Orlando Ortega, bronce en los 110m vallas en Doha tras reclamar Espa?a por el empuj¨®n de McLeod
La federaci¨®n internacional considera las reclamaciones espa?olas despu¨¦s de que el jamaicano le obstaculizase en la final
A las 21.40 de Doha, con una hora de retraso sobre el horario previsto, el tiempo que se tard¨® en localizarle y pedirle que acudiera urgentemente al estadio vestido con su ch¨¢ndal de ceremonia, Orlando Ortega subi¨® al elevad¨ªsimo e imponente podio del Khalifa Stadium para recibir una medalla de bronce, la misma que se colg¨® el franc¨¦s Martinot-Lagarde. A su lado, el oro de Holloway y la plata de Shubenkov.
Ocupa, por una decisi¨®n de los despachos de la Federaci¨®n Internacional de Atletismo (IAAF), el puesto de honor que le correspond¨ªa (aunque todos pensaban que acabar¨ªa de plata) y del que le hab¨ªan privado en la pista las obstrucciones repetidas a las que le someti¨® su vecino de calle, el jamaicano Omar McLeod, en la final del mi¨¦rcoles. Ortega est¨¢ feliz, aunque, confiesa, cree que pod¨ªa haber logrado el oro en la pista. "Hay muchos que piensan que Holloway estaba muy lejos, pero yo estoy seguro de que estar¨ªa luchando por la medalla de oro, seguro", dice, y la medalla de bronce salta en su pecho mientras habla y se mueve."Yo sal¨ª a buscar la medalla de oro, sal¨ª a luchar la medalla de oro y hasta el ¨²ltimo momento tuve posibilidades de luchar por la medalla de oro, creo. ?Qu¨¦ hubiera pasado?, no lo sabemos".
Fue, m¨¢s que el triunfo de la justicia, la victoria de la tenacidad y la persistencia de la federaci¨®n espa?ola, que volvi¨® a recurrir la tarde del jueves ante el mismo jurado de apelaci¨®n ¡ªcinco miembros: Samuel L¨®pez, de Portugal; Peter Hamilton, de Australia; Abby Hofman, de Canad¨¢; Antti Pihlakoski, de Finlandia, y Pauline Davis-Thompson, de Bahamas¡ª que horas antes, en la madrugada, hab¨ªan rechazado un primer recurso.
Tres abogados en Madrid no dejaron art¨ªculo del reglamento de la IAAF sin leer varias veces para encontrar la mejor forma de convencer legalmente al jurado de la injusticia que supondr¨ªa que Orlando Ortega se fuera de Doha sin ninguna recompensa. Qu¨¦ menos que darle el metal que le correspond¨ªa por el puesto que ocupaba en el momento del desastre, el tercero, plantearon.
Los argumentos legales tuvieron su influencia, pero pes¨® m¨¢s el argumento del agravio comparativo, precisan fuentes conocedoras del proceso. En el segundo asalto de su batalla ante el jurado de apelaci¨®n, los representantes espa?oles, Carlota Castrejana y Jos¨¦ Luis de Carlos, apoyados en la capacidad de convencer de la jueza de atletismo Eva Herrero, jugaron la baza del precedente incre¨ªble de las dos medallas de bronce en el lanzamiento de martillo.
Ustedes mismos, les recordaron, declararon nulo un lanzamiento de martillo y al mismo tiempo otorgaron una medalla de bronce por ¨¦l a su ejecutor. Se refer¨ªan al caso del h¨²ngaro Halasz en la final (78,18m). Los jueces del estadio lo dieron por bueno. Los polacos reclamaron diciendo que el h¨²ngaro hab¨ªa pisado fuera del c¨ªrculo y que correspond¨ªa anular el lanzamiento y descalificarlo para que su medalla de bronce pasara al cuarto, el polaco Nowicki. El jurado de apelaci¨®n reconoci¨® que, en efecto, era nulo, pero no descalific¨® al h¨²ngaro alegando que estuvo concursando toda la noche pensando que hab¨ªa sido bueno. Y eso le afect¨®. Y hubo dos bronces.
Que la soluci¨®n arbitrada por la IAAF tiene m¨¢s de soluci¨®n pol¨ªtica que de aplicaci¨®n juiciosa y racional del reglamento lo expone perfectamente los argumentos esgrimidos por la federaci¨®n china, que se sinti¨® perjudicada porque con el apa?o inventado por la IAAF su atleta Wenjun Xie, que termin¨® cuarto, se ve relegado a la quinta plaza, y hace da?o a la vista, y a la l¨®gica absoluta del atletismo, la dictada por el cron¨®metro, ver en la clasificaci¨®n oficial final que Orlando es tercero con un tiempo de 13,30s, mientras que el atleta chino aparece quinto con un tiempo de 13,29s."La decisi¨®n es totalmente arbitraria, no responde a ninguna norma escrita de la IAAF y no tiene precedentes en la historia", argumenta el equipo chino. "No se puede otorgar a dos atletas el mismo puesto cuando tienen diferentes tiempos".
