¡°Es muy arriesgado que el dinero golee al romanticismo¡±
En julio de 2000, Jorge Valdano charl¨® con el m¨ªtico Johan Cruyff para EL PA?S. El argentino reflexiona con Jordi Cruyff, tambi¨¦n articulista del peri¨®dico, sobre su padre y el futuro
Jordi Cruyff espera a Jorge Valdano?en la Fundaci¨®n Johan Cruyff. Tiene ganas de conversar con el argentino, una charla que evoca la que su padre tuvo con el columnista de EL PA?S en julio de 2000. ¡°?Esas botas eran de tu padre?¡±, le pregunta Valdano. Jordi Cruyff, tambi¨¦n hoy articulista en este peri¨®dico, las coge y observa si est¨¢n rotas por dentro. ¡°Calz¨¢bamos igual, pero ¨¦l ten¨ªa un sobrehueso¡±. Valdano y Cruyff, siempre con el mentor del Dream Team presente, recuerdan el pasado y piensan en futuro.
Jorge Valdano. Hace 20 a?os entrevist¨¦ a tu padre en Santander y, como siempre, se anticipaba a los tiempos. Una de las cosas que me dijo fue que hab¨ªa demasiados intrusos en el mundo del f¨²tbol. Desde entonces, el n¨²mero de intrusos ha crecido exponencialmente, como tambi¨¦n la industria. Tu experiencia es m¨¢s itinerante: estuviste en Inglaterra, en Israel y ahora en China. ?Tienes una visi¨®n de hacia d¨®nde vamos?
Jordi Cruyff. Mi padre ten¨ªa las ideas muy claras y las explicaba a su manera y con su vocabulario. ?l, respecto a los de los intrusos, pensaba que las decisiones futboleras tienen que ser tomadas por gente del f¨²tbol. Hoy, un empresario que ha tenido ¨¦xito en los negocios, compra un equipo y se cree que es lo mismo. Y no lo es. Mi padre siempre dec¨ªa que lo importante no eran los directivos, sino los futbolistas y los entrenadores. Y que las decisiones sobre estos las tiene que tomar gente que conozca un vestuario.
J. V. Ahora hay otro tipo de intrusos: la tecnolog¨ªa y el big data. Antes, para tener autoridad ten¨ªas que ir a ver los partidos. Lleg¨® un momento en el que la pereza nos llev¨® a ver v¨ªdeos en lugar de ver partidos. En la actualidad, directamente vamos a los algoritmos para analizar a un futbolista.
J. C. Mi padre, por ejemplo, tomaba las decisiones sobre la marcha, seg¨²n lo que se ol¨ªa. Estoy convencido de que habr¨¢ cambiado alineaciones en el ¨²ltimo momento. Y, por ejemplo, ¨¦l pod¨ªa tener el plan de entrenamiento escrito en un papelito y, en el camino del vestuario al campo, en esos 100 o 200 metros, se ol¨ªa lo que hab¨ªa en la plantilla y le dec¨ªa a Charly [Rexach, su segundo]: ¡°Esto los vamos a cambiar¡±. Y desmontaban todo sobre la marcha. Hoy, hacer eso es imposible.
J. V. ?Guardiola le puso m¨¦todo a la intuici¨®n descomunal de tu padre?
J. C. Creo que s¨ª. A veces miro algunas de las alineaciones de mi padre y pienso que estaba loco. ?Qu¨¦ valiente! No hay explicaci¨®n. Jugaba con un extremo como Goikoetxea de lateral izquierdo, un mediocampista como Eusebio de lateral derecho, Koeman y Pep¡ Era lo menos defensivo del mundo.
J. V. ?C¨®mo se hace para ser hijo de ¨¦l?
J. C. Desde peque?o entend¨ª que era imposible compararse. A la gente le gusta pensar que el hijo puede ser mejor que el padre, pero yo no me enga?¨¦ nunca. Me di cuenta de que era uno del 99% de los futbolistas. Era una comparaci¨®n que no pod¨ªa ganar, ni yo ni la mayor¨ªa. Tambi¨¦n hubo una etapa en el Bar?a en la que me cost¨® y prefer¨ª tener un crecimiento pac¨ªfico, sin esas guerras que siempre hab¨ªa porque mi padre no era f¨¢cil, sobre todo para un directivo.
J. V. Ten¨ªa amigos y enemigos.
J. C. S¨ª. Y era una batalla en la que me ve¨ªa involucrado sin que realmente me importara.
J. V. ?Eres optimista respecto al f¨²tbol?
J. C. No tanto como mi padre. Me acuerdo, por ejemplo, de que hab¨ªa un jugador del Atl¨¦tico de Madrid que se desmarcaba bien [MANOLO]. Y ¨¦l dec¨ªa: ¡°Entonces no lo marcamos. No sabr¨¢ qu¨¦ hacer con el bal¨®n¡±. Son cosas muy l¨®gicas, pero parece una locura ponerlas en pr¨¢ctica.
