Una selecci¨®n que respira verdad
Esto provoca un v¨ªnculo con el exterior en el que no s¨®lo nos orgullecemos de sus triunfos, sino que nos embarcamos, desde la distancia, en sus aventuras, encantados de compartirlas
El qu¨¦. Trece a?os m¨¢s tarde, Espa?a vuelve a ser campeona del mundo. El ¨¦xito es colosal y tan dif¨ªcil de prever antes del torneo como lo fue en su momento el triunfo en Jap¨®n. Entre ambos acontecimientos, toda una colecci¨®n de momentos inolvidables. Los oros europeos, las platas ol¨ªmpicas que supieron a oro, los grandes partidos, las grandes angustias, la insistencia, a?o tras a?o, en la excelencia competitiva. La hoja de servicios es de tal longitud y calidad que coloca a la selecci¨®n espa?ola de baloncesto entre los colectivos m¨¢s exitosos de la historia. No ya de esta especialidad, sino del deporte en general.
El c¨®mo. Pero no solo de medallas se alimenta la conexi¨®n emocional de un equipo con los aficionados. Intervienen otros factores, como el camino que eliges para alcanzar tus objetivos, los valores en los que te apoyas para perseguir tus sue?os. El estilo de la selecci¨®n se fundamenta en una ambici¨®n sin l¨ªmites que no les impide el ser humildes, una solidaridad no fingida, sino demostrable (la defensa, clave en este Mundial es, sobre todo, un ejercicio de solidaridad), unas relaciones que van m¨¢s all¨¢ de lo profesional y se entroncan en lo personal y un indisimulado disfrute del juego y la convivencia. No hay imposturas, no hay liderazgos mal entendidos, no hay af¨¢n de protagonismo. Todo est¨¢ al servicio del colectivo. La selecci¨®n respira verdad, y esto provoca un v¨ªnculo con el exterior en el que no s¨®lo nos orgullecemos de sus triunfos, sino que nos embarcamos, desde la distancia, en sus aventuras, encantados de compartirlas.
El cu¨¢ndo. Desde hace unos a?os, una pregunta flotaba en el ambiente: ?qu¨¦ pasar¨¢ cuando se retire definitivamente la generaci¨®n del 80?, factor clave para explicar todo lo ocurrido desde hace casi veinte a?os. La l¨®gica apuntaba hacia cierta orfandad, pues los Pau Gasol, Navarro, Calder¨®n o Felipe Reyes son nombres legendarios. Pero quiz¨¢s nos olvidamos de una cosa. El valor de herencia, el legado recibido. La mayoria de los triunfadores de Pek¨ªn pudieron aprender, al lado de estos jugadores m¨ªticos, que ninguna cota, por elevada que fuese, quedaba fuera de su alcance. Que nadie es mejor que nadie hasta que se demuestra en la cancha. Que los torneos no se ganan en la primera fase, sino en lo cruces. Que si vienen mal dadas, tranquilidad y no perder el foco. Y que el que no est¨¦ comprometido al 100%, que se quede en casa.
La Espa?a liderada ahora por Ricky Rubio, Rudy Fern¨¢ndez o Marc Gasol, ha demostrado en su primera aparici¨®n sin sus grandes tutores que han aprendido perfectamente la lecci¨®n. Con alg¨²n que otro kilo menos de talento, su trayectoria en China habla de la misma confianza, el mismo ardor competitivo, los mismos valores que en los tiempos donde nos sobraba de todo. Nuestras dudas han quedado aclaradas. La selecci¨®n ha perdido nombres de referencia, pero en esencia sigue siendo la misma. Enhorabuena a todos y que siga la fiesta.
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