Carlsen sufre mucho, pero iguala ante Nakamura
El noruego se impone en el desempate rel¨¢mpago (3,5-2,5) de la 2? manga tras perder la 1? (0,5-2,5)
![Magnus Carlsen, durante el Mundial de Londres 2018](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q5GW7XMAEXI2G57MP2TIPLP4WY.jpg?auth=e74a277bf8cecb2a4dc273d15d36c0718d5b4888d0b3011357aedd0244f29d27&width=414)
![Leontxo Garc¨ªa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fcd125f6d-44b3-4c5f-ae95-aa3bc97318b6.png?auth=6d22f2f55024283aaffda86113e8e7d601d19030d56a16b56634508afff5fccc&width=100&height=100&smart=true)
La ambici¨®n, quiz¨¢ desmedida, de Magnus Carlsen, ha estado a punto costarle muy cara en la 2? manga contra el estadounidense Hikaru Nakamura. El escandinavo se ha impuesto en la 2? partida del desempate rel¨¢mpago y deja el marcador igualado tras dos duelos en la Gran Final del circuito r¨¢pido por internet (Chess24) que lleva su nombre y se juega al mejor de siete. El 3? est¨¢ previsto para este domingo.
¡°Mi elecci¨®n de apertura en las partidas primera y tercera no han sido las mejores¡±, reconoci¨® Carlsen con su sinceridad habitual dos minutos despu¨¦s de ganar el desempate rel¨¢mpago. Es una frase importante porque incluye una autocr¨ªtica impl¨ªcita a su car¨¢cter, y concretamente a una ambici¨®n desbocada.
Como casi todos los campeones muy dominantes de cualquier deporte, Carlsen es un maximalista (tambi¨¦n lo eran Fischer, K¨¢rpov y Kasp¨¢rov): no se conforma con ser el mejor, sino que quiere serlo en todas las modalidades, facetas y circunstancias. El noruego fue la ¡®bestia negra¡¯ de Nakamura durante muchos a?os en las partidas lentas -el estadounidense gan¨® por primera vez a Carlsen en la Final de Maestros de Bilbao de 2016 despu¨¦s de trece derrotas consecutivas-, pero el balance est¨¢ mucho m¨¢s igualado en los torneos r¨¢pidos, como este. Por tanto, la prudencia indicaba que, contra Nakamura en concreto, el campe¨®n deber¨ªa volver a su estilo de hace tres a?os, posicional, muy tranquilo y t¨¦cnico, a veces aburrido, porque su rival se siente feliz cuando el tablero es un tremendo l¨ªo.
Pero un maximalista tiende a huir de ese tipo de planteamiento pragm¨¢tico, porque lo siente como una concesi¨®n al enemigo, un reconocimiento de que, en ciertos terrenos, ambos son m¨¢s o menos igual de buenos. De modo que Carlsen repiti¨® con negras en el asalto inicial la misma (muy compleja) apertura de una partida de ayer en la primera manga, que ¨¦l perdi¨®, y cambi¨® su octava jugada.
No funcion¨®. Nakamura dio en todo momento la impresi¨®n de que entiende mejor ese tipo de l¨ªo, donde las ventajas materiales pueden ser m¨¢s o menos importantes que conceptos como dinamismo, iniciativa, armon¨ªa y ataque, porque el diagn¨®stico depende de factores din¨¢micos y resbaladizos, como si un determinado pe¨®n puede mantenerse vivo o no durante largo tiempo. Carlsen atac¨® como un loco, le podr¨ªa haber salido bien frente a otros rivales, pero no contra el dur¨ªsimo Nakamura, quien volvi¨® a tumbarlo.
![Hikaru Nakamura, durante un torneo de ajedrez 960 el a?o pasado en el Club de Ajedrez de San Luis (Misuri, EEUU)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U6NNTFYGOWF2UXHZMJXT6DPHP4.jpg?auth=709d051aab27732d3e4223e8897aa7545bb4cc4655d69a954e5ee9be5e9661ec&width=414)
Era un momento psicol¨®gicamente muy delicado para el noruego: derrotado por segunda vez en dos d¨ªas con blancas y en la misma variante. Carlsen necesitaba un empate bals¨¢mico con negras, y lo obtuvo con muy poco trabajo y solo catorce jugadas en el segundo asalto, porque Nakamura entendi¨® que mantener su ventaja en el marcador a falta de dos partidas tambi¨¦n era bueno para ¨¦l. Semejante desenlace en un torneo lento hubiera rozado el esc¨¢ndalo y provocado grandes protestas de los aficionados, pero el formato que la pandemia ha puesto de moda tiene esta ventaja, entre otras.
Carlsen era consciente de que si no ganaba la siguiente partida con blancas, hacerlo con negras en la cuarta ser¨ªa mucho m¨¢s dif¨ªcil. De modo que eligi¨® un planteamiento que recuerda al de Kasp¨¢rov ante la ¨²ltima partida del Mundial de Sevilla 1987 contra K¨¢rpov, que necesitaba ganar a toda costa para mantener el t¨ªtulo: escuela hipermoderna, las blancas no ocupan el centro con peones, lo atacan desde lejos con piezas, nada de cuerpo a cuerpo¡ en principio.
Pero Nakamura tent¨® al campe¨®n, invit¨¢ndolo a entrar en una posici¨®n abierta con enroques en flancos opuestos. Carlsen acept¨® el reto, abri¨® el centro de golpe y qued¨® peor, si bien Nakamura omiti¨® una continuaci¨®n muy favorable, pero en una posici¨®n intermedia -sin tremendos l¨ªos, pero abierta- y apropiada para que su oponente cometiera alguna imprecisi¨®n t¨¢ctica. Eso ocurri¨® exactamente en el vig¨¦simo lance; Carlsen agarr¨® una ventaja no muy grande pero consistente, y la mantuvo sin fallo hasta que la convirti¨® en victoria, cumpliendo la vieja regla de que los grandes campeones tienden a ganar cuando no tienen m¨¢s remedio que hacerlo.
Pero su carrera a¨²n estaba cuesta arriba, porque conducir¨ªa las negras en la cuarta. Sin embargo, ante la sorpresa general, fue Nakamura quien esta vez opt¨® por el empate bals¨¢mico, repitiendo exactamente los mismos catorce movimientos del empate insulso del segundo asalto. En esa discutible decisi¨®n influye sin duda que el estadounidense es el n¨²mero uno del mundo en rel¨¢mpago (Carlsen lo es en lentas y r¨¢pidas), y esa era la modalidad del inmediato desempate: dos partidas de cinco minutos por bando, y tres segundos adicionales tras cada movimiento. Pero cabe preguntarse si esa actitud no pasaba la ventaja psicol¨®gica al escandinavo.
En todo caso, la perdi¨® de inmediato, porque ni siquiera fue capaz de lograr una ventaja importante con blancas en la primera partida, que termin¨® en tablas tras 75 jugadas, pero sin mucha historia. Ahora s¨ª, Nakamura ten¨ªa que utilizar sus mejores armas con blancas frente a la ultras¨®lida Defensa Berl¨ªn que Carlsen hab¨ªa planteado en las dos partidas anteriores con negras. El americano eligi¨® una variante muy antigua, pero no consigui¨® gran cosa. Sin embargo, se lanz¨® al ataque a pesar de todo, pero cometi¨® un error t¨¢ctico garrafal, y qued¨® completamente perdido. Carlsen acababa de librarse por muy poco de pagar muy cara su ambici¨®n desmedida.
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