Un hist¨®rico cruce de caminos
El Bar?a ha sido un club de entrenadores con una idea muy definida, mientras el Madrid ha sido m¨¢s reh¨¦n de sus futbolistas sin un estilo fijo
La rivalidad Bar?a-Madrid/Madrid-Bar?a se retroalimenta desde su primer enfrentamiento en 1902, pero comenz¨® a gestarse como un duelo para la eternidad en la Copa de 1916, en la que tuvieron que jugar cuatro partidos para ver qui¨¦n disputaba la final contra el Athletic. Gan¨® el equipo blanco y el azulgrana se retir¨® del campo antes de tiempo por considerarse perjudicado por el ¨¢rbitro. Desde entonces cada club ha moldeado la existencia a su manera. Con el objetivo com¨²n de la victoria, pero por caminos distintos. El Bar?a, enganchado a una idea y a sus entrenadores. El Madrid, sin un estilo definido y apegado a los futbolistas de turno. Aunque ahora, precisamente, se d¨¦ la situaci¨®n contraria: el Bar?a de Messi y el Madrid de Zidane.
Estilo de juego. El equipo azulgrana se ha caracterizado, al menos desde la llegada de Marinus Michels a principios de los 70 y, fundamentalmente, desde que Johan Cruyff, su heredero, se sent¨® en el banquillo en el 88, por defender una idea futbol¨ªstica bien definida. A partir de ese libreto trata de mantener una continuidad en el estilo con los retoques propios de los inquilinos de su banquillo.
No fue casualidad que despu¨¦s de Johan, tras el par¨¦ntesis de Robson, entre los elegidos estuvieran Van Gaal, en dos etapas, y Rijkaard, grandes conocedores del modelo que m¨¢s hab¨ªa arraigado en el club y que sab¨ªa y ol¨ªa a Cruyff. Ni tampoco fue fortuito que despu¨¦s de la gloriosa etapa de Guardiola, todos los t¨¦cnicos, con la excepci¨®n de Martino, conocieran el ADN futbol¨ªstico del club: Tito Vilanova, Luis Enrique y Valverde. Seti¨¦n no era de la casa, pero siempre fue un defensor de la causa cruyffista y Koeman, ahora, es uno m¨¢s de la familia.
El Real Madrid, independientemente de la ¨¦poca, siempre ha estado entregado al poder¨ªo de sus futbolistas. Los entrenadores se han acoplado a su potencial. Los jugadores, m¨¢s pragm¨¢ticos, prefirieron la pr¨¢ctica a la teor¨ªa. El sello de la casa es ganar. Si acaso luego pregunta c¨®mo ha jugado. Se acopla a todos los estilos. Como recuerda Pirri, una de las leyendas del club, ¡°lo primero que me ense?aron cuando llegu¨¦ es que nunca me pod¨ªa rendir. La afici¨®n del Madrid no te exige jugar bien, pero s¨ª que lo des todo hasta el ¨²ltimo minuto¡±. Le valen todos los entrenadores e ideas. De un extremo a otro. De Valdano a Capello. De Pellegrini a Mourinho para acabar en Ancelotti. De la veteran¨ªa de Ben¨ªtez a la inexperiencia, entonces, de Zidane.
Miguel Pardeza (La Palma del Condado, 55 a?os), uno de los componentes de la Quinta del Buitre abunda en esta teor¨ªa. ¡°El Madrid es un esp¨ªritu, una emoci¨®n, un coraz¨®n, una forma de sentir el f¨²tbol. El Barcelona es m¨¢s una idea, una manera racional de sentir el f¨²tbol. El Real Madrid se ha basado en la inspiraci¨®n propia de los jugadores, que son los protagonistas. Y el Barcelona ha necesitado ideas gestoras para explicar esa forma de entender el f¨²tbol. Eso es lo que han hecho sus entrenadores. El esp¨ªritu del Madrid insufla a sus jugadores. ?Qui¨¦n lidera las ideas? Los entrenadores. ?Qui¨¦n lidera las emociones? Los que juegan. Por eso el Madrid siempre ha sido de sus jugadores y el Barcelona de sus entrenadores. Los t¨¦cnicos son los que han tenido que aglutinar una idea que tiene una herencia y una sucesi¨®n. Dan continuidad a la idea. Le da lo mismo los jugadores. Cruyff los cambia de sitio. Lineker era delantero centro y lo pone de extremo. Le da lo mismo, lo que le importaba era la idea¡±.
Luis Milla (Teruel, 54 a?os), ahora entrenador, ha jugado en los dos y conoce sus idiosincrasias. ¡°Las dos ideas son v¨¢lidas y dignas. El Barcelona se asienta en una base con un estilo marcado. El Madrid es m¨¢s abierto en sus criterios. Tiene poder¨ªo econ¨®mico para poder fichar a los mejores jugadores y no se preocupa tanto del modelo. Le valen todas las formas de jugar. Estoy m¨¢s cerca del modelo Bar?a que le da continuidad a una idea, pero respeto todas las tendencias¡±.
Apellidos hist¨®ricos. Los grandes equipos de la historia azulgrana, hasta Messi, por regla general han sido reconocidos por el apellido de sus entrenadores. El Bar?a de H-H, de Michels, de Cruyff, de Van Gaal, de Guardiola¡ Una de las excepciones fue el Bar?a de las cinco Copas de la temporada 1951-52. Esa predisposici¨®n por los t¨¦cnicos de moda, preferentemente extranjeros (Weisweiler, Lattek, Menotti, Robson¡) no significa que por sus filas no hayan desfilado la mayor¨ªa de los mejores jugadores del mundo. Pero salvo en el caso de Cruyff, que estuvo cinco a?os (1973-78) y compart¨ªa protagonismo con su t¨¦cnico, Michels, ninguno brill¨® con luz propia como para apropiarse del apellido. Ni siquiera Maradona (1982-84).
Sin embargo, los grandes equipos de la vida madridista han sido reconocidos popularmente por el apellido de sus futbolistas, o en su defecto, por apodos colectivos que hac¨ªan referencia a los jugadores por delante de los entrenadores. La generaci¨®n que gan¨® las cinco primeras Copas de Europa consecutivas era el Madrid de Di St¨¦fano. El t¨¦cnico estaba a la sombra. De hecho, gan¨® ese rep¨®ker de t¨ªtulos con cuatro entrenadores: Villalonga, Carniglia, Fleitas Solich y Miguel Mu?oz.
Despu¨¦s lleg¨® el Madrid de los ye-y¨¦s. Un grupo de jugadores j¨®venes todos espa?oles que ganaron la sexta Copa de Europa en 1966. Los 80 dieron paso a la Quinta de Buitre que s¨ª ten¨ªa un pensamiento propio nacido en las condiciones t¨¦cnicas de sus componentes. Despu¨¦s fue la ¨¦poca de los Gal¨¢cticos. Y ahora Zidane, con sus tres Champions consecutivas, s¨ª ha conseguido dar su apellido al proyecto.
Milla valora su trabajo: ¡°Zidane ha ganado todo lo que ha ganado sin ser un t¨¦cnico con un m¨¦todo claro, ni un sistema definido. Tampoco va con el l¨¢tigo por delante. Ha ganado por sentido com¨²n, por convencer a la plantilla. Por lo que yo viv¨ª en el Real Madrid, los jugadores, sobre todo los capitanes, tienen una fuerza impresionante dentro de la instituci¨®n. Y se ha ido pasando a trav¨¦s de los tiempos¡±, dice.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.