palmar¨¦s del planeta. Por sus posibles consecuencias, el proceso tiene al deporte en ascuas. Su nombre ha adquirido una gigantesca magnitud despu¨¦s de las cr¨ªticas que ha recibido, v¨ªa Twitter, por supuesto, de Donald Trump, que la ha calificado de irrespetuosa con la patria, la bandera y la Casa Blanca.
Rapinoe hab¨ªa manifestado previamente que no acudir¨ªa a la Casa Blanca si Estados Unidos ganaba el Mundial. Un d¨ªa antes de los cuartos de final contra Francia, reiter¨® su postura. Tampoco dio se?ales de intimidaci¨®n por el revuelo: marc¨® los dos goles de la victoria. Megan Rapinoe considera que su visibilidad como figura del deporte tambi¨¦n le acarrea una responsabilidad social. Casada con Sue Bird, cuatro veces campeona ol¨ªmpica con el equipo de baloncesto de Estados Unidos, es una de las voces m¨¢s conocidas en la defensa de los derechos de la comunidad LGTB. En numerosas ocasiones ha declarado que las pol¨ªticas de la Administraci¨®n Trump se distinguen por el retroceso en el terreno de la igualdad y la lucha contra la discriminaci¨®n racial. Y que har¨¢ todo lo posible por denunciarlas.
Su caso tiene un apreciable valor pedag¨®gico, porque remite al viejo debate sobre la posici¨®n que deben ocupar los deportistas en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Rapinoe sostiene que su condici¨®n de atleta, y de atleta conocida, no limita ninguno de sus derechos como ciudadana y que, como tal, expresa sus opiniones con toda libertad. Si su relevante condici¨®n como futbolista le permite acceder a un universo m¨¢s amplio, es mejor aprovecharlo. Trump representa el modelo cl¨¢sico. Por una parte, en su condici¨®n de presidente de Estados Unidos, se eleva como la voz de la autoridad en materia patri¨®tica. Por otro lado, reduce el campo de los deportistas al de unos entretenedores. ¡°Juega y calla¡±, es su divisa.
Trump ostenta el m¨¢ximo poder ejecutivo en Estados Unidos, pero eso no le convierte ni en el ¨¢rbitro del patriotismo, ni de la raz¨®n. Como pol¨ªtico ha tomado decisiones m¨¢s que discutibles. Como ciudadano suele producir bochorno. Durante la campa?a electoral se difundi¨® un v¨ªdeo en el que se ufanaba de agarrar a las mujeres ¡°por el co?o¡±. Recientemente rechaz¨® una acusaci¨®n de violaci¨®n porque, entre otras razones, proced¨ªa de una mujer que no era su tipo. Para Megan Rapinoe, el presidente de Estados Unidos es un personaje nefasto que merece todo su rechazo.
El modelo cl¨¢sico que defiende Trump se distingue por su hipocres¨ªa. Los mismos que deploran la relaci¨®n deporte-pol¨ªtica no suelen tener el menor reparo en llenar los palcos de pol¨ªticos, de festejar a sus campeones cuando ondean las banderas nacionales, de aprovechar el r¨¦dito que significa fotografiarse con los ¨ªdolos y, si es necesario, reclutarlos para sus intereses partidistas. Les gustan los deportistas domesticados, los que gentilmente aceptan su condici¨®n de neutros ejemplos sociales. Temieron, temen y temer¨¢n a los rebeldes, a los Muhamad Al¨ª, Tommie Smith, John Carlos, Colin Kaepernik o Megan Rapinoe, hasta que la historia emite su veredicto y los convierte en h¨¦roes. Entonces los supuestos detractores de la relaci¨®n pol¨ªtica-deporte olvidan sus prejuicios y se colocan a la cabeza de la manifestaci¨®n.
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