¡°Mark Spitz era un poco vago para entrenar¡±
Santiago Esteva evoca su etapa en la Universidad de Indiana con el nadador que logr¨® siete oros en M¨²nich 1972 y con el que se ha escrito durante la pandemia
Reci¨¦n declarada la pandemia del coronavirus, a mediados de marzo, Santiago Esteva (Reus, Tarragona, 1952) recibi¨® un mensaje de texto en el m¨®vil. Era de un amigo que no le hab¨ªa escrito una l¨ªnea en casi 50 a?os. Con todo el cari?o que era capaz de expresar su temperamento introvertido, la pandemia hab¨ªa empujado a Mark Spitz (Modesto, California, 1950) a evocar con nostalgia el para¨ªso perdido.
Spitz se acord¨® de Esteva y Esteva se acord¨® de Spitz. Hablaron de las familias, de los hijos, de golf, y de los a?os que pasaron juntos en Bloomington integrando el equipo de nataci¨®n de la Universidad de Indiana que bajo la direcci¨®n de James Doc Counsilman conquist¨® seis campeonatos nacionales de Estados Unidos seguidos entre 1968 y 1973. Algo que ning¨²n equipo consigui¨® antes. Algo que nadie lograr¨ªa despu¨¦s. El est¨¢ndar de la leyenda.
¡°Mark era un poco vago¡±, dice Esteva, jubilado de banca en Reus. ¡°No le gustaba entrenar¡±. Counsilman, el entrenador, predicaba que su m¨¢xima era ¡°sangre, sudor y l¨¢grimas¡±. Los d¨ªas transcurr¨ªan seg¨²n el juego de seducci¨®n mutua entre el jefe y el m¨¢s talentoso de sus disc¨ªpulos.
¡°Recuerdo¡±, cuenta Esteva, ¡°que en septiembre de 1970, despu¨¦s de las vacaciones, no nos hab¨ªamos metido al agua, y Mark, como siempre, negoci¨® con Counsilman: ¡®Hagamos un trato, si bajo de 48 segundos me puedo ahorrar el entreno¡¯, le dijo. El r¨¦cord americano de 100 yardas mariposa estaba en 47,2 segundos. Todo el mundo se re¨ªa. ¡®?Esto es imposible!¡¯, dec¨ªan. ¡®Si hace eso yo pliego velas. ?Lo dejo¡!¡¯ Y Mark dice: ¡®?Callad!¡¯ Se pone en el poyete, se concentra, nada y hace 47,3s. ?El bandarra llevaba un mes sin entrenar! Fue la locura Los chicos gritaban: ¡®?A tomar por saco!¡¯ Todo el mundo sali¨® de la piscina y nos fuimos a la residencia¡±.
¡°Le conoc¨ª en la pista de atletismo del Estadio Universitario¡±, prosigue Esteva, ¡°en la ceremonia inaugural de los Juegos de M¨¦xico 68; la gente se hac¨ªa fotos con ¨¦l pero yo no le di importancia¡±.
Con solo 16 a?os, Esteva, quinto en 200 espalda en M¨¦xico 68 y formado en el Club Nataci¨® Sabadell, era un prodigio en tr¨¢nsito hacia la madurez que asist¨ªa perplejo al clima un tanto disipado que envolv¨ªa al equipo espa?ol. Spitz, con 18, ya era una figura. Hab¨ªa batido tres veces el r¨¦cord mundial de 100 metros mariposa cuando desfil¨® el 12 de octubre de 1968 en la apertura de los Juegos.
Tal vez demasiado seguro de s¨ª mismo, lleg¨® a M¨¦xico desprevenido. Sin suficiente preparaci¨®n para la altura y, seguramente, sin haberse entrenado demasiado. ¡°Lo vi nadar la final de los 100 mariposa y qued¨® segundo¡±, se?ala Esteva; ¡°para ¨¦l fue un fracaso¡±.