Pero Orlando Ortega, cuando habla, no piensa en el h¨²ngaro ni en el martillo ni en el chino. Piensa en la manera en que han terminado las ¡°peores 24 horas¡± de su vida. ¡°Por no decir las 48, porque las previas a la final tambi¨¦n estaba un poquito estresado por la competici¨®n¡±, dice, voz baja y pausada. ¡°Me he apoyado en mi chica, que est¨¢ aqu¨ª compitiendo [se refiere, sin citar su nombre a la saltadora de triple colombiana y campeona ol¨ªmpica Caterine Ibarg¨¹en, que tras pasar la noche en vela con ¨¦l se clasific¨® el jueves por la tarde para la final] y estuvo conmigo desde el minuto cero. Llegu¨¦ al hotel. Me llam¨®. Me escribi¨®. Mi chica ha sido mi gran apoyo. Y le mando un beso muy grande desde aqu¨ª. Mi madre, mi familia, Cuba, mi padre, tambi¨¦n. Me quedo con todo el pueblo de Espa?a. Nunca en mi vida hab¨ªa sentido tanto apoyo. Cada vez que entraba en las redes, yo que no soy de redes, y me encontraba con tantos mensajes de apoyo... He llorado mucho¡±.
La medalla, que aporta gloria a Espa?a (es la primera para el atletismo nacional desde el oro de Miguel ?ngel L¨®pez en Pek¨ªn 2015), le supone al vallista unos ingresos econ¨®micos de unos 80.000 euros: 20.000 como premio de la IAAF y unos 60.000 como bonus de su contrato publicitario, aparte de la beca federativa.
En realidad, entienden todos, Apelaci¨®n tem¨ªa que si descalificaba al h¨²ngaro deber¨ªa atender sendas reclamaciones de catar¨ªes y brit¨¢nicos por nulos similares. Seguramente tambi¨¦n pesaron en el ¨¢nimo de la IAAF las declaraciones matinales de Sergu¨¦i Shubenkov. Al vallista ruso que se benefici¨® de la situaci¨®n ¡ªmarchaba detr¨¢s de Ortega en el momento de los hechos¡ª para alcanzar la plata, s¨ª que se le ocurre una soluci¨®n para evitar que se siga diciendo que peligros como los que genera McLeod son habituales en las vallas, e inevitables.
Una soluci¨®n que, desgraciadamente, es inaplicable. ¡°S¨ª, claro, por supuesto que McLeod es un peligro¡±, dice el ruso, campe¨®n mundial en Pek¨ªn 2015. ¡°Quiz¨¢s los vallistas deber¨ªamos crear un sindicato de afectados por sus maniobras; y si vemos que McLeod tiene una calle en el centro de la pista, los dem¨¢s nos plantar¨ªamos ante los tacos de salida brazos cruzados, y cuando el juez diga, en sus marcas, nosotros nos cruzar¨ªamos de brazos en vez de ponernos en tacos y dir¨ªamos, no, no nos ponemos en nuestras marcas hasta que este no se vaya a la calle nueve, y los dem¨¢s de la una a la siete, dejando siempre una de seguridad entre ¨¦l y nosotros¡±.
¡°No me parece mala idea¡±, dice el espa?ol, ¡°pero no soy qui¨¦n para proponerlo. No puede ser que la federaci¨®n permita que t¨² vayas corriendo y que te encuentres con un atleta metido delante de ti o con un brazo. Cuando mir¨¦ la lista de salida con mi entrenador nos miramos los dos a la cara y nos dijimos, aqu¨ª hay que salir a muerte porque como se nos ponga delante algo va a pasar. Lo sab¨ªamos. No es la primera vez. La federaci¨®n debe tomar cartas. No es un lance, no es un roce, como otras veces, no es un roce. Es imposible competir al lado de Omar McLeod as¨ª¡±.
¡°Y de verdad me alegro de que Orlando no acabara lesionado", contin¨²a Shubenkov. "A m¨ª me derrib¨® en la Diamond de Rabat, en mayo, y me fastidi¨® lo que me quedaba de temporada. Me hice ara?azos en la cara, pero en el tobillo, la pierna y la espalda a¨²n tengo molestias. No he llegado aqu¨ª al 100% por McLeod¡±.
Orlando ya se siente por encima de todo eso. Ya estar¨ªa preparado para pasar p¨¢gina si no fuera por un peque?o detalle que echa de menos, que Omar McLeod, quien p¨²blicamente enton¨® un yo, pecadory asumi¨® la culpa, la gran culpa, de lo sucedido, y sinti¨® pena por el espa?ol, se disculpe ante ¨¦l, en persona. Lo que no ha hecho a¨²n. "Muchas personas dicen en las redes que Omar se disculp¨®. Bueno... Yo tengo principios. Mi familia me ha educado con principios. Y creo que cuando t¨² cometes un error, debes pedir perd¨®n a la cara, no ante un micr¨®fono o una c¨¢mara. As¨ª no valen las cosas. Delante de un micr¨®fono, no, d¨ªmelo cara a cara¡¤, dice Ortega del atleta que le derrot¨® en la final ol¨ªmpica de R¨ªo. "Puede ser que yo estuviera enfadado, pero yo no soy una persona agresiva, soy una persona muy calmada. Obviamente, me sent¨ªa mal y molesto, pero si me hubiese pedido perd¨®n a la cara, quiz¨¢s ma?ana lo veo y le doy la mano y le saludo. Pero as¨ª, no. Despu¨¦s de la carrera, pas¨® por mi lado tres veces. Desde la pista hasta la ropa. Y en ninguna de las tres fue capaz de mirarme a la cara. Y decirme, perdona, disculpa, sorry, lo que sea, en el idioma que sea".
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