El Madrid quiere, el Bar?a no puede
Koeman tendr¨¢ que persistir con la mudanza. Hoy, al equipo no le amparan en los despachos. Tampoco le consuela Messi, en parte consumido por los tiempos tan tormentosos que se viven en la entidad
Esta vez quiso y pudo el cuajado Real Madrid del espartaco Sergio Ramos. Quiso y no pudo el tierno Barcelona del atribulado Messi. De un partido sin grandes descorches ¡ªno est¨¢n uno y otro para confetis¡ª sac¨® provecho el equipo de Zidane. Nada que ver con el harag¨¢n Real que tir¨® de la cadena frente al C¨¢diz y el Shakhtar. El f¨²tbol, a¨²n en tiempos de sobrecogedor silencio, es un motor de emociones. Las tuvo el Madrid del Camp Nou, donde no hab¨ªa un cartel menor como dio por hecho en sus fracasados retos anteriores. El clasicazo no le alcanz¨® al Bar?a para subrayar la transici¨®n a la que le aboc¨® el Bayern y que Koeman intenta pilotar con una plantilla cuya nomenclatura le ha puesto la cruz a la directiva. De un encuentro m¨¢s afanoso que versallesco, nada sac¨® el conjunto que acuna el holand¨¦s. Un Bar?a que mucho tuvo que ver con el que se fue al garete en Getafe y no dio para m¨¢s frente al Sevilla.
Se dej¨® de gaitas Zidane y el t¨¦cnico galo envid¨® con la alineaci¨®n m¨¢s fet¨¦n a la vista. El Madrid con el espinazo habitual, con jugadores de muy largo recorrido en esto del f¨²tbol. Enfrente, Koeman propuso el equipo que tiene, un grupo que se resiste a marchitar, pero que a¨²n no ha enhebrado al aparato troncal ¡ªPiqu¨¦, Alba, Busquets, Messi¡ª con los que supuestamente est¨¢n por llegar. Un Bar?a con el morro torcido con la presidencia, con un capit¨¢n (Leo) rebelado hace tres meses y un pretoriano (Piqu¨¦) que se renueva justo antes de abroncar en p¨²blico a los inexplicables cancilleres azulgrana. Demasiados incendios como para que los tutores apa?en a la generaci¨®n de Ansu Fati y Pedri. Llegado el f¨²tbol, respir¨® ZZ y otro desvelo para Bartomeu, los dos que m¨¢s se jugaban en un cl¨¢sico nada concluyente en relaci¨®n al t¨ªtulo.
No fue un partido para enmarcar, salvo por alg¨²n goteo. Lo tuvo Messi, que va del extremo al ariete o a la media punta. Tan indefinido como este Bar?a ambulante que ataja como puede a la espera de mociones de censura, elecciones... Mientras, sin la manguera del equipo para sofocar tanto incendio, Koeman dio pista a Ansu en el ¨¢rea y retras¨® al rosarino para que hiciera de mensajero. Breg¨® y breg¨® Messi, que no est¨¢ del todo fino. Y Jordi Alba, su eterno socio, tuvo m¨¢s hilo con Ansu (el segundo goleador m¨¢s joven en la historia de los cl¨¢sicos tras el azulgrana, luego madridista, Alfonso Navarro en marzo de 1947). Al otro lado, Benzema, panor¨¢mico como es, no dio con Vinicius y Asensio, pacatos ambos. La soluci¨®n: Valverde, con pulmones y pulmones, aqu¨ª y all¨¢.
Iba el partido parejo cuando un varazo lo cambi¨® todo. Lenglet enganch¨® la camiseta de Sergio Ramos, cuyas protestas, con razones, porque atadura, recia o ligera, s¨ª hubo, activaron el on de los cicutas del VAR. Era tan posible penalti como lo son las miles de trifulcas en las ¨¢reas. No le faltaron argumentos a Lenglet para reclamar un empuj¨®n previo. Como los ¨¢rbitros son arbitrarios, con y sin v¨ªdeo, esta vez al Madrid le sali¨® cara. Y m¨¢s que el Bar?a podr¨¢ quejarse el Betis. Hace una semana, en una acci¨®n similar, a Sanabria le rajaron la camiseta y los vares de este mundo se hicieron los lonchas. Es el nuevo f¨²tbol justiciero, dicen. Mentira. Beneficie a quien beneficie la ruleta es el viejo f¨²tbol pero m¨¢s emponzo?ado. Antes todo se supeditaba a la subjetividad instant¨¢nea de un juez, ya intuyera algo o lo viera por el rabillo. Ahora, la subjetividad es doble: la del chivato de turno del VAR y la del propio colegiado, al que no siempre las im¨¢genes le otorgan la m¨¢xima credibilidad.
Con todo, har¨ªa mal el Bar?a en tirar de coartadas con Nyom o el VAR. Tanto debe negociar en la mesa salarial como en el campo, donde Messi no es Messi. Ni los nuevos becarios a¨²n vertebran el equipo. Tanto le falta que desde abril de 2016 no perd¨ªa dos duelos ligueros seguidos. Tanto se ha rebajado que Messi lleva seis cl¨¢sicos sin marcar, justo desde que se fue Cristiano, su esgrimista m¨¢s motivante. Por m¨¢s que el debate se traslade al fango arbitral, har¨ªa mal el conjunto barcelonista en no reflexionar c¨®mo un azote le puede negar de tal manera. Desde el penalti se fue a pique, impropio de un equipo con las miras del Bar?a. Propio de un grupo que no se ve estable, que va con el gancho, salvo que se le cruce el Ferencv¨¢ros.
Con todo, har¨ªa mal el Madrid en verse ya rehabilitado. El Camp Nou le excit¨® lo que no le espole¨® Valdebebas en el ultraje del C¨¢diz y el Shakhtar. Ser tan pendular es un riesgo que un club como el Real no puede permitirse. El Madrid, Zidane, tendr¨¢ que medir con otro ojo cl¨ªnico las rotaciones. En esta ocasi¨®n, los relevos fueron eficaces, tanto Lucas V¨¢zquez, improvisado lateral, como Modric, ejecutor final de los azulgrana.
El Bar?a, Koeman, tendr¨¢ que persistir con la mudanza. Hoy, al equipo no le amparan en los despachos. Tampoco le consuela Messi, en parte consumido por los tiempos tan tormentosos que se viven en la entidad. Koeman se ha quedado como ¨²nica bandera, por m¨¢s que no se sepa todav¨ªa cu¨¢l es el papel que asumir¨¢n Griezmann, Demb¨¦l¨¦ y Coutinho, los tres fichajes m¨¢s caros de la historia que dejar¨¢ tras de s¨ª Bartomeu.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.