Un ¡®loco¡¯, un pisot¨®n y la mudanza de una porter¨ªa
El Real Madrid ha salpicado su brillante camino en la competici¨®n con sucesos poco habituales y algunas sanciones disciplinarias
El Real Madrid es el rey de la Copa de Europa con 13 t¨ªtulos y tres subcampeonatos. Ning¨²n otro club ha participado en 50 de las 66 ediciones disputadas, ni acumula tantos partidos, 438, con 262 victorias, 76 empates, 100 derrotas, 972 goles a favor y 478 en contra. Esta exuberancia estad¨ªstica tiene sus gajes y en su debe acumula una serie de acontecimientos que entran dentro del terreno de lo extraordinario. Como tal puede considerarse que un aficionado, el llamado Loco del Bernab¨¦u, salte al campo y agreda al ¨¢rbitro; o que antes de comenzar un partido los aficionados m¨¢s belicosos tiren una de las porter¨ªas y el comienzo se retrase m¨¢s de una hora porque no hab¨ªa otra de recambio en el estadio. Tambi¨¦n entra dentro de lo inusual que los incidentes del p¨²blico en el Bernab¨¦u acaben en varios cierres del estadio o el comportamiento de algunos jugadores, como Juanito, castigado con sanciones ejemplares.
Agresi¨®n al ¨¢rbitro. Ida de semifinales de la temporada 75-76. ?ltimo d¨ªa de marzo. El Real Madrid ven¨ªa de eliminar al Derby y al Borussia de Moenchengladbach. Toca el Bayern. El partido acab¨® en empate (1-1; 2-0 en la vuelta en M¨²nich). En la ida, la afici¨®n blanca llevaba minutos mostrando su descontento con el colegiado austriaco, Linemayer. Lo que no entraba en el gui¨®n es que poco antes de finalizar el encuentro un aficionado de 26 a?os abandonara su localidad en el segundo anfiteatro, dijera a su esposa embarazada de seis meses, a su hermano mayor y a su cu?ada que iba al ba?o y con toda la tranquilidad que su mente le permit¨ªa en ese momento de ofuscaci¨®n descendiera uno por uno los escalones hasta saltar al terreno de juego con la intenci¨®n de ajustar cuentas con el colegiado por no se?alar un presunto penalti a Santillana y porque Maier le hubiera roto la nariz a Roberto Mart¨ªnez.
Pitido final. Tocado con un gorro blanco de lana con pomp¨®n, Jaime D.P. -as¨ª se llamaba- alcanz¨® a su paso a Gerd M¨¹ller en su carrera hacia el colegiado, su verdadero objetivo. Le caz¨® de lleno en la cara. Uli Hoeness, cerca de la escaramuza, no lleg¨® para evitar el golpe, pero su compa?ero Sepp Maier s¨ª para placar segundos despu¨¦s al agresor. El delegado de campo, el doctor Pruden, hizo lo propio con el portero mientras el tumulto se multiplicaba con la llegada del resto de jugadores alemanes y la polic¨ªa, entonces vestida de gris.
Nadie sabe c¨®mo ni por qu¨¦, tras la detenci¨®n inmediata, el triste protagonista no fue retenido y qued¨® en libertad en el mismo estadio. Dicen que, compungido, pidi¨® perd¨®n y en un momento de descuido se escabull¨® hasta desaparecer de la escena. Volvi¨® al Bernab¨¦u, seg¨²n confesi¨®n suya en alguna entrevista que concedi¨®, al mes siguiente, y el mayor castigo que sufri¨® fue que su padre no le dirigiera la palabra en dos a?os. Al Real Madrid la UEFA le sancion¨® en primera instancia con un a?o sin jugar en Europa, que se qued¨® en dos partidos en el destierro: Valencia y M¨¢laga.
