El Sassuolo, el que mejor juega en el calcio
De Zerbi, el t¨¦cnico, ha instaurado un estilo contracultural por el que preguntan en la Masia del Bar?a
A nadie se le ocurrir¨ªa congelar el tiempo cuando toca salir a recibir aplausos. Ciccio Caputo, en cambio, un delantero de 33 a?os que hab¨ªa estado dos veces a punto de dejar el f¨²tbol, se acerc¨® a la c¨¢mara en el minuto 44 y sac¨® el cartelito: ¡°Quedaos en casa, ir¨¢ todo bien¡±. Era 9 de marzo y los goles del Sassuolo contra el Brescia fueron los ¨²ltimos que la Serie A cant¨® antes de que se suspendiera el campeonato y se paralizase el mundo. Desde entonces, la pandemia ha creado paisajes extra?os, tambi¨¦n en los terrenos de juego. Italia, laboratorio de lo mejor y lo peor que se ha visto en los ¨²ltimos a?os ¡ªtodo lo que pueda hacer Trump ya lo habr¨¢ hecho Berlusconi¡ª, es el ejemplo m¨¢s n¨ªtido de este precioso desvar¨ªo.
La taca?a serie A ha duplicado su cifra goleadora y cada partido acaba con una media de cuatro dianas; Ibrahimovic, un prejubilado de 39 a?os que ha triunfado en los tres principales equipos del calcio, vuelve a ser pichichi con un Milan disparado. Lo m¨¢s extraordinario desde el gol de Caputo, sin embargo, puede que lo haya visto el propio Caputo en su vestuario.
Sassuolo es una ciudad de 40.000 habitantes al sur de la Via Emilia, la vieja carretera que atraviesa de este a oeste Emilia-Roma?a. La regi¨®n, cuna agraria de las revoluciones pol¨ªticas y sociales, fue tambi¨¦n escenario del Novecento de Bertolucci, la pel¨ªcula que invoc¨® la modernidad y la divisi¨®n hist¨®rica entre las dos italias incapaces de ver casi nada del mismo modo. Los verdinegros, con solo siete temporadas en las Serie A, son hoy tambi¨¦n el equipo que mejor define ese impulso del calcio por desembarazarse del pasado. Su entrenador, Roberto De Zerbi, enfermo del f¨²tbol, admirador de Marcelo Bielsa y Guardiola, liquid¨® hace una semana 0-2 al N¨¢poles en el San Paolo con la defensa de tres del Bar?a de Cruyff y es segundo en la Serie A. Luego, como Caputo, se fue a la c¨¢mara y resumi¨® su manera de ver las cosas: ¡°No s¨¦ si jugando as¨ª nos bastar¨¢ para ganar, pero al menos podemos elegir c¨®mo perder¡±¡¤
El Sassuolo, el equipo que m¨¢s goles ha marcado, tambi¨¦n selecciona ya el modo en que trata a sus rivales. La idea la tuvo Giorgio Squinzi, un empresario empe?ado en transformar un club de Serie C2 en un laboratorio de la Serie A. Fue el rey de la cer¨¢mica (por eso algunos llaman al Sassuolo el Villarreal italiano), presidente de los empresarios italianos y propietario de la empresa Mapei, con la que fund¨® un equipo de ciclismo, su otra pasi¨®n. Y para todo busc¨® siempre el mismo patr¨®n. Falleci¨® el a?o pasado, no pudo ver c¨®mo est¨¢n las cosas. Pero el Sassuolo no ha parado de crecer, convertido en una f¨¢brica de entrenadores ofensivos: de Massimo Allegri (Milan y Juventus) a Stefano Pioli (Milan), pasando por Eusebio Di Francesco (Roma). Ninguno como De Zerbi, en cuyo palmar¨¦s figura solo divertir al p¨²blico, ha despertado la misma fascinaci¨®n. Hoy lleva ya tres temporadas en el equipo y ha instaurado un estilo contracultural por el que preguntan en la Masia del Bar?a. El a?o pasado, cuentan, rechaz¨® un contrato para tres temporadas con la Roma.
Las cancha de Italia, despu¨¦s de asomarse algunos tifosi durante pocas semanas esta temporada, han vuelto a vaciarse. Esta revoluci¨®n, una trinchera contra el pasado que empez¨® a cavar Maurizio Sarri desde el Empoli (antes de fichar por el N¨¢poles y la Juventus), ser¨¢ solo televisada. Caputo, entretanto, ha enterrado tambi¨¦n su propio destino. A los 26 a?os, jugando en el Bari, el equipo de su tierra, fue descalificado tres a?os y medio por un supuesto ama?o. Perdi¨® a los amigos y compa?eros. Le insultaron en su propio estadio. Su mujer le convenci¨® para seguir y la justicia termin¨® d¨¢ndole la raz¨®n. El viernes pasado contra el Udinese no dio una, como su equipo (0-0). Pero a los 33 a?os se ha convertido en el segundo debutante de mayor edad con la Nazionale. Justo ocho meses despu¨¦s de criogenizar su momento de gloria.
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