Vinicius y la primera juventud
En el f¨²tbol profesional no resulta sencillo gestionar las expectativas, m¨¢xime cuando uno aterriza en un club tan codicioso como el Real Madrid

No parece descabellado reconocer en Vinicius Jr. las virtudes y defectos que nos definieron como amantes en la primera juventud: el entusiasmo infinito, la mirada limpia, el ritmo fren¨¦tico y cierta imposibilidad para medir los tiempos con precisi¨®n. A ciertas edades, frenar ni siquiera se contempla como una opci¨®n, de ah¨ª que acostumbre el brasile?o a malbaratar en los ¨²ltimos metros lo mucho construido cuando la l¨ªnea de fondo queda lejos, con la porter¨ªa todav¨ªa difuminada como un punto indeterminado en el horizonte. Si las diferentes escuelas futbol¨ªsticas se pudieran relacionar con personajes de la ficci¨®n animada, del diab¨®lico extremo madridista dir¨ªamos que pertenece a la de Willy ¡®el Coyote¡¯, especialmente por la incapacidad de ambos para calcular d¨®nde termina el camino y d¨®nde comienza el precipicio.
Como en tantos otros ¨¢mbitos de la vida, en el f¨²tbol profesional no resulta sencillo gestionar las expectativas, m¨¢xime cuando uno aterriza en un club tan codicioso como el Real Madrid. A Vinicius Jr. lo etiquetaron tantas veces, y con tanta profusi¨®n de matices y halagos, que lo extra?o es que a su presentaci¨®n no acudieran los fundadores de Instagram, interesados por ver en persona al chico que hab¨ªa puesto contra las cuerdas sus complicados algoritmos. En menos de 24 horas fue Neymar, Ronaldo, Garrincha, Jairzinho, Pel¨¦ y Maradona, pues siempre estamos los aficionados empe?¨¢ndonos en que aparezca un brasile?o al que podamos bautizar como argentino, no s¨¦ por qu¨¦. Corri¨® un serio riesgo de perderse entre tanto elogio e indeterminaci¨®n, como tantos otros a su edad, pero lo cierto es que ha terminado por encontrar un camino que result¨® ser el m¨¢s recto posible, precisamente su ruta preferida dentro de los terrenos de juego.
Contra el Manchester City termin¨® acalambrado, sustituido por un Gareth Bale, que parece vivir en un eterno cortocircuito. Hab¨ªa tenido la oportunidad de subir el primer tanto al marcador tras un remate de Benzema y una parada portentosa de Ederson, pero se desmoron¨® incomprensiblemente en el ¨¢rea peque?a para desesperaci¨®n de una grada que lo mira con ojos de padre militar: no es que no lo quieran, o que no conf¨ªen en ¨¦l, es que simplemente no les gusta lo que ven aunque se le intuya un futuro esplendoroso en el mundo de la moda.
Pero Vinicius insiste siempre ¨Ces tenaz, inasequible al desaliento¨C y contra el Bar?a lleg¨® el tan ansiado gol con la colaboraci¨®n inestimable de Piqu¨¦. Pocas cosas gustan m¨¢s en el Bernab¨¦u que un gol de rebote contra el Bar?a tras una embestida furiosa de los suyos, afici¨®n desconfiada cuando el equipo empieza a jugar a algo, a hacer las cosas bien. Hizo Vinicius lo que mejor sabe hacer, que es terminarlo todo a la misma velocidad con la que lo empieza, e instal¨® la alegr¨ªa en una grada que necesitaba aire, comercio y gu¨ªa. Se dieron por buenas las decepciones anteriores y todo el mundo aplaudi¨® al chico de las etiquetas imposibles como lo que es: el alma redentora del Madrid actual, el interruptor emocional que conecta a un equipo lento con una afici¨®n impaciente. El futuro espera a Vinicius pero est¨¢ por ver si Vinicius esperar¨¢ al futuro, tan acelerado y entusiasta que lo m¨ªnimo que se puede decir de ¨¦l es que estamos ante la sublimaci¨®n de lo precoz.
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