40 mujeres sobreviven al marat¨®n m¨¢s duro de la historia
La keniana Chepngetich se impone en una prueba disputada a medianoche con 32,7 grados y casi un 73,3% de humedad, en los l¨ªmites de lo soportable
Un joven dir¨ªa que aquello parec¨ªa el final de un botell¨®n que se hab¨ªa torcido. Botellas de agua vac¨ªas desparramadas por el suelo (el botell¨®n ser¨ªa analcoh¨®lico, pues), bolsas de hielo arrojadas derriti¨¦ndose, y en sillas de pl¨¢stico, la mirada perdida, los hombros ca¨ªdos, y el esp¨ªritu, desorientadas, algunas mujeres sudorosas y calladas, rodeadas de asistentes m¨¦dicos que les toman la temperatura y las sepultan en bolsas de hielo a¨²n entero. Y de fondo un tr¨¢nsito constante de grandes buggies de golf convertidas en ambulancias silenciosas que transportan, las persianas bajadas, a j¨®venes al borde del desmayo. Y a otras se las llevan en sillas de ruedas.
Los viejos piensan m¨¢s en la escena final del Danzad, danzad, malditos (o Tambi¨¦n rematan a los caballos, ?no?, como se titula la novela que la inspir¨®), la pel¨ªcula que cuenta la miseria de los maratones de baile que en los a?os de la Gran Depresi¨®n norteamericana atra¨ªan a los pobres desesperados que quer¨ªan ganar unos d¨®lares y acaban como las j¨®venes que en pantal¨®n corto y camiseta agujereada, y una gorra cargada de hielo que se colocan como con pudor en el pecho y luego en la cabeza corren como aut¨®matas, porque el cerebro le ordena a sus piernas que se muevan y avancen, que bailen, aunque sus movimientos sean de zombis. Algunas ni corren, andan haciendo eses.
Podr¨ªa ser eso, y ayuda a imaginarlo el que todo ocurriera casi a las tres de la madrugada y en un decorado de pel¨ªcula ideado por un loco ¡ªcomo un gran parking de coches con enormes torres de iluminaci¨®n y varias pantallas gigantes de televisi¨®n, del tama?o de las de los estadios, ante una tribuna como de hip¨®dromo con cientos de sillones de cuero vac¨ªos, salvo los ocupados por el emir y a algunos de sus jeques con abanicos, y el presidente de la Asociaci¨®n Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), Sebastian Coe¡ª, y con 40 grados de sensaci¨®n t¨¦rmica en el asfalto (32,7 de temperatura, m¨¢s de 73% de humedad). Podr¨ªa ser eso, pero no era eso. Era el final del marat¨®n del Mundial, era la Corniche, el paseo mar¨ªtimo de Doha, donde las torres grandes son hoteles llamados Sheraton y as¨ª, disputado en tales condiciones contrarias a la salud, el deporte y el valor de la competici¨®n que no hab¨ªa ni un espectador al que no le dominara cierta tristeza reforzada por la rabia al ver el sacrificio, casi humillaci¨®n, que se impon¨ªa a algunas de las mejores atletas del mundo. Fueron 42 kil¨®metros y 195 metros. Seis vueltas a un circuito de siete kil¨®metros.
¡°Esto no es un marat¨®n, esto no es deporte, esto es una pachanga¡±, se oye comentar a un reputado t¨¦cnico que sufre observando el pat¨¦tico espect¨¢culo.
¡°?Habr¨ªa sido peor para la reputaci¨®n de la IAAF suspenderlo que disputarlo en estas condiciones?¡±, se pregunta en alto un miembro del equipo sanitario (16 m¨¦dicos y m¨¢s de 40 auxiliares) movilizados. ¡°La IAAF juega con los n¨²meros. Ha decidido por la ma?ana que las condiciones previstas entraban muy justas dentro de los l¨ªmites considerados seguros, entre 28 y 30,9 grados de sensaci¨®n t¨¦rmica, combinando temperatura y humedad, pero no dan una cifra oficial real, que seguramente ser¨¢ superior¡±.
Otros t¨¦cnicos (el 99% de los espectadores lo conformaban los t¨¦cnicos de los diferentes pa¨ªses) se preguntaban por qu¨¦, sabiendo c¨®mo es Doha, la IAAF no prefiri¨® que las pruebas de ruta se disputaran en otro pa¨ªs.
Gan¨®, con un tiempo de 2h 32m 43s (el marat¨®n m¨¢s lento de la historia de los Mundiales y, por dos segundos respecto al del dur¨ªsimo marat¨®n de Barcelona 92 con la subida a Montju?c, de los Juegos Ol¨ªmpicos) la keniana Ruth Chepngetich, la atleta que posee la tercera mejor marca de la historia, 2h 17m 8s, conseguida en Dub¨¢i en enero pasado. Completaron el podio la bahrein¨ª Rose Chelimo y la namibia Helalia Johannes, y la espa?ola Marta Galimany termin¨® 16? (2h 47m 45s), un puesto magn¨ªfico e inesperado, la ¨²nica alegr¨ªa que le dio una noche alucinada que habr¨ªa deseado, si no, olvidar. Lo comenzaron 68 atletas. Lo terminaron 40. Nunca hab¨ªa habido tantos abandonos. Dos competidoras terminaron en el hospital. Decenas fueron asistidas en la carpa m¨¦dica nada m¨¢s cruzar la meta. La 40? clasificada, la costarricense Gabriela Tra?a, lleg¨® 47 minutos m¨¢s tarde que la ganadora.
A las 3.30 de la madrugada, la atleta bielorrusa Volha Mazuronak, quinta clasificada, resumi¨® en varias frases lapidarias nacidas de su padecimiento lo que la mayor¨ªa pensaba: ¡°La humedad mata. No hay aire para respirar. Pens¨¦ que no terminar¨ªa. Ha sido una falta de respeto para las deportistas. Un pu?ado de dirigentes se reunieron y decidieron traer aqu¨ª los campeonatos, pero ellos est¨¢n sentados con aire acondicionado y seguro que ahora est¨¢n ya dormidos¡±.
Los responsables de la federaci¨®n espa?ola se felicitan porque dentro de lo lamentable de la noche se pudo demostrar que los pa¨ªses que hab¨ªan trabajado con m¨¢s seriedad la aclimataci¨®n hab¨ªan sobrevivido, como Espa?a, y los t¨¦cnicos espa?oles de la marcha, la otra disciplina que se pasear¨¢ por la Corniche a medianoche intentan no pensar en alto los temores que les agobian para los d¨ªas que vienen. Hoy s¨¢bado son las pruebas de 50 kil¨®metros marcha; ma?ana domingo, los 20 kil¨®metros femeninos; el viernes, los 20 masculinos, y el siguiente s¨¢bado el marat¨®n de hombres.
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