La semifinal de Sigi y Di St¨¦fano
El Zaragoza elimin¨® al Madrid de la Copa del Rey en el 63, con la estrella blanca expulsada y una bronca final que abri¨® una brecha entre ambos clubes
La Copa 62-63 cruz¨® al Zaragoza y al Madrid en semifinales. Fueron dos partidos que levantaron enorme polvareda. Era a¨²n el Madrid de Di St¨¦fano, Puskas y Gento, y era un Zaragoza pr¨®ximo a explotar de sus Cinco Magn¨ªficos, de los que ya estaban tres: Marcelino, Villa y Lapetra. El Madrid acababa de ganar su tercera Liga consecutiva. Era la primera vez que alguien lo hac¨ªa. El Zaragoza hab¨ªa sido quinto y La Romareda, uno de los cuatro campos en los que el Madrid hab¨ªa perdido.
La ida es en Zaragoza, el domingo 9 de junio de 1963. Se juega a las 18.30, con luz natural. Los dos equipos saltan al campo con un brazalete de luto por la muerte de Juan XXIII. Asiste el seleccionador, Jos¨¦ Villalonga. El mi¨¦rcoles, Espa?a recibir¨¢ a Escocia y en la convocatoria hay dos zaragocistas, Reija y Lapetra, y tres madridistas, Vicente, Zoco y Amancio.
La Romareda revienta. La taquilla es r¨¦cord hist¨®rico, 1.300.000 pesetas. Se han colocado 192 sillas extra entre preferencia y el palco, aunque se han descartado otras 2.000 al borde del c¨¦sped por evitar incidentes. Los que estuvieron no olvidar¨¢n en su vida aquella tarde, revuelta y tormentosa, pero feliz. El partido empez¨® nivelado, con Di St¨¦fano apuntalando al Madrid en la media y lanzando contraataques, pero poco a poco el estado de gracia de Sigi contagia a todo el Zaragoza. Sigi era un muchacho peruano al que el Zaragoza encontr¨® en una gira y lo trajo sin haber debutado a¨²n como profesional. Tuvo un arranque sensacional, aunque luego su carrera se estanc¨®. Aquella noche volvi¨® locos a todos.?
Lapetra fue la otra gran estrella local, pero todos rayaron a gran altura. ¡°El Madrid se encontr¨® con el Zaragoza como el que se encuentra con un tigre joven¡±, sentencia en Marca Antonio Valencia, el gran cr¨ªtico de la ¨¦poca. Los goles le van cayendo al Madrid como ladrillos: Marcelino y Lapetra antes del descanso, Pach¨ªn en propia meta y Duca, despu¨¦s. Todo el partido fue un in crescendo del Zaragoza, arrasador (4-0). En el vestuario, cuando alguien reprocha a Pach¨ªn el autogol, Di St¨¦fano irrumpe, enfadado: ¡°C¨¢llense, que nos ha puesto en evidencia un chiciquillo¡±. Entre los entrenadores, todo son cortes¨ªas. C¨¦sar advierte: ¡°La eliminatoria no est¨¢ del todo decidida, el Madrid es capaz de cualquier haza?a¡±. Mu?oz no busca excusas: ¡°El Zaragoza ha hecho un partido espl¨¦ndido y no hay nada que oponer a su merecida victoria¡±.
Entre semana, mientras la selecci¨®n pierde por un estruendoso 2-6 su amistoso contra Escocia, el Madrid se rearma moralmente. El domingo 16 el Bernab¨¦u se llena, y eso que el partido se televisa. Aunque C¨¦sar ha dicho: ¡°saldremos como si traj¨¦ramos un 0-0¡±, el Zaragoza se mete atr¨¢s, sale con parsimonia, haciendo que le duren las jugadas. Pasa el minuto 20 y la cosa sigue 0-0. En eso, el Madrid desencadena una de esas tormentas tan conocidas en el Bernab¨¦u, y entre el 23 y el 36 marca tres goles, de Di St¨¦fano, Gento y F¨¦lix Ruiz. El campo, se convierte en un loquinario.
El brasile?o Duca, que marcaba a Di St¨¦fano con consigna de hacerle perder los nervios con provocaciones y patadas, lo consigue al fin en el 39. Tras la en¨¦sima entrada fuerte, Di St¨¦fano le patea desde el suelo, se levantan, se insultan y Duca le da dos pu?etazos. El ¨¢rbitro expulsa a ambos. Di St¨¦fano comprende que ha picado y se retira de un humor de mil demonios, al cruzarse con C¨¦sar le increpa, le empuja, le tira al suelo. Salen los grises. Un escandalazo.
La atm¨®sfera ha cambiado. Pronto llega el descanso y a la vuelta la m¨¢quina del Madrid no arranca sin su l¨ªder. El Zaragoza pierde tiempo, m¨¢s y m¨¢s seg¨²n avanza el partido, y al Madrid todo se le va en irritaci¨®n y protestas. El p¨²blico protesta las p¨¦rdidas de tiempo en cada saque, en cada ca¨ªda, pide penaltis, Gento tira un remate al palo¡
Y el partido acaba 3-0. El Zaragoza alcanza por primera vez en su historia la final de Copa. Las cortes¨ªas de La Romareda se convierten en un pandem¨®nium de acusaciones cruzadas. El suceso dejar¨¢ una brecha entre ambos clubes para a?os.
El otro finalista es el Bar?a, que antes de la final se asegura el fichaje de C¨¦sar (mito como jugador en el club) para la siguiente temporada. La final ser¨¢ en el Camp Nou, porque a Franco le pilla de viaje por Catalu?a. Dejar¨¢ muy mal sabor al Zaragoza, que la perdi¨® y se sinti¨® traicionado por C¨¦sar. Pero fue un primer paso: jugar¨ªa tambi¨¦n las tres siguientes, de las que gan¨® dos.
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