Aquel adi¨®s de Guardiola
Nadie se va de su casa porque quiere y mucho menos quien se ha dejado la piel por levantarla
Fueron mayor¨ªa los socios y aficionados del Bar?a que, en su d¨ªa, interpretaron el adi¨®s de Pep Guardiola como una p¨¦rdida asumible. A fin de cuentas, se iba porque quer¨ªa y el Bar?a siempre ha estado muy por encima de cualquier entrenador. Esa fue la primera gran mentira, el germen de todas las que estaban por llegar, y se ejecut¨® de un modo tan preciso, con un corte y sutura tan limpios, que incluso ahora siguen siendo mayor¨ªa los socios y aficionados que se niegan a reconocer lo evidente: que nadie se va de su casa porque quiere y mucho menos quien se ha dejado la piel por levantarla. Lo dec¨ªa Irving Rosenfeld, el personaje interpretado por Christian Bale en La gran estafa americana: ¡°La gente cree lo que quiere creer¡±. Y lo que quer¨ªa creer el socio y aficionado en aquel momento era que el Bar?a seguir¨ªa siendo m¨¢s que un club.
Como en los mejores golpes, la trampa se fue tejiendo por capas, comenzando por lo nuclear y expandi¨¦ndose en todas direcciones, como una esferificaci¨®n de Bloody Mary aplastada con una cuchara. Lo primero, lo fundamental, era convencer a Guardiola de que lo mejor para todos era que se fuera. ¡°Pep nos ha dicho que, mientras le sigamos, continuar¨¢ con nosotros¡±, revel¨® Dani Alves en cierta ocasi¨®n, cuestionado por una de aquellas renovaciones anuales a las que se obligaba el t¨¦cnico catal¨¢n. Y conseguir lo contrario, es decir, lograr que un grupo de futbolistas visiblemente endiosados comenzaran a alejarse del estricto rumbo marcado por su entrenador, tampoco parec¨ªa una tarea irrealizable. As¨ª comenzaron los responsables del club a destruir el principio de autoridad en el vestuario, una semilla que fue echando ra¨ªces hasta convertirse, con el paso de los a?os, en una hiedra perniciosa y absolutamente ingobernable.
A excepci¨®n de Tito Vilanova, (el poli bueno que no tuvo necesidad ¨Cni tiempo¨C de interpretar al poli malo), todos los entrenadores que han ocupado ese banquillo sufrieron las consecuencias de aquel paso en falso, incluido un Luis Enrique que gan¨® un triplete renunciando a varios de sus principios t¨¢cticos y morales. A Martino, Valverde y ahora Seti¨¦n, directamente los atropell¨® un vestuario en el que ya no se toman medidas impopulares y la meritocracia ha sido sustituida por una suerte de dictadura friendly, encabezada por los supervivientes de aquel primer naufragio inducido. La buena herencia recibida y una ingente inversi¨®n econ¨®mica, de esas que son capaces de tapar varios errores con un solo acierto, hicieron el resto. Los t¨ªtulos continuaron llegando con una regularidad pasmosa ¨Cel f¨²tbol sigue siendo de los futbolistas¨C pero solo ahora empezamos a comprender el verdadero coste de algunas victorias.
En lo econ¨®mico, ya se intuye un agujero que ser¨¢ muy dif¨ªcil de cerrar cuando la retirada de Messi detenga lo que quede del c¨ªrculo virtuoso. En lo deportivo, todo seguir¨¢ dependiendo del acierto desproporcionado del argentino. Y en lo ¨¦tico y social... Bueno, para eso es necesaria la asunci¨®n total de los errores cometidos o una nueva hornada de dirigentes que nada tenga que ver con la que sumi¨® al club en el desgobierno. Lo terrible del asunto es que ninguna de las dos parece factible a d¨ªa de hoy: el Bar?a sigue siendo m¨¢s que un club y ahora sabemos que el ¨²nico que nunca quiso estar por encima de ¨¦l fue el propio Guardiola.
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