Gloria a la muralla de Inglaterra
El ¡®XV de la Rosa¡¯, aupado por su f¨¦rrea defensa, elimina a una Australia dubitativa rumbo a semifinales (40-16) del Mundial
Inglaterra maquill¨® este s¨¢bado en Oita su gran herida reciente. Los Wallabies, sus verdugos cuatro a?os atr¨¢s en su Mundial, no tuvieron respuesta ante una muralla impert¨¦rrita de camisetas blancas. El XV de la Rosa, que se convirti¨® en 2015 en el ¨²nico anfitri¨®n apeado en la fase de grupos, vuelve 12 a?os despu¨¦s a las semifinales de un Mundial y demuestra sus hechuras para ganarlo. Tras un nefasto 2018, el rugby australiano confirma su crisis y su selecci¨®n no estar¨¢ entre las cuatro elegidas por tercera vez en su historia, con el mismo ejecutor que en 1995 y 2007, una Inglaterra con un cuerpo t¨¦cnico plagado de australianos que le ha ganado sus siete partidos desde 2016 y que aguarda al ganador del Irlanda-Nueva Zelanda.
El primer examen defensivo ingl¨¦s lleg¨® pronto ante una inagotable secuencia australiana de 18 fases. Su resistencia, con placajes s¨®lidos y buen desplazamiento lateral, fue su primera pica en un inicio nervioso. Prueba de ello es que no pudieron echar a rodar la mel¨¦ en m¨¢s de cuatro minutos. Australia no escondi¨® sus balas y se hizo con la posesi¨®n: percusiones de sus centros, el hegem¨®nico Kerevi y el novato Petaia, en primera l¨ªnea de fuego con 19 a?os. Y las rupturas del fren¨¦tico Kurtley Beale, autor de la estampida que vali¨® los tres primeros puntos.
Inglaterra hab¨ªa ganado una d¨¦cima parte de metros con el oval que su rival en el primer cuarto de hora. Cogi¨® entonces la mejor costumbre de los All Blacks, el equipo al que desea destronar, y desat¨® la tormenta con dos ensayos en tres minutos. Watson, que ya hab¨ªa mostrado sus quiebros por el ala derecha, desequilibr¨® las cuentas australianas. Con sus mejores piezas ya amortizadas en placajes previos, los Wallabies no pudieron evitar la superioridad por el otro costado y el ensayo de Jonny May. Para entonces, Pocock y Hooper hab¨ªan perdido las coordenadas del bal¨®n. Mala noticia.
Sin tiempo para encajar el golpe, Pocock perdi¨® el oval ante un atento Henry Slade, la apuesta de Eddie Jones en la alineaci¨®n inglesa. No jug¨® de inicio el apertura George Ford porque se presum¨ªa su vulnerabilidad defensiva y Slade dio la raz¨®n al t¨¦cnico. El centro cogi¨® atento el oval, pate¨® hacia la zona de marca australiana y habilit¨® a la gacela May. El riesgo que asum¨ªa Australia con el bal¨®n para desarbolar a la muralla inglesa empezaba a pasar factura.
La retaguardia de Dubl¨ªn
La defensa inglesa ofrec¨ªa su versi¨®n m¨¢s dominadora, la de febrero en Dubl¨ªn. Coincidi¨® como entonces el tr¨ªo de los centros (Slade y Tuilagi) y el mercanc¨ªas Billy Vunipola en uno de los mejores despliegues ingleses de la d¨¦cada. Australia necesita que sus terceras incordien en el placaje y roben balones, pero Hooper y Pocock ve¨ªan c¨®mo sus pares ingleses, el pele¨®n Curry y el menudo Underhill, les ganaban la partida. Con todo, los Wallabies respondieron a la tormenta y canjearon dos golpes de castigo para reducir el d¨¦ficit antes del descanso (17-9).
La paciencia dio resultados y los australianos volvieron a salir m¨¢s intensos ante una defensa que exhibi¨® sus primeras grietas. Slade adelant¨® mucho la l¨ªnea y los Wallabies aprovecharon la mala transici¨®n de Daly para generar una superioridad irrebatible por la izquierda. Cuando el oval lleg¨® a las manos de Koroibete, el ala activ¨® propulsores y desbord¨® a Daly. No tuvo tiempo para relamerse de su marca Australia ¨Cse hab¨ªa acercado a un punto¨C porque Watson volvi¨® a caracolear en el ataque ingl¨¦s. El ala percuti¨® por el centro y exigi¨® ayudas para placarle. En esas, el fornido Sinckler sorprendi¨® con una ruta por el centro ¨Ctodo un atrevimiento para un delantero¨C y rompi¨® la ¨²ltima l¨ªnea australiana.
Con menos de media hora por jugar, a Australia ya no le val¨ªa sumar de tres en tres. De nada sirvi¨® su apuesta, pues Inglaterra aguant¨® sin fisuras junto a su zona de marca las embestidas de la delantera oce¨¢nica y del terrible Kerevi. Con Itoje como ancla, Sinckler arranc¨® el oval al ataque australiano y sus compa?eros patearon aliviados. Fue la ¨²ltima bala de unos Wallabies que no est¨¢n construidos para remontar marcadores. Y el duelo entre los dos seleccionadores m¨¢s pol¨¦micos aup¨® al australiano Jones, el primer for¨¢neo en dirigir a Inglaterra, sobre su compatriota, un Michael Cheika que no estuvo a la altura de su fama de bombero.
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