Carlsen gana la 6? manga a Nakamura jugando de rodillas, por una lesi¨®n de espalda
El duelo se decide este jueves con el marcador igualado (3-3), en el 7? set
El tono ¨¦pico del mayor duelo deportivo de la pandemia ha subido hoy al m¨¢ximo nivel. El noruego Magnus Carlsen, obligado a ganar la 6? manga para equilibrar el marcador (3-3), lo ha hecho (3-1) con la espalda dolorida, de rodillas en el suelo, y tras firmar una obra de arte en el primer asalto. La gran final, que disputa con el estadounidense Hikaru Nakamura, del circuito de torneos r¨¢pidos por internet (Chess24) que se celebran desde abril, se decidir¨¢ este jueves, desde las 16.00 en Madrid (11.00 en Buenos Aires; 09.00 en Ciudad de M¨¦xico y Bogot¨¢).
¡°He ido a nadar un poco en el mar antes de las partidas, y me he lesionado. Por fortuna, ahora me duele menos que cuando hemos empezado¡±, explic¨® Carlsen tras su victoria. Y subray¨® el momento clave: ¡°La primera partida, sin duda. Cuando he visto que Hikaru mov¨ªa la cabeza en se?al de incomodidad, me he convencido de que la victoria estaba ah¨ª¡±. Y antes de marcharse al m¨¦dico, vislumbr¨® as¨ª el duelo de ma?ana: ¡°Seguro que ser¨¢ dur¨ªsimo, porque todos los de esta final lo han sido¡±.
La gran mayor¨ªa de los entrenadores de ¨¦lite hubieran dado, muy probablemente, los mismos consejos a Carlsen, obligado a ganar esta manga a toda costa: huye de duelos te¨®ricos, no repitas las aperturas de los d¨ªas anteriores, busca posiciones normales pero con mucho juego y posibilidades de crear complicaciones. El campe¨®n, aquejado de un fuerte dolor de espalda a juzgar por sus gestos, hizo eso en el primer asalto, pero lo salpiment¨® con un innecesario y muy agudo sacrificio de pe¨®n en la jugada 16. Y el tablero empez¨® a arder.
Nakamura acert¨® con los cinco movimientos siguientes, pero floje¨® un poco en los dos posteriores, y ello permiti¨® que el noruego agrandase el incendio, entregando un segundo pe¨®n y luego un caballo, con tanto humo que ni siguiera el ultrarr¨¢pido estadounidense pod¨ªa orientarse bajo la presi¨®n del reloj. Sigui¨® un vibrante intercambio de golpes en el que la defensa era m¨¢s dif¨ªcil que el ataque, y el americano tuvo que rendirse porque le daban mate.
Esos mismos consejos hubieran sido los m¨¢s sensatos para Nakamura ante el segundo asalto. Pero, quiz¨¢ porque a¨²n estaba noqueado y prefiri¨® pisar terreno muy s¨®lido, empez¨® con e4, permitiendo que la partida entrase en un tipo de juego muy posicional. Aunque Carlsen igual¨® f¨¢cilmente, es importante subrayar que el estadounidense brill¨® en un ¨¢mbito que no es el suyo, el de las maniobras estrat¨¦gicas, confirmando que cada vez es un jugador m¨¢s completo. De hecho, logr¨® un pe¨®n de ventaja, pero a cambio de ceder la iniciativa y en una posici¨®n con muchos recursos de tablas, que finalmente llegaron en el septuag¨¦simo lance. En todo caso, fue un ejemplo m¨¢s del impresionante nivel t¨¦cnico de los grandes gladiadores del tablero, incluso cuando juegan sin apenas pensar.
La mencionada l¨®gica de la sensatez indicaba que, con un punto de ventaja, Carlsen volver¨ªa al terreno seguro de las aperturas del siglo XVI, la Espa?ola o la Italiana, y as¨ª fue. Nakamura decidi¨® que arriesgar con negras era demasiado, y colabor¨® para que se firmase un empate muy r¨¢pido y soso, para apostarlo todo en el cuarto asalto, con blancas.
El cl¨¦rigo espa?ol Ruy L¨®pez de Segura, campe¨®n del mundo oficioso en el siglo XVI y pr¨®ximo al rey Felipe II, estar¨ªa hoy muy orgulloso de que Nakamura emplee su apertura con blancas cuando no tiene m¨¢s remedio que ganar. Pero es una decisi¨®n muy discutible: por mucho que ¨¦l haya mejorado en el juego posicional, ni ¨¦l ni nadie est¨¢n hoy a la altura de Carlsen en ese terreno. Por tanto, Nakamura deber¨ªa haber seguido -como hizo en otras partidas de esta gran final- el sabio consejo del excampe¨®n Anatoli K¨¢rpov, emitido hace solo un par de semanas: las probabilidades de ganar a Carlsen aumentan en posiciones muy complicadas.
No lo hizo de saque. A fe que luego lo intent¨®, pero Carlsen no estaba para l¨ªos. De hecho, justo ah¨ª se sent¨® como pudo -hasta ese momento su cabeza apenas se vislumbraba en la parte baja de la pantalla-, y logr¨® una posici¨®n muy s¨®lida, incluso algo ventajosa. Su mayor riesgo estaba en el reloj, y ah¨ª lleg¨® la gran oportunidad de Nakamura, en una posici¨®n con ciertas complicaciones. Pero fue ¨¦l quien err¨® en el momento clave. El campe¨®n lo vio, se lanz¨® a la yugular y culmin¨® su victoria ¨¦pica. Ni el dolor pudo parar su ansia de triunfo
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