De Bruyne alecciona a ?zil
Autor de dos goles y una asistencia, el jugador belga del City protagoniza la destrucci¨®n de un Arsenal que sigue sin tocar fondo bajo la direcci¨®n del atormentado mediapunta alem¨¢n
El Arsenal perd¨ªa 0-1 cuando Nicolas Pepe, recostado sobre la banda derecha, le tir¨® un ca?o a Phil Foden. A 30 metros de la porter¨ªa, la finta al canterano contrario result¨® inocua. Pero la hinchada lo celebr¨®. Encantada de degustar una delicatesen arrojada al arc¨¦n, la gente de Islington se debate entre la euforia por nada y la depresi¨®n por todo. Media hora m¨¢s tarde, la misma multitud despidi¨® a sus jugadores con pitos mientras se encaminaban al vestuario, derrotados por 0-3 y sin ninguna esperanza de respuesta con medio partido por delante frente a un City tranquilamente dominador. La posici¨®n en el noveno puesto de la tabla, a 27 puntos del l¨ªder, es lo de menos en el panorama desgraciado de un club que lleva a?os precipit¨¢ndose en el vac¨ªo.
El paso del City por el Emirates tuvo un efecto devastador. Desde el minuto uno se agrand¨® la figura de Kevin de Bruyne, sobre plano un diez, en el campo un diez, un ocho y un cuatro, brillante en cada decisi¨®n, revelador tanto de su clase como de la miseria que provocaba. El rastro del destrozo fue amplio. Primero, dej¨® a Fredrik Ljungberg seriamente desacreditado como entrenador de un proyecto a la deriva. Tres semanas despu¨¦s de la destituci¨®n de Emery el desconcierto se profundiza. Pocas veces se vio al Arsenal m¨¢s descompuesto, m¨¢s malparado, m¨¢s rendido.
Si el banquillo qued¨® se?alado, los jugadores tambi¨¦n. En especial Mesut ?zil, que lleva meses reclamando mayor protagonismo. Es lo natural, considerando, primero, que su salario, de m¨¢s de 16 millones de euros anuales, es el m¨¢s elevado de la plantilla; y segundo, que la directiva le quiere despedir y no encuentra comprador. Ljungberg edific¨® su apuesta sobre ?zil. Despu¨¦s de muchos meses, le dio continuidad. Sin efecto visible.
?zil fue sustituido entre pitos en el minuto 58. Esto en el f¨²tbol ingl¨¦s, tan indulgente con las figuras, parece una se?al catastr¨®fica. Sobre el mediapunta alem¨¢n, de 31 a?os, pesa una presunci¨®n de desafecci¨®n. Cada vez parece menos conectado a la competici¨®n y m¨¢s pendiente de los pormenores de la vida conyugal, cuando no de las reivindicaciones pol¨ªticas y sociales. Anta?o, el apoyo al r¨¦gimen represor de Erdogan. La ¨²ltima, la defensa del pueblo uigur, minor¨ªa musulmana sistem¨¢ticamente perseguida en China.
?zil hizo poco por ayudar a sus compa?eros a recuperar la pelota cada vez que la perd¨ªan en campo contrario. No se puede decir que esto sea responsabilidad del mediapunta, pero su condici¨®n de l¨ªder le imputa una cuota importante en el desajuste descomunal que hizo que el Arsenal se partiera por la mitad a las primeras de cambio. ?zil, Pepe, Aubameyang y Martinelli fluctuaban hacia un lado, la zaga se inclinaba hacia otro, y en el medio sufr¨ªan los pivotes, Torreira y Guendouzi, desencajados en un esquema incomprensible. Nunca qued¨® claro si el Arsenal sali¨® a pararse en su campo, como mandaba Emery, o a intentar llevar la iniciativa, como dice Ljungberg que quiere. Las dudas fueron evidentes. Las dudas abrieron las l¨ªneas. Por las rendijas, las brechas, los ca?adones, se col¨® el City.
El equipo de Guardiola dio el primer mazazo sin encontrar resistencia. A los dos minutos, Fernandinho abandon¨® la zaga, transport¨® la pelota sin que los delanteros le cerraran el paso, y le meti¨® un pase al espacio a Gabriel Jes¨²s. ?D¨®nde estaba el Arsenal? Ni adelante, ni atr¨¢s, ni en el medio. ?D¨®nde estaban sus centrales? Abandonada la casa, hasta las puertas quedaron abiertas. El central, Calum Chambers, lo vio venir contemplativo. Fue un testigo de la jugada de Gabriel Jes¨²s. Lo dej¨® centrar para que De Bruyne, libre, metiera el primero desde el borde del ¨¢rea.
Chambers tampoco hizo nada cuando a los 15 minutos Rodri rompi¨® la presi¨®n, Foden se ali¨® a De Bruyne y el belga pill¨® la espalda de Torreria otra vez antes de asistir a Sterling. Fue una tarde aciaga para el defensa ingl¨¦s, que volvi¨® a omitir el socorro a sus interiores cuando De Bruyne les gan¨® la espalda antes de enviar a la red el 0-3 con un disparo precioso. La pelota golpe¨® la red con estr¨¦pito. Corr¨ªa el minuto 40 y el partido hab¨ªa muerto.
Lo que sigui¨®, durante casi una hora, fue un espect¨¢culo penoso de contemporizaci¨®n. El City reserv¨® energ¨ªas para el pesado calendario invernal que le aguarda. Tocando de aqu¨ª para all¨¢ sin que nadie lo moleste, ovacionado por el millar de seguidores esquinados en el Emirates. ¡°?Ole, ole, ole¡!¡±, gritaban hasta aburrirse. Mientras el p¨²blico local abandonaba las gradas a la carrera, el Arsenal, como Calum Chambers, solo atin¨® a mirar.
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