El no gol de Messi
La jugada del argentino que posibilit¨® el gol de Griezmann es una met¨¢fora de su situaci¨®n en el Bar?a
LaLiga se para por los compromisos de la selecci¨®n despu¨¦s de que al Madrid le pitaran tres penaltis en un partido, un hecho ins¨®lito, y de que el Bar?a le marcara cinco goles al Betis. La victoria azulgrana ha sido agridulce por la lesi¨®n de Ansu Fati por una parte y por la otra por los goles de Messi. El joven delantero de Bissau era la luz del equipo en momentos de oscuridad, la alegr¨ªa del barcelonismo, preocupado desde el verano por la tristeza del 10. Hoy no se sabe muy bien c¨®mo se puede tapar el agujero que deja Ansu, capaz de consolar incluso a Griezmann despu¨¦s de fallar el penalti que le hicieron al mismo delantero internacional espa?ol, ni tampoco qu¨¦ hacer para que se r¨ªa Messi.
No hay ninguna jugada que explique mejor la situaci¨®n del argentino que el no gol que marc¨® a su excompa?ero Bravo. La acci¨®n es una met¨¢fora de lo que le pasa a Messi. El argentino ha metido muchos goles despu¨¦s de profundizar para Jordi Alba y atacar nada m¨¢s llegar al ¨¢rea el bal¨®n centrado por el lateral izquierdo de L¡¯Hospitalet. Acostumbra a ser gol porque ambos se entienden bien y sincronizan mejor sin que los rivales consigan desactivar esta asociaci¨®n tan conocida en el Camp Nou. Los defensas del Betis estaban advertidos y procuraron tapar el remate sin saber que no habr¨ªa tiro del 10.
Messi opt¨® en esta ocasi¨®n por no tocar el cuero; lo dej¨® pasar para enga?ar a Bartra y fuera a parar a pies de Griezmann para poner el 2-1. La finta del argentino, el saltito que dio para confundir a su marcador, como si se hubiera hecho invisible, excelente en el enga?o, fue una jugada fuera de cat¨¢logo, hasta ahora no registrada como propia por el capit¨¢n del Bar?a. A Messi se le reconoce como Messi sobre todo por sus goles, y contra el Betis marc¨® dos, uno de penal y un segundo de jugada, cosa que no pasaba desde que comenz¨® LaLiga y seguramente desde el partido de Champions contra el N¨¢poles.
?nicamente met¨ªa goles de penalti (cinco) desde que envi¨® aquel burofax a los servicios jur¨ªdicos diciendo que se quer¨ªa ir del Bar?a. A partir de entonces se le ha escrutado en cada partido, se han contado los kil¨®metros que ha recorrido, las pelotas que ha perdido y las muecas que ha puesto a cada derrota, todo el inventario posible para explicar por qu¨¦ hab¨ªa dejado de marcar, como si estuviera paralizado y hubiera dejado de ser Messi. Hasta que lleg¨® el Betis y cont¨® dos, decisivos y por tanto capitales para argumentar que hab¨ªa regresado el n¨²mero 1, el inconfundible Messi. La sorpresa fue que a la hora del recuento se le ha valorado m¨¢s todav¨ªa por su asistencia a Griezmann.
El partido parec¨ªa dispuesto expresamente para que naciera el Bar?a sin Messi. Y, ciertamente, el equipo no jug¨® mal sin el argentino, espectador de la actuaci¨®n del bloque franc¨¦s, liderado por Griezmann y apuntalado por Ter Stegen y De Jong. El problema es que en el descanso el marcador era de empate: 1-1. Koeman dio salida a Messi y el encuentro acab¨® 5-2. El capit¨¢n azulgrana se hizo notar y volvi¨® a sentirse importante despu¨¦s de verse prescindible y se?alado por sus defectos y no por las virtudes, acostumbrado a atacar para abatir a los contrarios y ganar t¨ªtulos y no a defender el escudo del Bar?a.
La diferencia es que lo hizo de una manera in¨¦dita que permite alimentar las dudas sobre qu¨¦ har¨¢ en el futuro: chutar¨¢ o dejar¨¢ pasar la pelota. Ahora se sabe que puede hacer las dos cosas y por tanto es capaz de despistar a todo el mundo en un momento en que se est¨¢ pendiente de su futuro sin que los aficionados puedan acudir al campo y pronunciarse; seguramente habr¨ªa los que no parar¨ªan de aplaudirle, aunque fuera para darle las gracias por si finalmente se va, y tambi¨¦n los habr¨ªa que le pitar¨ªan hasta que no supieran cu¨¢ntos millones dejar¨¢ en la caja. No conozco a ning¨²n futbolista que haya hecho las paces con aquellos cul¨¦s que todo lo cuentan con billetes; pasar¨¢ tambi¨¦n con Messi.
La cuesti¨®n es que Messi ya no necesita marcar goles para ser Messi. Ni siquiera precisa ser titular; tampoco requiere que corra ni defienda ni que diga que juega por fuerza; al fin y al cabo todav¨ªa no se sabe si el s¨¢bado pasado estaba dolorido, medio lesionado, poco fresco o hab¨ªa pactado la suplencia con Koeman. La ¨²nica certeza de momento, ahora que se le se?ala por caminar, descansar y no presionar en el campo, es que su misterio se agranda desde que puede marcar sin marcar, es decir, meter el no gol de Messi.
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