Aroni¨¢n amenaza, pero Carlsen ejecuta
El campe¨®n se perfila como finalista tras arrasar al armenio (6-2) mientras So domina a Caruana (6-2)
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Hay d¨ªas en que ser¨ªa mejor no salir de la cama. Es probable que Lev¨®n Aroni¨¢n haya pensado eso esta noche, tras desperdiciar varias posiciones muy buenas contra el campe¨®n del mundo, el noruego Magnus Carlsen, en la primera jornada de semifinales del Torneo Termostato, de partidas r¨¢pidas por internet. Algo similar le ocurri¨® en el otro duelo al estadounidense Fabiano Caruana frente a su compatriota Wesley So, quien est¨¢ en un momento dulce. Ambos combates terminan este viernes, a partir de sendos 6-2, con otras seis partidas, pero las dos ¨²ltimas punt¨²an el triple.
¡°Ha sido un d¨ªa terrible, y no tengo excusa alguna. Todo ha empezado con mi suicidio en la primera partida. Solo me queda intentar algo heroico ma?ana¡±, explic¨® Aroni¨¢n unos minutos despu¨¦s del desastre. Carlsen, quien siempre ha considerado a Aroni¨¢n como uno de sus rivales m¨¢s peligrosos, estaba radiante: ¡°He jugado muy bien en general, excepto en la ¨²ltima partida. Tambi¨¦n es verdad que he rozado la derrota varias veces, pero siempre en posiciones donde ten¨ªa recursos¡±.
Ciertamente, el combate qued¨® muy marcado en el primer asalto, cuando Aroni¨¢n, tras desplegar un juego magn¨ªfico hasta entonces que le hab¨ªa dado una posici¨®n ganadora, no acert¨® en la defensa del contraataque de Carlsen, y qued¨® perdido de inmediato. Ser derrotado de esa manera por el campe¨®n del mundo, solo tres movimientos despu¨¦s de haber logrado una ventaja decisiva, es sumamente doloroso, incluso para los gladiadores m¨¢s curtidos, como Aroni¨¢n.
En efecto, los cinco minutos reglamentarios de descanso entre partidas no fueron suficientes para que el derrotado recuperase el tono. Oliendo la sangre, Carlsen eligi¨® una defensa muy ambiciosa con negras (la Aliojin), que en t¨¦rminos ten¨ªsticos equivale a quedarse en el fondo de la pista, invitando al rival a subir a la red para superarlo con golpes muy precisos. Aroni¨¢n carec¨ªa de la energ¨ªa y el ¨¢nimo requeridos para afrontar ese desaf¨ªo con ¨¦xito, y volvi¨® a perder.
Aroni¨¢n necesitaba seguir en esas circunstancias el muy antiguo consejo de algunos entrenadores sovi¨¦ticos: ¡°Si pierdes dos partidas seguidas -o incluso si has perdido solo una- lo mejor es que busques un empate bals¨¢mico en la siguiente¡±. Y as¨ª fue, el tercer asalto no tuvo nada de especial, pero Aroni¨¢n, con negras no cometi¨® ning¨²n error, y las tablas se firmaron sin sorpresas.
En la siguiente partida se borde¨® la tragedia. Aroni¨¢n volvi¨® a jugar muy bien y puso de nuevo contra las cuerdas al campe¨®n, quien, sin embargo, logr¨® zafarse, igualar y lograr clara ventaja justo cuando el reloj empezaba a presionar mucho. Pero esta vez Aroni¨¢n mantuvo la calma y el tipo, y firm¨® otro empate reconfortante en la antesala de las dos esperanzadoras ¨²ltimas partidas de la jornada, a dos puntos cada una.
Pero la esperanza se convirti¨® en esa tragedia que sobrevolaba el duelo desde hac¨ªa un buen rato. Aroni¨¢n, con negras, ten¨ªa una posici¨®n de claro empate. Pero hacer tablas con el campe¨®n del mundo cuando solo quedan unos segundos en el reloj (y ¨¦l dispone de tres minutos) es muy dif¨ªcil, incluso para Aroni¨¢n y con el empate en la punta de los dedos. El armenio volvi¨® a perder.
Eso ya fue demasiado. El gladiador estaba roto, sin ¨¢nimo alguno, lo que se tradujo en un gran consumo de tiempo en la sexta partida, con blancas: tras solo 17 jugadas le quedaban 42 segundos, por cinco minutos de Carlsen. La posici¨®n estaba m¨¢s o menos equilibrada, pero eso ya no ten¨ªa importancia. El noruego logr¨® una ventaja aplastante. Pero entonces, cuando el 7-1 para ¨¦l estaba cantado, Aroni¨¢n fue capaz de encontrar una trampa salvadora, el escandinavo cay¨® en ella y tuvo que conformarse con el empate, y el 6-2 en el marcador parcial.
El otro duelo tambi¨¦n qued¨® muy marcado psicol¨®gicamente por la primera partida. Caruana introdujo, en su novena jugada con blancas, una novedad te¨®rica tan asombrosa como mala -luego reconoci¨® que hab¨ªa sido ¡°un farol¡±-, aunque es muy probable que su juego sea claramente mejorable en alg¨²n momento. El caso es que So acept¨® el material regalado, reorganiz¨® sus piezas y gan¨® limpiamente. Y, fiel a su estilo, no arriesgo nada con blancas en la siguiente partida, con el fin de que Caruana sintiera la presi¨®n de jugar contra una pared de hierro. Pero -esto tambi¨¦n es algo muy frecuente en las partidas de So- cuando todo indicaba que las tablas estaban a punto de firmarse, Caruana no estuvo fino, y volvi¨® a perder.
Como le ocurri¨® a Aroni¨¢n, un empate en el tercer asalto no ser¨ªa malo psicol¨®gicamente, aunque ¨¦l jugaba con blancas; y eso ocurri¨®. Sigui¨® otro en el cuarto, despu¨¦s de que So desperdiciase una gran ventaja. Y la tragedia tambi¨¦n lleg¨® en el quinto, como en el encuentro Carlsen- Aroni¨¢n: en una posici¨®n totalmente ganada, Caruana permiti¨® que So se escapase vivo, y entonces, cuando pod¨ªa forzar el empate, cometi¨® un error letal. Y, para que la similitud con el otro duelo no se rompiera, Caruana logr¨® librarse de una posici¨®n peor en la ¨²ltima partida.
¡°He sido ambicioso, pero quiz¨¢ no realista. Y adem¨¢s, ¨¦l ha jugado muy bien¡±, resumi¨® Caruana. El vencedor fue muy comedido: ¡°He tenido mucha suerte en la 5? partida¡±. Y remat¨® su entrevista con Maurice Ashley, el inventor de la f¨®rmula termostato, con una broma que en realidad define muy bien la situaci¨®n: ¡°Has conseguido que ganar un duelo sea dificil¨ªsimo, de modo que nada est¨¢ decidido todav¨ªa¡±.
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