Boyata desaf¨ªa el protocolo con un beso a Crujik
El jugador celebra el gol en propia meta del Hoffenheim encari?¨¢ndose con su compa?ero del Hertha de Berl¨ªn, contra la normativa sanitaria que proscribe abrazos y otros tocamientos entre colegas
Los banquillos sol¨ªan ser uno de los mentideros m¨¢s recurrentes del f¨²tbol hasta el advenimiento del nuevo coronavirus. Recogidos bajo el techo de metacrilato en la segunda l¨ªnea de sillones, los jugadores intercambiaban las ¨²ltimas novedades de la vida balomp¨¦dica confortablemente protegidos, hombro con hombro, aislados por el ruido de la grada. Eso es historia. La Bundesliga present¨® los nuevos banquillos, sin techo, con una sola l¨ªnea de asientos separados a un metro y medio, de forma que los futbolistas quedan expuestos a miradas inquisitivas y si hablan se les escucha.
El f¨²tbol bajo el signo de la pandemia obedece a un dise?o represivo. Todo son alarmas. Lo saben bien los jugadores del Hertha de Berl¨ªn, que hace una semana asistieron perplejos a la sanci¨®n de su compa?ero Salomon Kalou, apartado del equipo tras publicar un v¨ªdeo en el que se exhib¨ªa dando la mano a dos compa?eros. Si darse la mano es un tab¨² que el nuevo protocolo sanitario de la Liga de F¨²tbol Profesional de Alemania (DFL) tipifica como infracci¨®n, darse un beso es una cosa tan grave que no hay c¨®digo penal que lo registre. Esto fue lo que hicieron Marcus Thuram y Dedrick Boyata este s¨¢bado: besar. Besar a un compa?ero. Besarlo en p¨²blico. Ante las c¨¢maras y los ojos fr¨ªos de una naci¨®n escandalizada.
Thuram meti¨® el segundo gol del M?nchengladbach al Eintracht y bes¨® a su compa?ero Tobias Strobl, que se le acerc¨® a felicitarlo. Boyata sab¨ªa lo que arriesgaba porque, al igual que el ajusticiado Kalou, juega en el Hertha. Su beso se pareci¨® mucho a un homenaje al compa?ero ausente cuando en el minuto 58 del partido que enfrentaba a su equipo con el Hoffenheim en el Rhein-Neckar Arena, resolvi¨® hacer a?icos las recomendaciones sanitarias que prescriben el distanciamiento social.
Sucedi¨® cuando Kevin Akpoguma se hizo un gol (0-1) en propia meta, d¨¢ndole la ventaja al Hertha. Liberado por el j¨²bilo ¡ªo decidido a exhibir su rebeld¨ªa¡ª, Boyata se abalanz¨® sobre su compa?ero Marko Grujik y le estamp¨® un beso en la mejilla, muy cerca de la boca.
Bruno Labbadia, el t¨¦cnico del Hertha, se mostr¨® comprensivo. ¡°Las emociones son parte del juego¡±, lo justific¨®. El Hertha acababa de imponerse por 0-3 en el partido de regreso a la Bundesliga tras dos meses de interrupci¨®n de la competici¨®n por la pandemia de la covid-19. En plena fiesta por el ¨¦xito conseguido no hab¨ªa lugar a sanciones. Tampoco la DFL quiso actuar de oficio. La patronal del f¨²tbol alem¨¢n resolvi¨® que, esta vez, no har¨ªa nada.
La jornada fue previsiblemente rara. Christian Streich, el entrenador del Friburgo, que empat¨® en Leipzig (1-1), admiti¨® que debi¨® inhibirse de dar indicaciones a sus jugadores, ya que sin p¨²blico los micr¨®fonos de las televisiones lo registran todo y resulta vergonzoso. ¡°Me hizo recordar mis tiempos de entrenador sub-18¡±, dijo Streich; ¡°entonces procuraba no gritar demasiado para no confundir a los jugadores. Ahora tienes m¨¢s posibilidades de intervenir en el juego porque al no haber p¨²blico todo se escucha mejor. Pero es mejor no hacerlo¡±.
¡°No esperaba que la calidad del juego se resintiera¡±, observ¨® Streich. ¡°Me recuerda a los entrenamientos. Son situaciones que se conocen porque se entrenan, pero no se conocen en competici¨®n. Pero echo de menos a los espectadores porque nosotros amamos el f¨²tbol y ellos aman el f¨²tbol, y necesitamos encontrarnos los fines de semana. Lamentablemente no se puede¡±.
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