Ser de Quini
M¨¢s de 50 textos de reporteros, futbolistas, soci¨®logos, pintores, cantantes o dirigentes dibujan la personalidad de esta leyenda del f¨²tbol espa?ol
Enrique Castro, Quini, falleci¨® el 27 de febrero de 2018 en Gij¨®n. Ten¨ªa 68 a?os. Sucedi¨® por la tarde. Las redes de informaci¨®n ¡ªlas profesionales y las personales¡ª comenzaron a encenderse. ¡°Muri¨® Quini¡±, dec¨ªan los mensajes. Esas dos palabras se llevaban consigo a uno de los mejores jugadores de la historia del f¨²tbol espa?ol. Tambi¨¦n una sonrisa permanente y una forma ¨²nica de dar abrazos. Aquellas dos palabras generaron una unanimidad extra?a en estos tiempos de divisi¨®n y cr¨ªtica constante. La ola de admiraci¨®n, cari?o y respeto por la figura del Brujo se a?adi¨® a su palmar¨¦s. Era el retorno de todo lo que ¨¦l hab¨ªa ofrecido a todo el mundo en vida.
Para entender la figura del m¨ªtico delantero asturiano hay que acudir a la imagen que proyect¨® en miles de personas. El libro Yo soy de Quini (Delallama), coordinado por el periodista Monchi ?lvarez, ofrece un espacio para que reporteros, futbolistas, soci¨®logos, pintores, cantantes o dirigentes glosen al que fuera jugador del Sporting de Gij¨®n y del F¨²tbol Club Barcelona. Su recuerdo trasciende a lo deportivo ¡ªcinco veces m¨¢ximo goleador en Primera y campe¨®n de la Copa del Rey o de la Recopa, entre otros¡ª ya que las apariciones de Quini sobre un terreno de juego y tambi¨¦n en el d¨ªa a d¨ªa forman parte de la memoria sentimental de toda una generaci¨®n de aficionados.
M¨¢s de 50 textos que dibujan la personalidad de Quini. El hombre que perdon¨® a sus secuestradores. El se?or que abr¨ªa la maleta llena de regalos promocionales para clientes y los repart¨ªa entre la chavaler¨ªa del barrio. El caballero que, cada domingo, enviaba un mensaje a sus conocidos del Oviedo, el eterno rival del Sporting, para felicitarlos o para animarlos. La leyenda a la que los cr¨ªos ¡ªy no tan cr¨ªos¡ª de Mareo adoraban.
Aquel tipo que una tarde, en su bar de Avil¨¦s, le regal¨® unas botas a un guaje que lloraba porque no ten¨ªa y debutaba al d¨ªa siguiente en f¨²tbol 11 (necesit¨® varios pares de calcetines para que no le bailaran los pies en el interior). Aquellas botas hab¨ªa que pon¨¦rselas. No hab¨ªa otra. Eran de Quini.
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