La furia de Juanito. Sin pretenderlo, El Loco del Bernab¨¦u se convirti¨® en el primer int¨¦rprete de la serie que a partir de ese momento protagonizaron el Real Madrid y el Bayern. Rivalidad feroz. Once a?os despu¨¦s, en 1987, la batalla se desat¨® en el Ol¨ªmpico de M¨²nich. Tambi¨¦n semifinales. Dos minutos despu¨¦s de que Wohlfarth marcara el tercer gol del Bayern, Juanito pierde la cabeza. Los jugadores del Real Madrid estaban indignados por el penalti se?alado por Valentine y que supuso el segundo gol. Matth?us realiza una alevosa entrada a Chendo y el extremo madridista se toma la justicia por su mano y pisa la cabeza al jugador alem¨¢n, que estaba tendido en el suelo. Gracias a que Gallego le agarr¨® y Agust¨ªn se lo llev¨® fuera del campo, el incidente no pas¨® a m¨¢s.
No era la primera vez que el de Fuengirola perd¨ªa los nervios. En noviembre de 1978, hab¨ªa agredido a un juez de l¨ªnea y zarandeado e insultado al ¨¢rbitro en un partido Grasshopper-Real Madrid. Fue sancionado con dos a?os que se quedaron en uno. La agresi¨®n de M¨²nich le cost¨® cinco a?os de suspensi¨®n y fue el detonante para su marcha del Real Madrid al final de temporada. Su arrepentimiento instant¨¢neo encerraba una buena carga de sinceridad. "En mi carrera he tenido dos yos. Hoy ha podido el yo irracional al yo racional. He metido la pata, he cometido una torpeza. Maldigo ese comportamiento irracional que hab¨ªa tratado de educar durante unos a?os", dijo. Con el tiempo, pidi¨® perd¨®n a Matth?us y hasta le regal¨® un capote y un estoque.
La meta del fondo sur. Tambi¨¦n 11 a?os despu¨¦s, el 1 de abril del 98, como si la maldici¨®n fuera c¨ªclica, el Bernab¨¦u volvi¨® a vivir otra noche para el olvido. Lejos quedaban ya los incidentes siempre con el Bayern y sus jugadores como protagonistas -los cuernos de Augenthaler al p¨²blico y las provocaciones de Pfaff- que supusieron otro cierre del estadio en el 87, en la vuelta del partido del pisot¨®n de Juanito.
Esta vez la situaci¨®n fue m¨¢s grotesca. Unos 50 o 60 aficionados radicales del fondo sur se subieron a la valla met¨¢lica de separaci¨®n del terreno de juego, antes de un partido contra el Borussia Dortmund. Comenzaron a zarandearla hasta que la porter¨ªa acab¨® en el suelo. Entonces las redes se tensaban precisamente con la valla en cuesti¨®n y las cuerdas acabaron cediendo.
Los jugadores ya estaban sobre el c¨¦sped y el partido a punto de comenzar. Como en el estadio no hab¨ªa ninguna otra porter¨ªa de repuesto -no era obligatorio entonces-, los funcionarios del club se tuvieron que ir a la Ciudad Deportiva a por una. Toda una odisea. Los futbolistas se marcharon a los vestuarios. Los alemanes del Borussia de Dortmund, entonces campeones de Europa, ped¨ªan insistentemente al ¨¢rbitro la suspensi¨®n del partido, pero ¨¦ste y el delegado dieron un margen de 30 minutos para solucionar la situaci¨®n. Al final fueron 75.
La porter¨ªa entr¨® por el t¨²nel del estadio subida en un cami¨®n que, casualmente, estaba en la Ciudad Deportiva, en medio de una sonora ovaci¨®n y, no sin esfuerzo, por fin fue colocada en su sitio. Al due?o del veh¨ªculo, C¨¢ndido G¨®mez, el club le premi¨® con 58.000 pesetas, una camiseta firmada por los jugadores, un Bernab¨¦u de plata en miniatura y la insignia del club.
El Real Madrid gan¨® 2-0 y se clasific¨® para la final de ?msterdam, donde gan¨® la s¨¦ptima. Cincuenta d¨ªas antes una porter¨ªa ca¨ªda estuvo a punto de evitarlo.
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