La venganza de Su¨¢rez
El orgullo herido, el af¨¢n de demostrar que el Bar?a se equivoc¨® y hasta el deseo de venganza van a disparar la motivaci¨®n del delantero uruguayo en el Atl¨¦tico
Su¨¢rez al cuadrado
Luis Su¨¢rez termin¨® la temporada pasada luchando contra su cuerpo en un Bar?a decadente. Se lesion¨®, volvi¨®, quiso, le cost¨®, y al final lo echaron sin contemplaciones. Pero reactivaron una bomba. En el Atl¨¦tico de Madrid le agregar¨¢, a la garra charr¨²a, el salvaje empuj¨®n que le dar¨¢ Simeone y, sobre todo, un deseo de reivindicarse que le llenar¨¢ el dep¨®sito de adrenalina. No solo de altas pasiones est¨¢ hecha la competitividad. El orgullo herido, el af¨¢n de demostrar que se equivocaron y hasta el deseo de venganza van a disparar la motivaci¨®n de Su¨¢rez. En la cadena de pases que sustenta al Bar?a, Su¨¢rez no siempre se sent¨ªa c¨®modo, pero a¨²n as¨ª se cans¨® de marcar goles. El Cholo, en ataque, necesita un sable que entre recto en el sistema defensivo de los rivales. Nadie mejor que Su¨¢rez. Con la ventaja a?adida de que el sable llegar¨¢ afilado gracias al Bar?a.
Sacrifico y exigencia
Nada m¨¢s hermoso que los ojos de incredulidad de un debutante. Llegan al lugar que hab¨ªan so?ado y, sin embargo, no acaban de cre¨¦rselo. En el Madrid aparecieron en el primer equipo Marvin y Arribas, dos chicos que formaron parte del grupo que gan¨® la Youth League. No es un dato menor. Me toc¨® ver casualmente un entrenamiento del Castilla y, si no fuera porque Ra¨²l termin¨® ronco e igual de cansado que sus jugadores, lo hubiera denunciado por maltrato. Daba gusto ver la intensidad, concentraci¨®n y disciplina colectiva con la que sus jugadores hac¨ªan las acciones. Salieron del entrenamiento exhaustos, pero siendo mejores que cuando entraron. Estoy cansado de o¨ªr que los jugadores han perdido capacidad de sacrificio. El problema es previo: hemos bajado el nivel de exigencia. Si estos chicos siguen trabajando as¨ª, Marvin y Arribas ser¨¢n los primeros de muchos que llegar¨¢n a Primera Divisi¨®n.
El que pasa por el Madrid sabe las reglas
Odegaard lleg¨®, vio y se pir¨®. Era muy joven y a¨²n no estaba preparado para el Madrid, donde los detalles de clase no alcanzan. Cinco a?os despu¨¦s, vuelve maduro como una de las grandes novedades de un mercado raqu¨ªtico. Aquel paso fugaz por el club le ense?¨® que quien se pone la camiseta del Madrid lleva encima el peso de la historia. Me entusiasma su capacidad para solucionar problemas con delicadeza. El bal¨®n, que de f¨²tbol sabe mucho, le suele buscar entre el medio del campo y el balc¨®n del ¨¢rea. Es entonces cuando, con la cabeza levantada, busca un espacio abierto, un tiempo preciso, un compa?ero atento para recibir el pase. Para todo eso, Odegaard es una computadora. Pero una computadora humana tiene que demostrar que la camiseta no le pesa. Entonces podremos decir: lleg¨®, volvi¨® a ver y triunf¨®.
El Bayern y el sudoku
Miro al Bayern contra el Sevilla exigiendo una explicaci¨®n. Para haber ganado los ¨²ltimos 23 partidos, tiene que ser un equipo m¨¢s poderoso que la mala suerte, que en el despiadado f¨²tbol siempre tiene algo que decir. Equipo grande que corre como si fuera peque?o; con una disciplina alemana, aunque sean polacos, austr¨ªacos o canadienses; con figuras que no piden privilegios y anteponen lo colectivo a lo individual; m¨¢s atentos a las obligaciones que a las posibilidades que da el talento; con ganas de seguir marcando goles cuando ya van ganando; que no diferencian el minuto uno del noventa, ni la Bundesliga de las competiciones europeas, ni los d¨ªas que hace fr¨ªo de los d¨ªas que hace calor. Como m¨¢s que bailarte lo que hacen es someterte, suele ocurrirme que, a mitad del partido, me pongo a hacer un sudoku. En esta ocasi¨®n, no. Ni el Bayern ni el heroico Sevilla merec¨ªan una distracci¨®n.
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