El f¨²tbol no tiene que pedir perd¨®n
No se volver¨¢ a competir por capricho de los futbolistas, sino porque es necesario mover la m¨¢quina de producir dinero que le da trabajo a tanta gente
Miedo al virus. El f¨²tbol vuelve de puntillas, con m¨¢s miedo que entusiasmo, y armado con un protocolo de 23 p¨¢ginas para salvar una carrera de obst¨¢culos de final incierto. Los jugadores y el cuerpo t¨¦cnico del Eibar le dieron la bienvenida al comienzo de los entrenamientos con un comunicado que manifiesta temores razonables. Es una vuelta paulatina, llena de prevenciones, con test iniciales que ayudar¨¢n a atenuar los riesgos. Pero tarde o temprano habr¨¢ que ir a cabecear un c¨®rner, y el riesgo que corra un jugador ser¨¢ extensible a su mujer y a sus hijos cuando vuelva a casa. Nos inocularon suficiente miedo como para recluirnos sin rechistar durante semanas, es natural que al abrirnos la jaula veamos como un peligro la vuelta a la normalidad. Se supone que los h¨¦roes no tienen miedo, pero si algo ha demostrado la covid-19 es que todos somos iguales ante su implacable ley.
Miedo al privilegio. En el comunicado del Eibar, uno de los clubes con presupuesto m¨¢s bajo de Primera Divisi¨®n, se habla en dos ocasiones de la condici¨®n de privilegiados de los jugadores de f¨²tbol. Es una muestra de sensibilidad ante los aficionados que saldr¨¢n de la pandemia con una angustiante situaci¨®n de precariedad laboral. Pero tambi¨¦n es la expresi¨®n de una especie de culpa que nunca entend¨ª. Son los jugadores quienes mueven la colosal m¨¢quina de hacer dinero en la que se ha convertido el f¨²tbol, de manera que lo que ganan, es directamente proporcional a lo que producen. ?O la justicia capitalista vale para todos menos para los futbolistas? Para llegar al profesionalismo hay que ganar un concurso con millones de aspirantes, y para mantenerse hay que entregarle la adolescencia y la juventud a esta maravillosa carrera. No hay por qu¨¦ pedir perd¨®n.
Miedo moral. Con el comienzo de los entrenamientos se levant¨® una buena polvareda porque los futbolistas, antes de empezar la actividad, fueron sometidos a test para comprobar su estado de salud y evitar contagios. No detuvo la pol¨¦mica el hecho de que fueran los mismos futbolistas quienes levantaran la voz se?alando la injusticia que significar¨ªa para los sanitarios y la poblaci¨®n de riesgo. El debate lo termin¨® el sentido com¨²n. Pero conviene aclarar que no se volver¨¢ a competir por capricho de los futbolistas, sino porque es necesario mover la m¨¢quina de producir dinero que le da trabajo a 185.000 personas en Espa?a y a millones en el mundo. Seamos claros: la que tiene prisa es la industria, no el juego. El juego es un problema gratuito que nos hemos inventado y cuya soluci¨®n nos sirve para divertirnos m¨¢s y hasta para vivir mejor. Pero la industria tiene otra gravedad, porque sostiene el modo de vida de much¨ªsima gente.
Miedo a la opini¨®n p¨²blica. El prejuicio est¨¢ instalado desde hace mucho tiempo. El futbolista es el ejemplo perfecto para se?alar injusticias sociales. ¡°?Qu¨¦ se puede esperar de una sociedad en donde los cient¨ªficos tienen que marcharse del pa¨ªs, mientras los futbolistas ganan lo que ganan?¡±, se escucha en todos los foros. No los grandes empresarios, no los grandes actores. Los jugadores. Hay algo clasista en esa mirada que no olvida el origen humilde de los futbolistas ni su poca preparaci¨®n intelectual. Pero me gustar¨ªa recordar que fueron los futbolistas de m¨¢s renombre los primeros que hicieron donaciones importantes para atenuar los efectos econ¨®micos del coronavirus. Y tampoco quiero olvidar que el f¨²tbol, a trav¨¦s de LaLiga, se ha comprometido a dar 200 millones de euros en los pr¨®ximos cuatro a?os a las distintas federaciones que necesitar¨¢n ayuda para salir de esta colosal crisis. Es hora de preguntarse: ?Y si el f¨²tbol tuviera mejor coraz¨®n de lo que la gente se cree?
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