Nakamura remonta en la ¡®muerte s¨²bita¡¯ y fuerza la 3? manga con Ding, que se juega este lunes
Giri destapa por fin su talento y se mete en semifinales tras tumbar a Grischuk (3-1)
Hikaru Nakamura, uno de los gladiadores m¨¢s fieros del circo del ajedrez, ha ganado al borde del abismo al chino Liren Ding (4-3) la 2? manga de cuartos de final del torneo r¨¢pido Chessable Masters; este lunes se jugar¨¢ la 3? y definitiva, cuyo vencedor se medir¨¢ con Magnus Carlsen. El otro duelo de la jornada sigui¨® siendo aburrido hasta que el neerland¨¦s Anish Giri, en el d¨ªa de su 26? cumplea?os, exhibi¨® por fin su gran talento y elimin¨® (3-1) al ruso Alex¨¢nder Grischuk. Su rival en semifinales desde el martes ser¨¢ otro ruso, Ian Niep¨®mniachi.
El duelo Nakamura-Ding es el m¨¢s vibrante de los cuartos de final. Tras la victoria del chino por 2,5-1,5 en la primera manga, el estadounidense sali¨® a por todo en el primer asalto de la segunda, que fue magn¨ªfico. Nakamura entreg¨® un pe¨®n por la iniciativa, lo que permiti¨® encontrar poco despu¨¦s una combinaci¨®n muy profunda que le permit¨ªa ganar una pieza¡ pero a costa de quedarse sin peones, lo que Ding aprovech¨® para forzar el empate.
A continuaci¨®n, el asi¨¢tico hizo una interesante demostraci¨®n de c¨®mo mantener la presi¨®n durante largo tiempo en una posici¨®n cerrada y ventajosa con dos caballos frente a dos alfiles. Pero justo en ese momento afloj¨®, reconfirmando que no ha vuelto a ser el de 2019, aunque el viernes hab¨ªa dado algunos destellos de lo contrario. Ding permiti¨® que Nakamura abriese la posici¨®n, y el americano fue despiadado al aprovecharlo.
El tercer asalto fue tambi¨¦n excelente. En una posici¨®n un poco mejor para ¨¦l, Nakamura se pas¨® un poco en su deseo de liquidar la segunda manga, y pas¨® a estar peor, pero fue capaz de afinar de inmediato su modo defensivo para arrancar el empate, que obligaba a Ding a ganar la cuarta partida. En ella, el chino logr¨® en principio lo que necesitaba: una posici¨®n con los tres resultados probables, aunque estuviera objetivamente equilibrada, lo que se tradujo en un final de torres muy molesto para la defensa de Nakamura. Pero, una vez m¨¢s, a Ding le falt¨® eso que ten¨ªa en 2019: la capacidad para apretar las tuercas de la posici¨®n hasta que el rival est¨¦ obligado a encontrar jugadas muy dif¨ªciles. Por tanto, todo indicaba que Nakamura no iba a sufrir mucho para lograr el empate que le convert¨ªa en ganador de la segunda manga. Sin embargo, el americano cometi¨® de pronto un error t¨¦cnico incre¨ªble en una posici¨®n de tablas, y qued¨® perdido.
Nakamura es siempre el favorito en partidas rel¨¢mpago, porque es el n¨²mero uno del mundo en esa modalidad. Ding es el 8?, y adem¨¢s para ¨¦l eran las 02.00 de la madrugada. Pero el chino, con negras, exhibi¨® en el primer asalto del desempate (tres minutos por bando m¨¢s dos segundos por jugada) su profund¨ªsima comprensi¨®n del ajedrez, con jugadas e ideas muy dif¨ªciles de gestionar en tan poco tiempo. Parec¨ªa que Nakamura, quiz¨¢ todav¨ªa afectado por su desgracia en la partida anterior, pod¨ªa aguantar la presi¨®n, pero se derrumb¨®, perdi¨® y qued¨® con un pie colgando en el abismo.
?Ser¨ªa capaz el n¨²mero uno rel¨¢mpago de superar un momento tan dif¨ªcil en el marcador y en su moral? Lo hizo, con la inestimable ayuda de Ding, quien omiti¨® un bello truco t¨¢ctico que lo dej¨® perdido tras haber jugado muy bien hasta ese momento. De modo que todo quedaba pendiente de la muerte s¨²bita o sistema Armaged¨®n (una sola partida con cinco minutos para las blancas, obligadas a ganar, y cuatro para las negras).
El madrugador habitual Ding eligi¨® las negras a las 02.30 de la ma?ana en Pek¨ªn. Y, sin que nada ni nadie le obligase a ello, entreg¨® un pe¨®n en plena apertura sin apenas compensaci¨®n. Su posici¨®n era perdedora nada m¨¢s empezar, y el depredador Nakamura no desaprovech¨® esta vez su ocasi¨®n de oro.
El encuentro Giri-Grischuk (excepto la ¨²ltima partida) fue la ant¨ªtesis del Ding-Nakamura; o sea, m¨¢s apropiado como somn¨ªfero para facilitar la siesta que como instrumento para convertir el ajedrez en un espect¨¢culo. Giri, ganador de la primera manga por conducir las piezas negras en la partida de la ¡®muerte s¨²bita¡¯ tras siete empates, jug¨® con blancas el primer asalto de la segunda como si su ¨²nico aliciente fuera no perder. L¨®gicamente, la lucha fue sopor¨ªfera, y termin¨® en tablas.
Pero en el segundo asalto ocurri¨® algo bien distinto. Grischuk ofreci¨® el empate por repetici¨®n de jugadas en la 27, y entonces Giri produjo una noticia al rechazarlas. Es improbable que su actitud fuera motivada por mala conciencia -es, desde hace a?os, el jugador m¨¢s aburrido de la ¨¦lite-; m¨¢s bien, vio que pod¨ªa jugar a ganar sin correr riesgo alguno. Y acert¨® de pleno, porque, solo dos jugadas despu¨¦s, Grischuk se equivoc¨®, el neerland¨¦s gan¨® un pe¨®n y logr¨® una posici¨®n estrat¨¦gicamente ganadora, que convirti¨® de manera impecable.
No hace falta decir que, en la partida siguiente, Giri eligi¨® con blancas la variante m¨¢s conservadora frente a la Defensa Caro-Kann. Pero Grischuk se las arregl¨® para ganar un pe¨®n. Sin embargo, quedaba tan poco material que Giri no tuvo que sufrir para obtener su deseado medio punto.
Y, por fin, en los estertores de la segunda manga, este duelo produjo una partida de las que hacen afici¨®n. Grischuk logr¨® lo que necesitaba nada m¨¢s salir de la apertura: una posici¨®n con todas las piezas y peones en el tablero, y cuatro minutos de ventaja. Pero fue precisamente ah¨ª, al soportar una gran presi¨®n contra ¨¦l, cuando Giri destap¨® el frasquito de sus esencias, se hizo el mejor regalo de cumplea?os y gan¨® esa partida crucial de manera tan bella como eficaz, por medio de una combinaci¨®n muy profunda. Con la duda de si ser¨¢ capaz de jugar tambi¨¦n as¨ª contra Niep¨®mniachi cuando no est¨¦ obligado a ello, solo cabe exclamar: ?Aleluya!
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