La doble muerte de Guardiola y el Barcelona
Hace tiempo que el Bar?a abandon¨® el camino trazado por Cruyff para regresar a la senda del gasto ilimitado
Como aficionado al f¨²tbol estoy acostumbrado a morir varias veces en la misma temporada, forma parte del oficio, pero fallecer dos veces en una sola noche es demasiado castigo incluso para quienes nos hemos acostumbrado a coquetear con los caprichos de la Patrona desde la m¨¢s tierna infancia. Y es que, por incre¨ªble que parezca, no es la primera vez que asisto a la doble defunci¨®n de una misma persona ¨Csoy gallego, aqu¨ª hemos visto de casi todo- pero una cosa es vivirlo de cerca y otra es sentirlo en carne propia, que fue lo que sucedi¨® ayer con las eliminaciones de Pep Guardiola primero y del Bar?a despu¨¦s.
Hubo cierta belleza en el primer tr¨¢nsito, siempre la hay cuando el t¨¦cnico de Santpedor se encuentra de cuerpo presente. Guardiola tiene algo de aquellos secundarios de western que mor¨ªan con las botas puestas en beneficio del protagonista, empe?ado en vaciar el tambor de su rev¨®lver y llevarse por delante a un par de forajidos antes de hincar la rodilla. Para su desgracia, se top¨® con otros dos actores de renombre: Mohamed Salah y Mateu Lahoz. El primero tiene algo de Eli Wallach por lo feroz y descarado de su f¨²tbol, un Tuco Benedicto moderno al que no conviene dar la oportunidad de desenfundar. Tampoco al ¨¢rbitro espa?ol, quien cada d¨ªa se parece m¨¢s a Lee Van Cleef por lo siniestro y obsesivo.
La segunda muerte result¨® m¨¢s dolorosa, seguramente por indecente e inesperada. Asusta pensar en lo que est¨¢ haciendo este club con el mejor jugador de la historia, un tanatopractor capaz de disimular las peores heridas pero sin el don divino de devolver el aliento a los muertos; a Messi lo tratamos a menudo como un dios y quiz¨¢s por ello se nos olvida que hablamos de ¨¦l en sentido figurado. Para su desgracia, sea el argentino consciente o no, hace tiempo que el Bar?a abandon¨® el camino trazado por Cruyff para regresar a la senda del gasto ilimitado, una regresi¨®n que est¨¢ saliendo cara m¨¢s all¨¢ de los balances econ¨®micos oficiales. El de ayer fue el en¨¦simo descalabro de un proyecto construido por bur¨®cratas que apenas se sostiene gracias a la enorme herencia recibida.
Tanto luto me hizo recordar cierto incidente que todav¨ªa hoy obliga a persignarse a un pueblo entero. Maldonado era un se?or muy alto y bien parecido que un d¨ªa se muri¨® como si hubiera sido peque?o y feo: la muerte no hace ese tipo de distinciones. El caso es que le construyeron un ata¨²d especial, de dimensiones m¨¢s grandes que las habituales, y al tratar de introducirlo en el nicho se dieron cuenta de que la caja no cab¨ªa. Todos se miraban entre s¨ª y el desconcierto se apoder¨® de la comitiva hasta que el sacrist¨¢n dio un paso al frente y prometi¨® hacerse cargo de la situaci¨®n si le condec¨ªan intimidad y un poco de tiempo. En cuanto se qued¨® a solas, agarr¨® un hacha y comenz¨® a cortar hasta introducir el ata¨²d en el reservado con la salvedad ¨Cun tanto desagradable, eso s¨ª- de que al pobre Maldonado lo parti¨® por las rodillas: otro ejemplo de doble muerte, como la de ayer, aunque a su familia siempre le quedar¨¢ el consuelo de que aquel estropicio no fuese televisado.
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