El miedo a perder del Bar?a
Ernesto Valverde no es el responsable, sino que el fallo es estructural, de direcci¨®n y de pol¨ªtica deportiva
Ning¨²n club percibe mejor la derrota que el Bar?a. Aquel fatalismo, y tambi¨¦n el relato victimista que parec¨ªa superado desde la llegada de Johan Cruyff, han reaparecido de alguna manera con la ca¨ªda en la semifinal de la Supercopa en Arabia Saud¨ª. El desplome en Yedda ha evocado a muchos barcelonistas las sangrantes derrotas de Roma y Liverpool. El equipo no supo rematar un partido que ten¨ªa ganado contra el Atl¨¦tico (2-3) de la misma manera que fracas¨® en sus dos ¨²ltimas eliminatorias de la Champions despu¨¦s de cantar victoria en el Camp Nou.
Temen en el Bar?a que ahora le pase lo mismo que antes en Anfield por no recordar Roma, Tur¨ªn, Par¨ªs o incluso el campo del Atl¨¦tico. El campe¨®n de Liga no triunfa en Europa desde Berl¨ªn 2015. No acierta a gestionar situaciones muy ventajosas y tampoco da con el diagn¨®stico, v¨ªctima de un ataque de p¨¢nico, hoy todav¨ªa m¨¢s acusado porque el a?o que viene hay elecciones a la presidencia sin el concurso del presidente Bartomeu. Un momento crucial para una entidad entregada a un equipo de momentos y dependiente del estado de Messi.
El problema es que ni siquiera una excelente versi¨®n del 10 asegura ya el triunfo del Barcelona. No extra?a el sinvivir de la directiva por encontrar una soluci¨®n que evite el drama de la Copa de Europa. Apuntar a Valverde siempre fue un recurso desde que el presidente evit¨® su destituci¨®n despu¨¦s de perder la Copa contra el Valencia. El entrenador no es el responsable, o si se quiere el ¨²nico culpable de los lapsus del equipo por m¨¢s entregado que est¨¦ a los jugadores, sino que el fallo es estructural, de direcci¨®n y de pol¨ªtica deportiva, condicionada por la marca Bar?a.
El FC Barcelona no es el mejor equipo del mundo, por m¨¢s que lo publicite, ni tampoco el favorito para ganar la Champions, circunstancia que no quiere decir que no pueda llegar y ganar la final de Estambul. Tampoco contaba para el t¨ªtulo alcanzado en 2015 despu¨¦s de un mes de enero en que hasta se temi¨® por la continuidad de Messi. Aquel ¨¦xito confundi¨® a la junta, ganadora en las urnas con el cartel del triplete logrado con el tridente Messi, Luis Su¨¢rez y Neymar. Nunca ha cesado la obsesi¨®n por recuperar al brasile?o desde que huy¨® al PSG.
El gancho de Neymar ayuda a vender el producto Bar?a sin reparar en que el equipo envejece y los sueldos de los jugadores hipotecan a la instituci¨®n y condicionan las alineaciones de Valverde. Ya no solo se discute sobre el extrav¨ªo del estilo y el juego de posici¨®n sino que ahora tambi¨¦n ha perdido la consistencia que le dio el Txingurri. La fragilidad es cada vez m¨¢s manifiesta y los contrarios aguardan a que se equivoque, pierda el bal¨®n a la salida de su campo, se parta y descontrole, falto de autoridad, expuesto a marcadores adversos como ante el Atl¨¦tico.
Tal es la rutina que aparentemente viaja siempre por inercia hasta el partido perdido, como si necesitara volver a desafiar al Liverpool y a la Roma, afrontar un episodio tan dram¨¢tico como el vivido en Anfield, para vencer finalmente el pavor a perder la Champions. No importan los fichajes, ni el de Demb¨¦l¨¦ ni el de Griezmann o De Jong, sino que la reconquista compete a Jordi Alba, Piqu¨¦, Busquets, Su¨¢rez y Messi. Un proceso complejo por el temor a equivocarse y doloroso porque contempla derrotas en partidos bien jugados como ante el Atl¨¦tico.
El equipo estuvo intenso y ambicioso, mejor que en cualquier encuentro anterior de la temporada por m¨¢s que el guion fuera el mismo de cada jornada en cancha rival, motivo suficiente para el optimismo si no fuera porque el desenlace remiti¨® al barcelonismo a las desdichas de la Copa de Europa. El Bar?a presiente hoy la derrota en los instantes en que antes edific¨® la victoria, como si el club se deteriorara al mismo tiempo que el equipo, ambos bloqueados por un miedo a perder de dif¨ªcil cura en el Camp Nou.
Vuelven las dudas y los complejos, las juntas que se re¨²nen para hablar de un t¨¦cnico sometido al escrutinio del marcador por la ausencia de liderazgo deportivo, incapaces todos de responder a una pregunta tan sencilla como la insinuada por Messi despu¨¦s del bucle azulgrana de Yedda: ?C¨®mo es posible que un equipo de veteranos cometa errores tan infantiles? En Arabia Saud¨ª y en Anfield. Nadie parece tener la respuesta de momento porque cuando no se sabe por qu¨¦ se gana es dif¨ªcil descubrir tambi¨¦n por qu¨¦ se pierde en el Barcelona. Palabra de Johan Cruyff.
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