Lo cort¨¦s y lo mafioso
El Bar?a se sume en el descr¨¦dito m¨¢s absoluto como entidad deportiva por c¨®mo ha tratado el ¡®caso Heurtel¡¯
Solo un club catat¨®nico es capaz de bajar a uno de sus jugadores del autob¨²s, dejarlo tirado en un aeropuerto de Turqu¨ªa y tratar de justificarlo al d¨ªa siguiente. ¡°No estuvo desatendido en ning¨²n caso y se le dieron todas las facilidades¡±, llega a decir en un comunicado oficial que ya forma parte de la historia documental del Bar?a junto a la servilleta de Messi, el sobre misterioso de Enric Reyna y la ¨²ltima n¨®mina de Carles Rexach. Incluso Michael Corleone, despu¨¦s de conocer la traici¨®n de su hermano Fredo, le pide que suba al avi¨®n que deber¨¢ sacarlos a toda prisa de La Habana, constataci¨®n cinematogr¨¢fica de que lo cort¨¦s no quita nunca lo mafioso.
La alternativa a lo expuesto por los actuales responsables del club en dicho comunicado entra dentro del terreno m¨¢s pantanoso de la ficci¨®n y asusta solo de imaginarlo. ?Acaso podr¨ªan haber tenido un comportamiento m¨¢s ruin con Thomas Heurtel, quieren decir? ?Insin¨²an que no despojarlo del pasaporte, la cartera, el tel¨¦fono m¨®vil y la mascarilla oficial del club debe interpretarse como un acto de bondad? Podr¨ªa ser. En una entidad arrasada moralmente desde hace a?os, donde la frontera entre lo ¨¦tico, lo est¨¦tico y lo delictivo ha sido difuminada en m¨¢s de una ocasi¨®n por sus propios dirigentes, cualquier escenario parece posible y hasta recomendable, no vaya a ser que alguien pueda caer en la tentaci¨®n de olvidar el abismo por el que se ha transitado: de aquellos barros, este escudo salpicado nuevamente de lodo.
A principios de mayo del a?o 2010, hace apenas una d¨¦cada, el mundo del deporte se admiraba con aquella puesta en escena del Bar?a en el Palais Omnisports de Paris-Bercy. Sobre la cancha, el equipo comandado por Juan Carlos Navarro y entrenado por Xavi Pascual, dos hombres de la casa, se proclamaba campe¨®n de la Euroliga por segunda vez en su historia mientras desde la grada, luciendo colores y orgullo de club, aplaud¨ªan Xavi Hern¨¢ndez, Puyol, Piqu¨¦, Sergio Busquets y Bojan Krkic: una imagen tan poderosa que para tratar de contrarrestarla se acus¨® al club azulgrana de refocilarse en el buenismo, como si el exceso de virtudes fuese susceptible de convertirse en un nuevo pecado capital. Diez a?os y siete meses despu¨¦s, la degradaci¨®n institucional del club catal¨¢n se resume en otra imagen igual de potente: la de un jugador abandonado en la terminal de un aeropuerto -y en tiempos de covid-19, sin dejar ning¨²n detalle al azar- por ejecutivos, cuerpo t¨¦cnico y sus propios compa?eros de vestuario.
La primera consecuencia de este acto impropio parece evidente: el descr¨¦dito m¨¢s absoluto como entidad deportiva e incluso una cierta sensaci¨®n de desprecio colectivo, tanto a nivel profesional como desde el punto de vista de los aficionados. La segunda, m¨¢s sutil, tiene que ver con la destrucci¨®n parcial de la autoestima, con arrastrar a los fieles en la defensa de lo que a todas luces resulta indefendible. Porque esa es la trampa inevitable de todo este entuerto: creer en la existencia de alguna raz¨®n que justifique lo sucedido y terminar derivando cualquier responsabilidad al propio jugador, a su representante y, c¨®mo no, al Real Madrid. A fin de cuentas, tampoco ser¨ªa la primera vez que desde Barcelona se pide la dimisi¨®n de Florentino.
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