Semanas m¨¢s tarde, Spitz y Esteva se encontraron en la piscina de Indiana por primera vez con el hombre que los elev¨® a otro nivel. ¡°Doc¡±, recuerda Esteva, ¡°se alist¨® en 1942. Sirvi¨® en la Fuerza A¨¦rea. Pilotaba un bombardero cuatrimotor. Lo derribaron dos veces y nunca abandon¨® el avi¨®n ni tuvo bajas. Aterriz¨® como pudo, donde pudo. Ten¨ªa una inteligencia extraordinaria y la pon¨ªa a trabajar. Viv¨ªa la vida de cada uno de los seres que ten¨ªa bajo su mando. En su ¨¦poca de estudiante hab¨ªa sido uno de los mejores bracistas del mundo y era un gran psic¨®logo. Ten¨ªa grandes estudios en fisiolog¨ªa, fue el primero en aplicar el principio de Bernoulli a la nataci¨®n y en investigar la biomec¨¢nica bajo el agua. Cre¨® una c¨¢mara que hac¨ªa 500 fotogramas por segundo para poder ver los movimientos de cada nadador¡±.
Esteva repasa asombrado su reencuentro con Counsilman tras los Juegos de M¨²nich. Fue un d¨ªa de septiembre de 1972. El coach necesitaba hacerle una confesi¨®n:
¡ª?Sabes lo que me ha hecho Mark? Escucha¡ A mediados de mayo, antes de los Juegos, me dijo: ¡®Quiero ir a Mission Viejo y entrenarme con Sherman Chavoor, en mi club¡¡¯. Le dije que ok. A primeros de junio llam¨¦ a Sherman: ¡®Hola Sherman, ?qu¨¦ tal est¨¢ Mark? ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo?¡¯ ¡®?C¨®mo que qu¨¦ est¨¢ haciendo? ?Me dijo que estaba entrenando contigo!¡¯ ?El t¨ªo se hab¨ªa pegado tres semanas de vacaciones sin tocar el agua! Lo fueron a buscar y lo metieron en una piscina con un polic¨ªa a su lado¡±.
Si hubiera entrenado como cualquier otro nadador antes de los Juegos del 72 podr¨ªa haber bajado las marcas un segundo en 100 y dos segundos en 200
¡°Y as¨ª lleg¨® a M¨²nich e hizo lo que hizo¡±, se maravilla Esteva. ¡°?Esto es real! Nunca trabaj¨® con pesas como hacen ahora y solo med¨ªa 1,76, pero estaba m¨¢s dotado que Phelps para amoldarse al agua. Si hubiera entrenado como cualquier otro nadador antes de los Juegos del 72 podr¨ªa haber bajado las marcas un segundo en 100 y dos segundos en 200¡±.
En M¨²nich, Spitz rompi¨® todos los moldes de la nataci¨®n. Gan¨® siete oros y bati¨® siete r¨¦cords mundiales: 100 mariposa, 200 mariposa, 100 libre, 200 libre, relevos de 4x100, relevos de 4x200 y relevos de 4x100 estilos.
Spitz se convirti¨® en el ¨ªdolo ol¨ªmpico por antonomasia y en un mito sexual inmediato. Bast¨® su foto, moreno, sonriente bajo el bigote, luciendo las siete medallas entre el pecho desnudo y el ba?ador ce?ido de barras y estrellas. ¡°Se dej¨® bigote en los Juegos¡±, dice Esteva. ¡°Mi hermana no le conoc¨ªa de nada y me dec¨ªa: ¡®?Qu¨¦ guapo, qu¨¦ guapo, qu¨¦ guapo!¡¯ A ¨¦l nunca se le subi¨® a la cabeza. Era una persona sencilla sin grandes objetivos econ¨®micos. Quer¨ªa ser dentista pero nunca acab¨® la carrera porque cuando termin¨® los Juegos se lo llevaron para sacarle todo el jugo publicitario posible. En Navidades volvi¨® a Indiana y no se pudo ni ba?ar por los contratos que ten¨ªa firmados. Lo quisieron promocionar en la tele, como Johnny Weissm¨¹ller. Pero al ser un poco parco en palabras aquello acab¨® como el rosario de la aurora¡±.
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