¡®Memento mori¡¯ blaugrana
Rememorar las ¡®vacas flacas¡¯ puede ayudar a entender el lugar de los clubes en la historia
Las malas ¨¦pocas tambi¨¦n merecen un hueco en la historia de los clubes m¨¢s poderosos. Porque, aunque tiendan a olvidarse, forman parte de su manera de ser. De su cultura. En tiempos de posverdad y hechos alternativos; en una era en la que reconocer los fracasos implica cierta -y falsa- sensaci¨®n de debilidad y en la que el ¨¦xito se forja a partir de triunfos mec¨¢nicos y repetitivos, no est¨¢ de m¨¢s reivindicar esos momentos en los que una instituci¨®n se asom¨® al abismo o, lo que es peor, a la indiferencia. No pasa nada por recordar que hubo un tiempo en el que no se alzaban torneos cada a?o. Es, incluso, una cuesti¨®n de salud mental: rememorar las vacas flacas puede ayudar a entender el lugar de los clubes en la historia. Una suerte de memento mori deportivo: recuerda que unos pocos cent¨ªmetros te pueden separar de la gloria y devolver a la tierra.
El F¨²tbol Club Barcelona es uno de los mejores equipos del mundo. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha disfrutado de plantillas que se han quedado grabadas en la retina de los espectadores. Han sumado miles y miles de aficionados en todo el mundo por su manera de jugar y de ganar. Pero hubo un tiempo en el que no fue as¨ª. En El Bar?a de los 60. La traves¨ªa del desierto (Cult Books), Fernando Cuesta centra el relato en el periodo que va de 1960 a 1974. A?os de crisis social, econ¨®mica y deportiva. De no oler un t¨ªtulo de Liga. De las finales europeas de Berna y de Basilea. Una traves¨ªa en el desierto que uni¨® la etapa de Kubala -dej¨® peque?o Les Corts- con la llegada de Cruyff. Y que, desde la acera de enfrente, contemplaba a su eterno rival sumando t¨ªtulos. Es probable que los hinchas que vivieron -y resistieron- aquella etapa, disfrutaran a¨²n m¨¢s de los t¨ªtulos que estaban por venir. ?Hay algo m¨¢s bonito que permanecer fiel a los tuyos cuando casi nada va bien? Seguramente s¨ª. Pero ni curte ni une tanto.
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