Marsella se queda sin el Tour
El alcalde promete que la carrera no volver¨ªa a la ciudad despu¨¦s de que la etapa de 1971 llegara con dos horas de adelanto por un ataque de Merckx
Gaston Defferre lanz¨® una maldici¨®n sobre el Tour, aquella tarde del 10 de julio de 1971: ¡°Mientras yo sea alcalde, nunca volver¨¢n por aqu¨ª¡±. Defferre, ministro del Interior con Miterrand, alcanz¨® la vara de mando marsellesa en 1953, la dej¨® a su muerte en 1986, y durante ese periodo de tiempo se cumpli¨® su promesa. Marsella, habitual punto de llegada de la carrera a trav¨¦s de la historia, se qued¨® sin Tour. Por culpa de Eddy Merckx.
Dos d¨ªas antes, Luis Oca?a se hab¨ªa vestido de amarillo en Orci¨¨res-Merlette. Se escap¨® en el Walnut Pass y lleg¨® a la meta en solitario, desbancando a Zoetemelk, que era el l¨ªder. Distanci¨® a Merckx, que se quejaba del est¨®mago, en 8m 42s, una ventaja casi definitiva para ganar el Tour. Pero el Can¨ªbal no se conform¨®.
En la jornada de descanso, Oca?a sale relajado a dar una vuelta en bicicleta por la estaci¨®n invernal, junto a su amigo Jacques Anquetil. Merckx y el resto del equipo Molteni no se dejan ver. Han ido a entrenarse a fondo. En la salida del d¨ªa 10, llovizna ligeramente y los ciclistas se ponen el chubasquero para no mojarse. Todos no: el equipo de Merckx sale sin protecci¨®n. Lucien Aimar lo ve: ¡°Me ol¨ª el pastel¡±. Un corredor del Kas lo descubre a ¨²ltima hora, mientras Oca?a, despreocupado, atiende a los periodistas lejos de la l¨ªnea de salida poco antes del banderazo de Felix Levitan, el director de carrera.
Merckx y sus hombres tienen unas muescas en el tubo vertical de sus bicicletas. ?Qu¨¦ significan? Son las marcas de las arandelas del desviador. Lo han subido para poner un plato m¨¢s grande, para rodar. Se lanzan cuesta abajo, Merckx y dos de sus dom¨¦sticos, Wagtmans y Stevens. Tienen que coger carrerilla empujando la bicicleta porque el desarrollo es descomunal. El resto de los corredores del Molteni trata de hacer tap¨®n, sembrar el desconcierto en el pelot¨®n. ¡°Veintisiete curvas negociadas a un ritmo demente¡±, recuerda Aimar. ¡°Merckx, no hay que olvidarlo nunca, siempre ha sido un guerrero capaz de aprovechar la m¨¢s m¨ªnima oportunidad¡±.
Oca?a se queda cortado tras la ca¨ªda de Luis Zubero, del Kas. Es un desastre. Durante cinco horas y 250 kil¨®metros, se mantiene la persecuci¨®n. La diferencia se estabiliza por debajo de los dos minutos, pero el ritmo es infernal. Cuando el Tour lleg¨® a Marsella, con dos horas de antelaci¨®n, la gente a¨²n no hab¨ªa salido a la calle para saludar a los ciclistas. El alcalde, Gaston Defferre, tampoco. Nadie le ha avisado del brutal adelanto. Cuando llega a la tribuna, los ciclistas ya se han marchado y est¨¢n desmontando las vallas. No puede saludar al ganador de la etapa, el italiano Armani, ni al l¨ªder, Luis Oca?a. ¡°Hoy hace calor, pero har¨¢ m¨¢s calor el d¨ªa en que vuelva el Tour¡±, dice encolerizado. La carrera no regresar¨¢ a Marsella hasta tres a?os despu¨¦s de su muerte.
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