Un mensaje para Quique Seti¨¦n
El partido contra el Athletic invita al t¨¦cnico a romper con las jerarqu¨ªas del vestuario y apostar por la cantera con vistas al futuro del Bar?a
Atrapado en una rotonda sin salida, el Bar?a no para de dar vueltas, todav¨ªa convencido de que con el presidente Bartomeu al volante dar¨¢ con la carretera buena, sin reparar en que, mientras, los accidentes se suceden y se amontonan las v¨ªctimas, jugadores buenos y malos, directores deportivos inteligentes y torpes, entrenadores intervencionistas o excelentes en la gesti¨®n como era Valverde. Ahora quien est¨¢ en el punto de mira es Seti¨¦n.
El mensaje que dej¨® el ¨²ltimo partido, disputado el martes con el Athletic, compromete seriamente al c¨¢ntabro, ahora mismo un t¨¦cnico indescifrable, v¨ªctima igualmente de la despersonalizaci¨®n del Bar?a. Nadie sabe muy bien qu¨¦ pretende aquel exfutbolista que habr¨ªa dado un dedo por jugar en el equipo de Cruyff y que fue contratado para sentarse en el banquillo despu¨¦s de la negativa de Xavi y Koeman, y el descarte de Pochettino.
Apenas queda rastro futbol¨ªstico de Cruyff en el equipo y en el club, salvo piedras, monumentos y un estadio en el que juega el femenino y el Bar?a B. Ha perdido tanta identidad que al final resultar¨¢ que el estilo sobre el que la instituci¨®n azulgrana edific¨® su relato fue simplemente la obra de un genio holand¨¦s, dimensionada despu¨¦s por un catal¨¢n universal llamado Guardiola y coronada por el mejor futbolista de la historia de nombre Messi.
El serio riesgo que corre el Barcelona es que su ADN se convierta en una cuesti¨®n nominal y no conceptual para dicha de quienes atribuyen a la entidad una superioridad moral que no hace al caso en el f¨²tbol, ni a ning¨²n deporte, si su grandeza se mide a partir de los trofeos ganados, la tesis de la que siempre presumi¨® el Madrid. No alcanza con poner a Piqu¨¦, Busquets, Sergi Roberto y Messi para garantizar la fidelidad al ideario del Bar?a.
La alternativa del tridente
Al Barcelona se le olvid¨® jugar a f¨²tbol desde que se entreg¨® a los jugadores, y muy especialmente a un n¨²cleo de treinta?eros que ha creado un ecosistema futbol¨ªstico y social que se recrea en la caduca foto de la Liga de Campones ganada en 2015, cuando la determinaci¨®n de Luis Enrique y la sapiencia de Zubizarreta consiguieron superar el culto a los centrocampistas con el tr¨ªo de atacantes que formaron Messi-Luis Su¨¢rez-Neymar.
La alineaci¨®n fue sustituida con ¨¦xito por un tridente y, desde entonces, el equipo y el club son presas de la nostalgia, del recuerdo de Berl¨ªn y de Wembley, y ambos tambi¨¦n de las Copas de Europa y de la Liga, de la pareja Xavi-Iniesta y del pensamiento de Cruyff y Guardiola, despu¨¦s agitado por Luis Enrique, manejado por Valverde y ahora en manos de Seti¨¦n. Y al igual que Valverde, Seti¨¦n est¨¢ en medio de un contencioso complicado en el Bar?a.
El Txingurri todav¨ªa se pregunta por qu¨¦ fue destituido de la misma manera que Seti¨¦n se interroga por los motivos de su contrataci¨®n, los dos atrapados por el debate que paraliza al barcelonismo: se impone ganar o presumir de jugar bien al f¨²tbol o, ambas cosas son compatibles, sobre todo en un vestuario viciado y torturado por la necesidad de reconquistar la Copa de Europa despu¨¦s de sus fiascos en Madrid, Par¨ªs, Roma y Liverpool.
A su llegada, el t¨¦cnico c¨¢ntabro prometi¨® que con el tiempo dar¨ªa gusto ver al Bar?a y se dispuso a exhibir las virtudes de su equipo, condicionado seguramente porque a su antecesor le condenaron por disimular con t¨ªtulos las carencias de un plantel exprimido, viciado y v¨ªctima del s¨ªndrome Neymar. Al brasile?o tambi¨¦n se le extra?a, porque no hay club en el mundo que se sienta m¨¢s v¨ªctima de la a?oranza que el Barcelona.
A Seti¨¦n se le recuerda disponer una defensa de tres centrales nada m¨¢s pisar el Camp Nou. Tambi¨¦n se sabe de su insistencia por salir con la pelota jugada desde el ¨¢rea de Ter Stegen. Y no hay comparecencia en la que no hable de asegurar el pase y mejorar el juego de posici¨®n, tal que fuera un maestro frente a una clase de veteranos ya ense?ados y, por tanto, que ya se lo saben todo, nada que ver con los aprendices de Las Palmas y el Betis.
El t¨¦cnico repite la lecci¨®n y tambi¨¦n la alineaci¨®n sin reparar en que los jugadores no creen en su discurso porque solo conf¨ªan en s¨ª mismos y en su experiencia. Y, naturalmente, en el instinto y talento de Messi. No quieren a m¨¢s pedagogos, sino que prefieren a quienes respetan su jerarqu¨ªa y modus vivendi de la misma manera que la directiva les complace con los mejores salarios de Europa.
El riesgo como arma
Y Seti¨¦n acab¨® tambi¨¦n por entregar su alma al diablo, y por tanto a los futbolistas, por m¨¢s que presuma de su catecismo de equipo inspirado en la obra de Cruyff. La sensaci¨®n, sin embargo, es que el Bar?a dif¨ªcilmente volver¨¢ a ser un equipo ganador y muy probablemente no ser¨¢ reconocido por su juego, una dial¨¦ctica que si no se corrige aboca a un duro final de temporada para el t¨¦cnico y el presidente, cuyo mandato inicialmente expira en junio de 2021.
Hay, sin embargo, una posible alternativa, advertida durante el partido con el Athletic: antes que sobrevivir con once veteranos capaces de ser confundidos a veces con los Legends, mejor apostar por j¨®venes dispuestos a triunfar como Riqui Puig y Ansu Fati, noveles procedentes de una Masia acostumbrada hist¨®ricamente a trabajar en ¨¦pocas magras para entrenadores tan diferentes como fueron Weisweiler, Menotti, Lattek o Venables.
El equipo solo se desbloquear¨¢ si se refresca y se rompen inercias que sacrifican a jugadores tan considerados a nivel de mercado como Coutinho, Demb¨¦l¨¦, Arthur o Griezmann. No es una cuesti¨®n de cartel, sino de saber si son los futbolistas apropiados para el Bar?a, circunstancia que requiere de una pol¨ªtica deportiva definida que ahora precisamente no tiene el Barcelona.
A falta de br¨²jula, mientras tanto, no queda m¨¢s remedio que buscar una salida a la rotonda a partir del riesgo y la emoci¨®n, y no de la rutina y la seguridad que conceden cinco partidos sin tomar un gol despu¨¦s de las buenas actuaciones del portero Ter Stegen. No se trata de atropellar ni de ser atropellado, sino de circular con la confianza que supone saber que no hay nadie m¨¢s interesado en dar con la carretera del ¨¦xito que Messi.
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