De Sabonis a Tavares, Campazzo mediante
El p¨ªvot caboverdiano lleg¨® al Madrid sin un curr¨ªculum profesional previo que lo avalara. Hoy nadie discute su peso espec¨ªfico, casi como el de Arvydas entonces.
La Copa del Rey es ese torneo de baloncesto profesional absolutamente contraindicado para la salud de sus deportistas. Por eso estas finales no se juegan, sino que se sufren. Los entrenadores, antes del partido, deben reclutar voluntarios dispuestos a llegar un poco m¨¢s all¨¢ de su l¨ªmite. En los minutos previos, se habla mucho menos de la jugada pu?o, o del ajuste de un bloqueo y continuaci¨®n, que de la necesaria y complicada m¨¢xima concentraci¨®n, sobre todo del primer cuarto.
Los primeros sudores de una final marcan mucho el devenir de la historia. Jaime Fern¨¢ndez, por ejemplo, choc¨® en el primer ataque, acudi¨® dolorido a la l¨ªnea de tiros libres, y no fue capaz de anotar ni uno. Enfrente, para que todos seamos conscientes de lo que significa este equipo de ¨¦poca del Real Madrid, Laso se permiti¨® el lujo de dar un homenaje a sus veteranos. Felipe Reyes y Jaycee Carroll fueron junto a Campazzo los arietes de un primer cuarto que solo tuvo el color.
A los 10 puntos de Carroll y los cinco rebotes de Felipe, se unieron dos triples de Rudy en el primer minuto del segundo parcial. Lo ¨²nico bueno de empezar una final perdiendo por 20 es dar el bal¨®n a un jugador como Brizuela, y desatarlo. A Dar¨ªo le sobraron quiz¨¢ dos acciones para culminar un segundo cuarto heroico de Unicaja. Del 13-32 al 26-35 la final fue por un momento suya. Pero el 1-10 en triples al descanso fren¨® la posible reacci¨®n (28-43).
Quince puntos de desventaja se pueden remontar, pero debe darse una condici¨®n fundamental: que tus mejores jugadores puedan estar sobre la pista y los del rival tengan problemas. La primera imagen de la segunda parte nos mostraba a Jaime Fern¨¢ndez casi sin poder andar, y a Tavares en la pista. Game over.
El caso de Tavares, dominador de esta Copa y de varios momentos anteriores muy importantes para esta generaci¨®n madridista, merece una reflexi¨®n aparte. Tavares lleg¨® al Madrid sin un curr¨ªculum profesional previo que lo avalara. Cuando el club fich¨® a Arvydas Sabonis en 1992, el proyecto necesitaba un clar¨ªsimo golpe en la mesa. Y se trajeron al mejor gigante de Europa. Tavares, sin embargo, entr¨® a este equipo casi por la puerta de atr¨¢s, confiado a una direcci¨®n deportiva ¡ªprimero en los despachos y por supuesto en la pista¡ª, capaz de mantener un estilo que est¨¢ marcando una ¨¦poca. Hoy nadie discute un peso espec¨ªfico de Tavares en los triunfos casi como el de Arvydas entonces.
Apoyados en este dominio, lo dem¨¢s es cuesti¨®n del manejador de juego, expresi¨®n tomada del franc¨¦s para definir al base de toda la vida. De Campazzo ya hemos escrito en cartas anteriores. De lo que se habla menos es de un recurso que pocos han decidido cuidar como ¨¦l; su energ¨ªa en pista. La mezcla perfecta de un profesional de cualquier deporte viene integrada por dos variables fundamentales: las decisiones que toma, y la velocidad con la que las ejecuta. Los a?os est¨¢n permitiendo al Facu mejorar mucho la primera premisa, y su manera de cuidar su f¨ªsico le est¨¢ ayudando de forma determinante a maximizar la segunda. El MVP fue de nuevo suyo, la Copa fue de nuevo para un grupo hist¨®rico de jugadores vestidos de blanco, y el baloncesto ACB es propiedad de Pablo Laso, el jugador que siempre nos quiso entrenar a todos.
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