Casillas y el paso del tiempo
Apareci¨® siendo un ni?o, se convirti¨® en ¨ªdolo a base de milagros voladores y se despidi¨® como mito despu¨¦s de capitanear a la generaci¨®n m¨¢s ganadora de la historia del f¨²tbol espa?ol
Los ¨ªdolos no envejecen, nosotros s¨ª.
Apareci¨® siendo un ni?o, se convirti¨® en ¨ªdolo a base de milagros voladores y se despidi¨® como mito despu¨¦s de capitanear a la generaci¨®n m¨¢s ganadora de la historia del f¨²tbol espa?ol. En ese largo camino, Casillas conoci¨® la insidia de perseguidores de medio pelo. La diferencia entre esa jaur¨ªa que se dedica a refutar leyendas y Casillas la conoce el mundo, que le despidi¨® con honores. Mientras el rey em¨¦rito sal¨ªa escopetado de Espa?a, cuando la gente emprend¨ªa sus vacaciones y mientras la covid que no cesa segu¨ªa abriendo las noticias, Iker dijo adi¨®s y algo tembl¨®. Sobre todo, para aquellos que eran entre ni?os y adolescentes cuando Iker irrumpi¨® con la fuerza de su talento y de su carisma. Por esos milagros que el f¨²tbol hace con las percepciones, esa generaci¨®n que se sinti¨® en la cima del mundo cuando Casillas levant¨® la Copa en Sud¨¢frica de pronto se descubri¨® mayor.
?Tendencia o talento?
Cada tanto, al ¨¢rbol de aquella heroica generaci¨®n se le cae una hoja. Dejan un recuerdo maravilloso y un legado que respetar. No deben olvidar que Espa?a lleg¨® a lo m¨¢s alto por jugadores que le metieron el turbo de la pasi¨®n a talentos singulares que desafiaron la tendencia. Casillas es un ejemplo. En un tiempo en que para los porteros los pies fueron tan importantes como las manos, ¨¦l se refugi¨® entre los tres palos, liber¨® el instinto y vol¨® hasta la eternidad. Pero detr¨¢s de esa frialdad de asesino estaba la emoci¨®n del futbolista de verdad. Nunca olvidar¨¦ verlo llorar como un ni?o en el vestuario de Glasgow, cuando le bastaron 20 minutos para tocar el cielo. Esa furia pasional dota de convicci¨®n. Y solo con convicci¨®n se sale de una contradicci¨®n paralizante: ?sigo la tendencia o conf¨ªo en mi talento? Ellos respondieron.
Entre dos f¨²tboles.
La larga carrera de Iker le permiti¨® conocer dos f¨²tboles. El pregal¨¢ctico, de esencia barrial y orgullo comunitario, donde la vieja Ciudad Deportiva era un escenario coherente con su condici¨®n de chico normal de M¨®stoles. Y el postgal¨¢ctico, era en la que los futbolistas se convirtieron en h¨¦roes sociales, en la que las pretemporadas eran giras y en la que un chino importa, en t¨¦rminos econ¨®micos, tanto como un socio. El f¨²tbol no es m¨¢s que un problema que un grupo de muchachos, con un escudo representativo en el pecho, deben intentar solucionar. Si es con belleza mejor, pero suele bastar con la eficacia. De que puedan hacerlo con ¨¦xito depende la alegr¨ªa y la tristeza de una comunidad, que a veces cabe en un barrio y a veces le queda peque?o el mundo, como es el caso del Real Madrid. El otro milagro de Casillas consiste en que, en los dos f¨²tboles, fue la misma persona.
?D¨®nde cabe una leyenda?
Casillas conoci¨® la gloria y para eso hay que demostrar una gran capacidad de adaptaci¨®n. Ahora tiene que salir del amparo de los tres palos para enfrentarse al mundo de la gente corriente. El tiempo no mide igual para un futbolista que, de pronto, es viejo para jugar, pero joven para la vida. El Real Madrid le abrir¨¢ sus puertas para que siga vinculado al f¨²tbol y al club. Pero aqu¨ª tenemos otro tipo de problema: ?D¨®nde se coloca a una leyenda? Ra¨²l, que es el antecedente inmediato, ya eligi¨® ser entrenador y est¨¢ en la sala de espera para que, con el tiempo, apueste a resucitar su leyenda desde elbanquillo. Pero Iker no se ve en labores t¨¦cnicas, de manera que, dentro de la mara?a institucional, tendr¨¢ que encontrar un lugar donde se sienta ¨²til sin que su leyenda pierda brillo. Tambi¨¦n esa frontera la sabr¨¢ cruzar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.