J. V. ?Por qu¨¦ dices que eres menos optimista que tu padre?
J. C. Cuando encaraba un partido solo miraba una parte. La de c¨®mo atacar, no se preocupaba tanto de defender. Pensaba que, si su equipo ten¨ªa el bal¨®n, iba a dictar lo que pasar¨ªa en el partido. Pero hay muchos equipos que no tienen plantilla para poder hacerlo y entonces tienen que pensar un poco en c¨®mo evitar que les hagan da?o. Mi padre tuvo la suerte de poder elegir. Y era listo: Ajax y Barcelona son dos clubes en los que pod¨ªa hacer lo que ¨¦l quer¨ªa.
J. V. ?Disfrutar¨ªa hoy del f¨²tbol y la invasi¨®n tecnol¨®gica?
J. C. Menos, pero hay muchos equipos que juegan desde atr¨¢s y que son valientes. ?l tambi¨¦n fue de los primeros en hacer esto: en el Ajax puso un portero que era mejor con los pies que con las manos y jugaba a 40 metros de la porter¨ªa.
J. V. Tu padre hablaba de que el f¨²tbol en Espa?a era muy federal, que hab¨ªa demasiadas autonom¨ªas y que eso perjudicaba a la selecci¨®n porque conviv¨ªan demasiados estilos y resultaba dif¨ªcil crear algo homog¨¦neo. El tiempo demostr¨® que ese antecedente le favoreci¨® al jugador espa?ol precisamente para perder el miedo a los diferentes estilos. Y se terminaron adaptando muy bien a la globalizaci¨®n. No solo ganaron un Mundial, sino que tambi¨¦n han salido de Espa?a para ir a otras ligas donde son grandes referentes.
J. C. Hubo una ¨¦poca en la que el jugador espa?ol se quedaba en Espa?a. Para ir al extranjero tienes que aprender el idioma. Como holand¨¦s es m¨¢s f¨¢cil, porque Holanda nunca es una estaci¨®n final. La liga holandesa es una plataforma mientras que la espa?ola es donde quieres llegar, mantenerte y acabar. Espa?a ha tenido que hacer este cambio y Holanda siempre ha tenido entrenadores y jugadores viajeros. Nadie habla holand¨¦s. Entonces o aprendes t¨² o no te entiende nadie. Mi padre lo llevaba dentro. No hablaba perfecto ning¨²n idioma, pero ten¨ªa su l¨®gica para todos.
J. V. La revoluci¨®n del f¨²tbol holand¨¦s, que empez¨® con tu padre como jugador, parti¨® de una idea. En Espa?a se la debemos m¨¢s a una generaci¨®n de jugadores: a la complicidad alrededor de Xavi, Iniesta, Xabi Alonso, Busquets¡ Un buen n¨²mero de jugadores de gran nivel que terminaron creando una escuela.
J. C. El futbolista espa?ol era bueno t¨¦cnicamente, pero siempre se hablaba m¨¢s del car¨¢cter y de la furia. Hoy, el jugador espa?ol es de los que m¨¢s c¨®modo se siente con bal¨®n en el mundo. Con una ventaja, mantiene el car¨¢cter. Han mezclado las dos cosas. Un equipo holand¨¦s tiene que estar en forma para ganar; uno espa?ol, en cambio, cuando tiene un d¨ªa malo tambi¨¦n saca resultados. Eso es car¨¢cter y capacidad futbol¨ªstica.
J. V. Me interesa tu visi¨®n sobre la famosa Superliga europea, que har¨¢ mucho m¨¢s ricos a los ricos, pero que ya sabemos cual ser¨¢ la consecuencia.
J. C. Mi padre era un rom¨¢ntico. Y yo creo que tienen mucho m¨¢s inter¨¦s algunos partidos de una liga local que otros de la Champions. Entiendo la idea de los clubes grandes porque, cuando se comparan con cualquier deporte americano, observan que no se llega al nivel de negocio de Estados Unidos. Pero romper lo tradicional, que es lo que le gusta a la gente, es muy arriesgado. En el momento en el que das ese paso ya no se puede volver atr¨¢s. En Inglaterra la gente prefiere un derbi City-United que ver un Inter-United. Los equipos grandes quieren tener su presencia asegurada, pero la belleza del deporte en general ¡ªy tambi¨¦n del f¨²tbol¡ª es ver que equipos peque?os se puedan colar. El f¨²tbol tambi¨¦n necesita casos como el del Leicester [incre¨ªble campe¨®n de la Premier en 2016].
J. V. El dinero va ganando por goleada en su pulso con el romanticismo. Ya en la Champions se obliga a jugar al campe¨®n checo tres eliminatorias.
