El equipo del pueblo
Por m¨¢s que Simeone trate de convencer de lo contrario, cada vez que Jo?o F¨¦lix toca un bal¨®n al Atl¨¦tico se le pone m¨¢s cara de casta
Mucho me temo que la denominaci¨®n "equipo del pueblo" no sea m¨¢s que eso: una etiqueta, un sello lustroso que combina a las mil maravillas con diferentes tipos de relato, un poco como las Converse All Star que van fenomenal para apuntalar toda clase de estilismos. En el mundo hay tantos equipos del pueblo autoproclamados como tales que uno empieza a pensar que, o bien faltan pueblos, o bien sobran equipos, porque las cuentas no salen por ning¨²n lado. La cosa tendr¨ªa cierta l¨®gica si los relatores se limitasen a hablar del equipo de tal pueblo o de tal barrio, incluso del equipo de esta o aquella diputaci¨®n ¡ªcomo se hac¨ªa en Galicia durante los a?os de las vacas gordas¡ª, pero arrogarse el calificativo de equipo del pueblo, sin delimitar espacios ni territorios, no deja de resultar un tanto atrevido y hasta excluyente, al menos con una parte bastante significativa de la poblaci¨®n.
Al Cholo Simeone lo hemos visto ondear esa bandera desde que aterriz¨® en el banquillo del Atl¨¦tico de Madrid, tan empe?ado en proclamar la humildad del Glorioso que por momentos nos hizo comulgar con sus hostias de cart¨®n, que buenas son a falta de pan. Se trataba, supongo, de empatizar con una afici¨®n deprimida que miraba a sus m¨¢ximos rivales tirando comida a la basura y saliendo a bailar con sofisticadas coristas. Tambi¨¦n con una idea que el propio Simeone explicaba en una reciente entrevista al peri¨®dico argentino La Naci¨®n. ¡°Lo m¨¢s sano y lo m¨¢s noble del entrenador es preguntarse: '?Cu¨¢l es la historia de este club?'. E ir moldeando tu estilo de juego a la historia de ese club sin dejar de ser vos¡±, reflexionaba. Sin embargo, da la sensaci¨®n de que el Cholo hizo justo lo contrario desde el comienzo de su aventura madrile?a: articular un relato hist¨®rico que poco o nada tiene que ver con la realidad pero s¨ª con su manera de entender el f¨²tbol, forjarse una coartada excelente para exigir entrega y el punto justo de benevolencia hacia un equipo al que no se le puede imponer ganar a los arist¨®cratas, tan solo pelear con dignidad hasta el ¨²ltimo aliento.
¡°Social, moral y emocionalmente todav¨ªa somos el equipo del pueblo¡±, dijo el otro d¨ªa en Butarque, un campo de propiedad municipal. Trataba as¨ª de puntualizar otra de sus respuestas en la citada entrevista, cuando contestaba con un ¡°no, ya no¡± a la pregunta de si el Atleti segu¨ªa siendo ese ¡°equipo del pueblo¡± que ¨¦l mismo se encarg¨® de rebautizar en tant¨ªsimas ocasiones. El matiz es importante porque reconoce lo evidente (el potencial econ¨®mico de su club), pero sin diluir del todo ese aroma dulz¨®n que desprenden las causas humildes, esa simpat¨ªa de amplio espectro que despierta un David enfrentado a Goliat. No le ser¨¢ f¨¢cil al bueno de Simeone, por m¨¢s que trate de convencernos de lo contrario con su discurso bien articulado: cada vez que Jo?o F¨¦lix toca un bal¨®n bajos los focos del Metropolitano, o los de Butarque, al equipo del pueblo se le pone m¨¢s cara de casta.
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