El drama de La Rochette
La ca¨ªda de Joseba Beloki en el descenso hacia Gap descafein¨® el Tour de 2003
La can¨ªcula, julio de 2003. El Tour sale de Par¨ªs, donde llovizna. Cumple cien a?os y los organizadores regresan a sus or¨ªgenes, a las afueras de la capital en Montgeron, delante del caf¨¦ Au Reveil Matin ¨Cel despertador¨C, convertido en una cantina mexicana con el paso del siglo. La temperatura es agradable el primer d¨ªa, pero pronto cambiar¨¢ a un calor inmisericorde que abrasa a los ciclistas que giran, como la carrera, en el sentido de las agujas del reloj.
El 12 de julio, el Tour se acerca a los Alpes. En Morzine gana Virenque; en Alpe d¡¯Huez, Iban Mayo. Lance Armstrong sufre, por la temperatura y los rivales, que aparecen debajo de las piedras. El m¨¢s temible es el alem¨¢n Jan Ulrich, pero el m¨¢s persistente es Joseba Beloki, el ciclista alav¨¦s del equipo de la ONCE que ya ha subido tres veces al podio.
Los Alpes son un horno. El 14 de julio, d¨ªa de la fiesta nacional francesa, la carrera circula desde Le Bourg d¡¯Oisans hasta Gap, que suele ser el portal de la cordillera alpina, aunque esta vez es la salida de emergencia hacia el sur. Los corredores se asfixian, se asan sobre la parrilla de un asfalto caliente, pegajoso. En el Izoard, que se desciende por la casse deserte, donde los campeones circulan solos, Armstrong?se ha quedado sin equipo. En el repecho de San Apolinario, una emboscada de siete kil¨®metros, el l¨ªder se ahoga ante el empuje de Beloki, pero resiste. Ataca el vasco nada m¨¢s coronar. Tiene que esforzarse Armstrong, con Mayo, Zubeldia, Hamilton, Ullrich y Vinokourov a la chepa. Queda el puerto de La Rochette, un pe?asco sin pedigr¨ª ciclista, donde Vinokourov ataca para ganar la etapa.
Beloki se pone al frente en el descenso para neutralizar al kazajo. La carretera es estrecha, el asfalto se derrite con el calor, hay baches. En una curva, casi al final del descenso, el vasco frena, la rueda le patina y el tubular trasero se despega de la llanta; la ca¨ªda es inevitable. Armstrong, pegado a su rueda, ensaya una maniobra de emergencia. Esquiva al corredor espa?ol, "un reflejo de supervivencia, he tenido buena suerte", dice despu¨¦s, y se desliza por un campo de cebada reci¨¦n segado. No sabe d¨®nde llegar¨¢. Le acompa?a la suerte. Al otro lado, 200 metros m¨¢s all¨¢, est¨¢ de nuevo la carretera, se incorpora y sigue. Mayo le recrimina su peligrosa maniobra para volver a la ruta.
Vinokourov, por delante, se planta solo en la meta de Gap, donde una bandera tricolor francesa pintada en la carretera, festeja su triunfo. Beloki se queda en la curva. Tiene rota la mu?eca y el troc¨¢nter, un hueso de la cadera. Unos d¨ªas despu¨¦s, ya sin calor, sin Beloki, con Ullrich cay¨¦ndose en las rotondas de la crono de Nantes, el ciclista texano que nunca existi¨®, gana un Tour que nunca gan¨®, aunque en un sembrado de La Rochette hay un camino al que bautizaron "Pasaje Armstrong".
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