J. C. El Ajax, semifinalista, ha tenido que jugar dos previas.
J. V. Pero el cuarto clasificado de Espa?a o Inglaterra se planta en la fase de grupos.
J. C. Hay ligas que son mejores que otras.
J. V. El problema es que mejores significan m¨¢s ricas. Las cinco ligas m¨¢s ricas son las que tienen todos sus representantes en octavos. Y yo me pregunto: cuando sea muy rico China, ?futbol¨ªsticamente tambi¨¦n habr¨¢ que integrarla al negocio?
J. C. Es arriesgado perder el romanticismo. Hay que mantener el equilibrio. Al final, los equipos buenos siempre se van a clasificar. Pero es m¨¢s importante cuidar al campe¨®n de Holanda, de B¨¦lgica o de la Rep¨²blica Checa, que al n¨²mero cuatro de Espa?a. Se llama la Liga de Campeones y no siempre participan los campeones.
J. V. El f¨²tbol es imprevisible. ?C¨®mo crees que recibir¨¢ el aficionado com¨²n un cambio tan rotundo? De pasar de una liga nacional, en la que hace mucha ilusi¨®n ganarle al pueblo de al lado, a una liga internacional en la que nos vamos a tener que habituar a ver grandes partidos con grandes actores.
J. C. No lo tengo claro. Europa se hizo para unir, pero cada vez hay m¨¢s gente que quiere salir. No tengo claro el sentimiento general. Los estadios en Inglaterra y Alemania se llenan y eso significa que est¨¢n contentos con lo que tienen.
J. V. ?No crees que el romanticismo es cosa de las generaciones anteriores? La gente joven que tiene una relaci¨®n amorosa con la tecnolog¨ªa, que quiere impacto y que ama los grandes jugadores y nombres estelares, ?va a empezar a pedir cosas distintas? Recuerdo unas declaraciones de Pablo Aimar en las que aseguraba que pertenec¨ªa a la ¨²ltima generaci¨®n que ver¨¢ partidos enteros. Me asust¨®, pero me pareci¨® real. No s¨¦ c¨®mo va a tener que hacer el f¨²tbol para adaptarse.
J. C. Estoy de acuerdo en que la nueva generaci¨®n quiere informaci¨®n r¨¢pida. No quiere ver 90 minutos, sino un clip de tres con las mejores acciones del partido. Todo cambia. Hace muchos a?os se esperaba hasta el d¨ªa siguiente para leer algo de un gran acontecimiento. Hoy, a los 20 segundos ya tienes 20 sitios diferentes donde lo puedes leer. No hay tiempo para reflexionar. Pero es en todo, no solo en el deporte. La tecnolog¨ªa genera esto, o seguimos o nos quedamos atr¨¢s. No hay freno.
J. V. Siempre he dicho que en el hombre hay una trastienda animal y que hay que contentarla. Hay que darle de comer con grandes emociones. Y el f¨²tbol sirve para contentar a trav¨¦s de una ficci¨®n, muy emocional, a ese primitivismo y salvajismo, que ayuda a que nos desfoguemos en un sitio civilizado. Pero si civilizamos demasiado al f¨²tbol servir¨¢ para otra cosa, pero no para eso.
J. C. Se est¨¢ robotizando. A lo mejor, en 20 a?os, no habr¨¢ ni ¨¢rbitro. Nos re¨ªmos pensando que es imposible, pero todo puede pasar. A m¨ª me gusta coleccionar camisetas de los a?os 80. A veces, las cojo y casi se me caen de las manos. Cuando llov¨ªa no pod¨ªas correr con ellas. Hoy, son de pl¨¢stico. Formo parte de una generaci¨®n que se ha tenido que adaptar a las novedades, sobre todo a la tecnolog¨ªa y a la informaci¨®n. Pero en una parte del coraz¨®n se ha quedado el ni?o al que le gustaban los cromos.
J. V. Seguimos esperando que regreses a Espa?a...
J. C. Llegar¨¢ el momento. Cada vez tengo m¨¢s ganas de volver. Me march¨¦ con 21 a?os y, salvo la etapa del Alav¨¦s y el a?o del Espanyol, he estado siempre fuera. Veintitantos a?os...
J. V. ?Te sientes de Barcelona?
J. C. S¨ª, cuando digo casa pienso en Barcelona. Tengo 45 a?os y en Holanda he vivido solo cinco o seis. Mi padre nos arrastr¨® por todo el mundo. Cuando hab¨ªa que irse ve¨ªa una monta?a en tener que dejar amigos y en cambiar de colegio. Al final, le doy las gracias porque tener experiencias por todo el mundo y conocer diferentes sitios es lo m¨¢s enriquecedor que hay.
J. V. Como te hemos devuelto a casa, es el momento de terminar la conversaci¨®n. A la espera de tus pr¨®ximas decisiones. Gracias por traernos a tu casa.
J. C. Y ah¨ª est¨¢ ¨¦l [se?ala una fotograf¨ªa de su padre marcando un golazo de espuela al Atl¨¦tico]... Siempre por encima de nosotros.
J. V. Siempre vigilante. Est¨¢ de perfil, pero nos mira.
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