Nuestra Se?ora de Simeone
Hay que reconocerle al Cholo unas cuantas cosas, entre ellas que suele jugar a los milagros y a veces los encuentra

Empieza a parecer evidente que Diego Pablo Simeone no es tanto un entrenador de f¨²tbol como una Virgen. Una verdaderamente milagrosa, eso s¨ª. Como Nuestra Se?ora de F¨¢tima o la afrancesada de Lourdes, de las que inspiran y protegen a partes iguales, de las que trascienden m¨¢s all¨¢ de una fe concreta porque est¨¢n respaldadas por una buena historia. Cerca de tres mil fieles se desplazaron a Liverpool para presenciar en directo un nuevo ejercicio de ¨¦pica y delirio, de muerte y resurrecci¨®n, dejando a un lado la responsabilidad individual a la que llevan d¨ªas apelando las autoridades sanitarias porque la religi¨®n ¨Cy el f¨²tbol lo es¨C se entiende con la raz¨®n como un rat¨®n con el pegamento: siempre a posteriori.
El Liverpool de Klopp, ese equipo exuberante que salta al campo corriendo para intimidar, como los alemanes en Evasi¨®n o victoria, fue mejor en los dos partidos, tuvo m¨¢s oportunidades de gol en los dos partidos y, por supuesto, perdi¨® los dos partidos. Si este fuera un deporte l¨®gico, los mejores estrategas y comentaristas ser¨ªan matem¨¢ticos. Pero a diferencia del b¨¦isbol y otras disciplinas m¨¢s computables, el f¨²tbol se compone de tantas variables emocionales, de tantos acasos, que la suma de los merecimientos no siempre se refleja en el marcador final. Construyeron m¨¢s y mejor los ingleses, pero las normas son claras a este respeto: se gana y se pierde al dictado de los goles. Sin buscarlos con tanto ah¨ªnco como su rival, el Atl¨¦tico los encontr¨® bien escondidos donde nadie buscaba.
Hay que reconocerle a Simeone unas cuantas cosas, entre ellas que suele jugar a los milagros y a veces los encuentra. Si esto es suficiente o no para un equipo de la enjundia actual del Atleli es ya una cuesti¨®n de gustos, perspectivas y hasta de estad¨ªsticas. Hace unos a?os, en M¨²nich, sufri¨® una avalancha de las que solo salen vivos los ungidos por alg¨²n tipo de gracia divina. Al finalizar el partido, su entonces capit¨¢n y principal baluarte de la defensa, el uruguayo God¨ªn, declar¨® que nunca en su larga carrera deportiva se hab¨ªa sentido tan superado sobre un terreno de juego. Lo hizo, eso s¨ª, con la sonrisa del superviviente dibujada en el rostro y las u?as astilladas de tanto aferrarse. Desde entonces, a Simeone le han llovido infinidad de cr¨ªticas por ese conservadurismo desmedido que parece ser la ¨²nica receta que le funciona, al menos cuando le funciona, y se da la bendita casualidad de que ayer, una vez m¨¢s, volvi¨® a funcionar.
Ver en todo esto alg¨²n tipo de prodigio t¨¢ctico parece un tanto excesivo pero el f¨²tbol, para bien o para mal, se ha acostumbrado a que lo expliquemos en funci¨®n de los resultados. Y por eso estos octavos de final pasar¨¢n a la historia como una de las victorias m¨¢s memorables del Atl¨¦tico de Madrid en Europa, una muesca m¨¢s en la culata del f¨²tbol franciscano, un nuevo milagro de Nuestra Se?ora de Simeone. No hay un solo aficionado colchonero en el mundo que hoy se cuestione el c¨®mo, para qu¨¦. La vida son dos d¨ªas y Estambul est¨¢ a cuatro pasos. No es ni una procesi¨®n, que ser¨ªa lo menos que se merecer¨ªa su entrenador cada 11 de marzo por lo que nos quede de vida, tanto a los que creen en ¨¦l como a los que simplemente sospechamos. A fin de cuentas, todos somos criaturas de Dios y, no pocos de los elegidos, canteranos del Real Madrid.
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